BIBLIOGRAFÍA
Peter Singer: Democracia y desobediencia, Ed, Ariel,
pp. 55-70; E. Macpherson: La democracia
liberal y su época, Alianza Editorial, Madrid, 1981. Capítulo V
p.113-138, "La democracia como participación"; Ezequiel Ander,
"Democracia y vida social" en El
futuro de la democracia, Iglesia
Viva 101(1982), 421-435; Adela Cortina, "La democracia como modelo
de organización social y como forma de vida" en La crisis de la democracia, Iglesia
Viva, 133(1988) 41-54; Joan
Subirats, "¿Es posible combinar participación eficiencia?" El País
28/4/1995.
I.- DEMOCRACIA COMO
MECANISMO Y COMO FORMA DE VIDA
La idea moderna de
democracia nació como crítica de la primitiva burguesía a los privilegios
feudales. Al hilo del desarrollo del capitalismo y la industrialización, el pathos y la autodeterminación con que
había nacido se desvaneció y fue sustituido por la idea de competencia entre
élites, que luchan por el voto del pueblo, y que está mediada por los
partidos.
Dos modelos: la
democracia entendida como el máximo posible de participación de los
ciudadanos en la dirección de la vida pública, y la democracia entendida como
gobierno de élites, a los que los ciudadanos otorgan el poder de decidir.
a) Características de
la teoría elitista:
tiene en cuenta las voliciones individuales, en
cuanto permite que algún lider las saque a la luz.
reconoce el pluralismo, representado en la
diversidad de élites.
necesidad de expertos.
apatía en la mayor parte de la población.
permite el castigo del gobierno por medio del
voto en contra.
los ciudadanos se comportan como consumidores.
- Críticas al modelo elitista:
fomenta la desigualdad, frente a la esencia
igualitaria de la democracia
potencia la apatía
del pueblo, condenándole a asumir el papel de masa.
no satisface el ideal de autonomía individual,
legitimador de la democracia, en la medida en que la reduce a competencia
electoral.
interpreta la vida social, desde un esquema
económica capitalista¡
no valora la capacidad realizativa de la
participación.
b) Democracia participativa.
Sólo influyendo realmente en las decisiones que dirigen la vida pública
puede satisfacerse la afirmación, tal vez metáfísica, de que el hombre es
capaz de darse a sí mismo sus propias leyes. Pero el ejercicio participativo
no sólo satisface una necesidad metafísica, sino que tiene repercusiones de
orden psicológico y educativo.
El ejercicio
de la participación permite al individuo convertirse en su propio dueño, en la medida en que las leyes resultantes son queridas
por él, y acrecienta en los ciudadanos el sentimiento de pertenencia a la
comunidad. Sería la función autorrealizadora y educativa. (Rousseau)
Función felicitante (J.S. Mill): los hombres gozan con el ejercicio de
sus capacidades, con el desarrollo de sus potencialidades y, por ello, una
sociedad logra la mayor felicidad en su conjunto cuando consigue el mayor
desarrollo posible de las capacidades de los individuos que la componen.
Puesto que el sistema democrático se basa en la participación de los
ciudadanos en la vida pública, la comunidad crece gracias a él en intelecto,
virtud, actividad, práctica y eficacia. Y los individuos, al interesarse por la vida pública, desarrollan sentimientos
altruistas, que son para los hombres una fuente de felicidad.
La democracia no se entiende aquí como un mecanismo puesto al servicio
del equilibrio social, sino como una forma de vida individual y
comunitariamente valiosa, que respeta y fomenta el carácter autolegislador de
los individuos, les educa en la responsabilidad
y el sentido de la justicia, y es por ello fuente de felicidad. En definitiva
sería una opción "idealista" moralmente atractiva, pero
aparentemente no
muy practicable.
II.- DEMOCRACIA Y VIDA SOCIAL
No existe ni se constituye la democracia por el mero hecho de tener una
Constitución democrática, ni siquiera por el funcionamiento formal de las
instituciones democráticas.
Los problemas de la democracia no pueden reducirse sólo a la esfera
específica de las estructuras políticas, ya que su fundamento es practicar la
democracia como estilo de vida. La democracia es mucho más que unas
elecciones. Esta confusión por la que se toma la participación
en un mero trámite electoral hace olvidar su aspecto medular: la participación
de todos los miembros adultos de una sociedad en la toma de decisiones en
todas las cuestiones que le conciernen de manera personal, grupal o social.
¿Qué significa y qué implica la democracia como forma de vida?
No hay democracia sin demócratas. Demócrata: determinado estilo de vida
estructurado de acuerdo a un sistema de normas, valores y actitudes que
predeterminan un modo des ser democrático. El baremo que permite medir el
grado de democracia de una sociedad o de un país no viene determinado solamente
por el funcionamiento de las instituciones, sino por el enraizamiento que
tienen los valores democráticos en la conciencia social de un pueblo. No hay
ortodoxia de la democracia, sino ortopraxis democrática, y esta se manifiesta
en la forma de actuar, en el estilo de vida, desde la forma de considerar a
los otros en la familia, en el trabajo, en el estudio, en las
organizaciones, hasta en el modo de dialogar y de abrirme a lo que los otros
puedan aportarme.
La nota esencial del estilo democrático es la dialogicidad. No hay
posibilidades de diálogo cuando se niega al otro la pronunciación de su
palabra, cuando se quiere pronunciarla en su lugar, o cuando se utiliza como
instrumento para conquistar al otro. El diálogo lleva a un pensar crítico,
que percibe la realidad como un proceso en constante devenir y no como algo
estático. En este sentido la democracia es para cada uno de nosotros algo
existencial.
Participar en unas elecciones es una responsabilidad cívica básica, pero
es sólo una actividad parcial. Política es la acción en el trabajo, en la asociación de vecinos, en el sindicato, en el
colegio, en la universidad, en la
docencia, en la función pública, en grupos organizados... La cotidianidad, en
cuanto es relación de hombres entre sí, es política, aunque la política en
esencia se relaciona en el poder de toma de decisiones. En una democracia
inmadura, ese poder concierne a los
"profesionales de la política". En la medida
que la democracia madure este poder corresponde cada vez
más a la sociedad en su conjunto. Esto nos lleva al problema central de la democracia: la
participación,
III.- LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA COMO PROBLEMA MEDULAR DE LA DEMOCRACIA
La democracia sólo se hace con la participación la más plena posible de
los ciudadanos en la vida política. La idea de la democracia como
participación se inicia como consigna de los
movimientos estudiantiles de los años 60 ¿Puede
hacerse que los gobiernos democrático liberales sean más participativos?
¿Cómo?
Esto no equivale a decir que un sistema más participativo bastaría por sí
sólo para eliminar todas las desigualdades de nuestra sociedad. Significa
únicamente que la poca participación y la desigualdad social están tan unidas
que para que haya una sociedad más equitativa y más humana hace falta un
sistema político más participativo. Aunque parece irresoluble el problema de
la democracia participativa a escala masiva debemos insistir en cómo
podríamos avanzar hacia ella. ¿Qué barreras hay que
eliminar, es decir, qué cambios de
nuestra sociedad actual son necesarios para lograr una democracia
participativa?
a) Que la conciencia (o inconsciencia) de la gente pase de verse a sí misma y de actuar como
esencialmente consumidores a verse y a
actuar como personas que ejercitan sus propias capacidades y gozan con el
ejercicio y el desarrollo de éstas. Esta última imagen aporta un sentimiento
de comunidad que la primera no comporta.
Un individuo puede adquirir y consumir para uno mismo, para la propia satisfacción, o para indicar superioridad
respecto de otros, lo cual no requiere ni fomenta un sentimiento de
comunidad; mientras que el disfrute y el desarrollo de las propias
capacidades se ha de realizar, en su mayor parte, conjuntamente con otros, en una relación de comunidad. Y el funcionamiento
de una democracia participativa requiere un sentimiento de comunidad más
fuerte que el actual.
b) Reducción de la desigualdad social y económica, pues mientras se
acepte la desigualdad, también es posible
que el sistema político no participativo sea el que sigan aceptando todos los
miembros de las clases que prefieren la estabilidad a la perspectiva del
derrumbamiento social total.
Se produce de este modo un círculo vicioso: no podemos lograr más
participación democrática sin un cambio previo de la desigualdad social y la
conciencia, pero no podemos lograr los cambios de la desigualdad social y la
conciencia si antes no aumenta la participación democrática. ¿Existe alguna
salida?
- Marx: crisis del capitalismo - conciencia de clase - toma del poder -
dictadura del proletariado- destrucción de la desigualdad.
- J. Stuart Mill: la generalización del sufragio llevaría a una
participación política más generalizada, lo que a su vez haría que la gente
adquiriese la capacidad para actuar más, y contribuiría a un cambio de la
conciencia.
Ni la respuesta de Marx, ni la de Mill parecen ser correctas. Ambas
suponían que los cambios en los dos factores que de forma abstracta parecen
requisitos previos el una del otro llegarían fase por fase y recíprocamente,
de manera que un cambio incompleto en el uno llevaría a algo de cambio en el
otro, lo que conduciría a un mayor cambió en el primero y así sucesivamente.
No obstante la realidad es que la gente apoyará, o no hará nada por
cambiar un sistema que produce abundancia, que hace aumentar el PNB, lo cual
produce apatía política. Empiezan a vislumbrarse algunas contradicciones:
a) Se advierten beneficios del aumento del PNB, pero empiezan a verse
también algunos costos que no se habían calculado: contaminación del aire,
tierra, agua... es decir, costos en términos de calidad de vida y costos en
el crecimiento económico. En definitiva, agotamiento de los recursos
naturales y la probabilidad de causar daños ecológicos irreversibles. ¿Se
podría esperar que esta conciencia de la calidad sea un primer paso del
distanciamiento de la satisfacción con la cantidad, y por tanto un primer
paso del distanciamiento de esta visión de nosotros mismos como consumidores
infinitos y acercamiento a la valoración de nuestra capacidad para ejercitar
nuestras energías y nuestras capacidades en la mejora del medio ambiente?
b) Se empieza a ver que la no participación de los ciudadanos, o su
escasa participación, o la participación exclusivamente por vías rutinarias,
permite que la concentración de poder empresarial domine barrios, empleos,
calidad de vida, tanto en el trabajo como en casa. Aumenta el auge de
movimientos y asociaciones formados para ejercer presión a fin de mantener o
realizar valores humanos en contra de operaciones complejas de carácter
político-financiero- comercial-urbano. Estos movimientos han surgido en
contra de autopistas, especulación urbana, deterioro de los centros
históricos, mejoras de escuelas o guarderías... No se trata de sustituir al
poder político sino de someterlo a presión.
De otra parte son también importantes los movimientos en pro de la
participación democrática en la toma de decisiones en el lugar de trabajo.
Una sociedad plenamente democrática requiere un control político democrático
de la utilización que se hace del capital acumulado y de los recursos
naturales restantes de la sociedad.
c) Otra contradicción: ¿Es posible combinar participación y eficiencia?
La conexión entre la teoría elitista y neoconservadurismo no es difícil
de descubrir: un informe de la Trilateral sobre los problemas de desarrollo
en USA, Europa y Japón daba como conclusión el siguiente diagnóstico:
"exceso de democracia". Se repudia el modelo participativo porque
conduce a la "ingobernabilidad de las sociedades"
Hay un problema u obstáculo estructural, y es el de vivir en una sociedad
organizada de tal modo que se produce una continua apropiación-expropiación
de la participación, esto es, de la capacidad de decisión de la gente. Existe
en nuestra sociedad una jerarquización piramidal, discriminatoria y
excluyente de las vías de acceso al poder real. Todas las instituciones
tienen la tendencia a asegurar el ascenso y la retención del poder por un
grupo pequeño de líderes.
Aparece el peligro del tecnocratismo: proliferación de autoridades y
agencias administrativas independientes que basan su cometido en elementos
como profesionalismo, competencia... no tienen en modo alguno carácter
representativo, sino que sus miembros son elegidos o cooptados con base en su
reputación profesional. No tienen mediatizada su labor por los ciclos
electorales. Deciden con rapidez buscando eficiencia técnica y económica.
De la proliferación de autoridades independientes se observa la tendencia
a considerar que sólo a través de mecanismos más alejados del fragor
democrático se puede conseguir eficiencia e innovación. El peligro es que no
rinden cuentas a nadie y se alejan de los mecanismos de control que toda
sociedad adulta ha de poder ejercer sobre aquellos que toman decisiones que
les afecten.
La democracia es una forma de organización social superior a otras,
porque tiene su base no exclusivamente en la concepción de un homo economicus, sino la de un hombre,
que es también económico, pero fundamentalmente autolegislador.
d) La semántica de la manipulación como forma de anularla participación
consiste en atribuir a entidades colectivas, deseos, propósitos, y voliciones
que corresponden a personas particulares o grupos enquistados en la
conducción de una organización. "La clase obrera reclama", "el
pueblo quiere", "los estudiantes rechazan", "el partido
propone"... Los que con frecuencia quieren o proponen no son la clase,
ni el pueblo, ni el partido, ni los estudiantes, sino las élites que conducen
la organización. En la práctica, los objetivos, y propuestas que presentan
como propias de la organización, grupo o clase social, suelen derivarse de
sus propios intereses de "grupo dirigente" y no de los intereses de
quienes dicen representar.
IV.- EL DESENCANTO ESPAÑOL Y LA ESCASA PARTICIPACIÓN POLÍTICA
¿Es participativo el pueblo español? ¿Hay una tendencia libertaria hacia
el individualismo?
El ácrata no participativo se da aires de pureza descalificando con una
socarronería escéptica a quienes participan en política o en asociaciones
vecinales, sindicales o de barrio. No se encuentra "el partido
ideal", que al fin y al cabo es como "el hombre ideal" o
"la mujer ideal", que no existen, y como con lo inexistente no
puedo actuar, no actúo.
Parece que en toda España, después de la primera euforia del estreno de
la democracia y de la victoria socialista en el 82 en la que germinaron
ideas, ilusiones y muchos proyectos políticos, poco a poco se ha ido
levantando un murmullo de descontento que dice "no es eso, no es
eso" como ya expresó Ortega en su día. Desilusión y desencanto que
invade el cuerpo social.
La realidad actual es que todos los partidos confían más en las técnicas
publicitarias que en los cuadros militantes; parece como si resultase
peligroso fomentar una amplia participación de las bases, salvo en el
cumplimiento estricto de las consignas que emanan del grupo dirigente. No es
por tanto muy alentador el panorama de la participación. Sin embargo la
democracia es una forma de vida colectiva sustentada en la participación
ciudadana. La participación popular para la democracia plena está en el
horizonte utópico.
V.- LA PARTICIPACIÓN DESDE UN HORIZONTE UTÓPICO
La participación no es algo que se conceda: es un derecho de toda persona
y de todo pueblo a decir su palabra y decidir su propio destino. La
participación implica reformular o redefinir lo que se entiende por política.
Esta redefinición cuestiona el ejercicio especializado de la política como
tarea de ciertos grupos. Se trata de una participación activa que trata no
sólo de estar, sino de decidir en algo. Implica transformaciones en la
estructura del poder de modo que "poder político" y
"participación popular" se vayan haciendo realidades homólogas.
¿Qué hacer? Educación popular como didáctica política. Es decir, educación
cívica que implica:
a) Informarse para poder tener una visión y conciencia de la situación
social, cultural y política.
b) Situarse, para captar las
necesidades de los que nos rodean, comprender la realidad en la que se está
inmerso y asumir una actitud crítica frente a ella.
c) Movilizarse.
d) Organizarse para ordenar las
acciones y actividades en función de la realización de un proyecto personal y
colectivo de desarrollo humano y social.
e) Acceder a la
cultura, no en el sentido de adquirir saberes, sino como asunción de un
estilo de vida que sea la reconquista de la vida cotidiana como ámbito de
realización personal.
f) Participar activamente como
agente de transformación y protagonista de la historia, buscando soluciones
vitales para los problemas personales, grupales y sociales.
Frente al desencanto y la palabrería, frente al triunfo de los oportunistas y el arrinconamiento de personas que valen, frente a lo que se puede hacer y que impiden realizar los intereses económicos... frente a todo lo que no es como quisiéramos, podemos decepcionarnos, marginarnos, permanecer indiferentes... Pero el desencanto, la impotencia, el cinismo, el odio, etc... no permiten ningún paso decisivo en una dirección constructiva