Asamblea de comienzo de curso

GRADUATS A.C.
Rocafort, 4 de octubre de 2020

Reflexión por equipos

Se trata de que afrontemos la manera de seguir, desde el nuevo contexto de la experiencia que vive la humanidad entera y nosotros mismos.
El texto es una manera de ensanchar nuestra mirada, con el fin de que lo de siempre se transforme, como de hecho nos ha cambiado la vida.
Una selección y unas preguntas, quizás nos ayude a centrarnos, o tal vez no. Lo importante es salir de aquí compartiendo, por una parte, un proyecto que nos une porque nos ha sido regalado y por otra, una responsabilidad para llevarlo a cabo como tarea.
En el mundo occidental europeo ha aumentado sobre todo el número de agnósticos e indiferentes. Ya no se vive tanto el ateísmo duro, típico de los siglos XIX y XX, del «Dios ha muerto». sino una falta de interés por la trascendencia, no interesa lo que va más allá de la vida cotidiana, del trabajo, el dinero, la comida, la salud, el consumo, el sexo, el bienestar y la seguridad de una vejez tranquila. A la luz de los textos:

  • Habrás leído algunos puntos conflictivos que hoy deben de ser clarificados. Subraya algunos que te parecen importantes para el momento actual.

¿Cómo poner en práctica desde nuestro grupo la tarea de humanizar que tenemos encomendada? ¿Cómo devolver el regalo de la vida vertiendo tanto recibido?  

Ampliar la mirada:

«Es preciso pensar en un entorno social mucho más amplio que el tradicional, que tenga en cuenta: los segmentos de edad, la etnia y la geografía, sin olvidar las desigualdades superpuestas que originan los conflictos geopolíticos, las fracturas del sistema de bienestar, el aumento de políticas conservadoras y el extremismo violento. Esta nueva Iglesia, si de verdad quiere situarse al lado de los más débiles, ha de volcarse en el logro de bienes y servicios básicos para los pobres, las víctimas de los desastres, los inmigrantes y exiliados, y los severamente afectados por el cambio climático.»

Idea de invitar. «No se trata –ni es ya posible– de forzar a nadie a aceptar la fe, pero sí de invitar a ella. Transmitir la fe no es compartir convicciones, concepciones del mundo, sino transmitir experiencias que se viven como humanizadoras y salvíficas para el que las transmite.»

Trascendencia.» Ahora que hemos perdido el respeto por el universo y también por la ley moral, otras han de ser nuestras experiencias. Todas, sin embargo, se referirán a ese infinito innombrable que puede llenarnos de emoción, que nos hace caer de rodillas alguna vez como Pedro ante la pesca milagrosa.
Y aquí, probablemente, entra el tema de las víctimas, de los inocentes abusados, torturados, asesinados. ¿No suscitan un sentimiento de impotencia, pero también un deseo de trascendencia para ellos, para que su vida no haya sido un dolor sin sentido? Invitar a la trascendencia es necesario y posible.
Es posible percibir la trascendencia como un deslumbramiento ante la existencia, como un sentimiento de unidad profunda con todo lo creado, podemos decir que se precisa un cultivo de la vida interior para descubrir e ir situando nuestra vida en un horizonte de trascendencia. Por tanto, para invitar a la trascendencia hay que invitar a la espiritualidad.»

Espiritualidad: «La conciencia de SER es esa energía básica. Para el hombre religioso, esa conciencia va unida al sentido de pertenencia y a la gratuidad: la maravilla de sentir la vida como un regalo y el sentimiento de formar parte de un proyecto mayor y con sentido. 
Para el cristiano, es el saberse hijos de Dios y la experiencia de la Gracia. Pero esa conciencia precisa ser cuidada, agrandada, profundizada. Y ese es el camino interior que cada uno ha de recorrer, cada uno el suyo.
Desde la invitación a la espiritualidad se puede transitar a otras invitaciones, como son invitar al compromiso, invitar al cristianismo e invitar a la Iglesia. Porque cualquier propuesta espiritual honda lleva necesariamente hacia el otro: se cultive en base a la meditación, la contemplación de la naturaleza, la atención al presente, el rezo de oraciones o el silencio, ha de volvernos más capaces de comprender al otro en sus heridas y de aceptarlo como nos aceptamos a nosotros en las nuestras. Descubrirnos como parte de una humanidad doliente ante la que tenemos responsabilidades nos lleva al compromiso.»

Jesucristo: » Invitar a Jesucristo es invitar a confiar en Él y a confiar en lo que Él confió. Es invitar a creer en Él como el Resucitado, como el que vive para siempre e invita a enriquecer nuestra vida siguiendo la suya. Es animar a vivir una espiritualidad que experimenta que el Reino de Dios está en medio de nosotros. Y es confiar en que nada de lo que se siembra se pierde, sino que se revelará en unos cielos nuevos y una tierra nueva.»

Iglesia: » Hay grupos, movimientos y parroquias que se acercan a este modelo. A ellos puede invitarse para invitar a la Iglesia. No porque en su seno todo sea perfecto. Como constituida por seres humanos, en cualquier comunidad se advierten defectos, tensiones, malentendidos… Pero también allí se vivirá el testimonio de verdaderos creyentes, la oración de los más contemplativos, la acción de los más activos. En ellas se palpará un espíritu que va más allá de lo puramente humano, en ellas la Palabra de Dios se hará viva, y su presencia, celebración y compañía».

Acción

«En un mundo plagado de intereses individuales, apostar por lo común; en un mundo acelerado, invitar a la espera; en un mundo serio y ceñudo, invitar a la risa; en un mundo anónimo, invitar a la cercanía y el acompañamiento; en un mundo con víctimas, ponerse de su lado; en un mundo movido por el dinero, elegir la austeridad y el compartir. Son solo símbolos de otro modo de estar en el mundo, y en el que la compasión, la solidaridad y el recogimiento deben ser señas de identidad.
«Al menos dos condiciones parecen necesarias: la primera es que nosotros mismos estemos involucrados. Invitar a la acción exige revisar nuestras propias acciones, su objetivo, su alcance, nuestro modo de participación. La segunda es mostrar la fuente de ese impulso a actuar, que para nosotros es el mensaje y la vida de Jesús. Este es el elemento nuclear, ese compromiso es el que debe mantenerse en todas las facetas de la vida, es el que hay que mostrar a los demás, y que debe nacer de una profunda espiritualidad. No es solo la acción por la acción o por la satisfacción personal, sino por el testimonio. Es decir, es desde la espiritualidad desde donde invitar a la acción.»

ORACIÓN DE LA MAÑANA

Canto: «Te seguiré adonde me lleves, sin adelantarme, sin forzar el paso. Sabiamente ignorante, iré donde no sé. Puesto el corazón en Ti te seguiré»

Reflexión

«Jesús nos habita…Lo más verdadero de nosotros no nos pertenece. Lo pone Dios. Se nos invita  a recibirnos de la voz y la mirada de Jesús que nos reconoce antes de que nosotros mismos podamos hacerlo. Es la semilla de su amor la que precede nuestra vida…Dios nos sueña antes de que empecemos a tener sueños. Nos llama cuando aún no sabemos que tiene proyectos para nosotros. Él ensancha nuestra capacidad de mirar , más lejos y más adentro…Cuando nos sentimos realmente reconocidos y comprendidos experimentamos lo mejor de nosotros. Él nos invita a llenarnos de nombres y a dirigir mi vida a un mundo donde la bendición es posible.»

Salmo
Adaptación Salmo 144

Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor

Quiero hablar bien de ti, Amigo mío. Quiero pronunciar tu nombre con respeto, y contar tu verdad a quien quiera oírme. Y así, día tras día.

Tú eres bondadoso, y perdonas. No te enfadas fácilmente, y en cambio siempre estás dispuesto a acogerme. Eres bueno y cariñoso con todos, Señor. También conmigo. 

Ojalá supiera agradecértelo más. Y decir cosas buenas de ti. Que sepa explicar cómo tu reino tiene otra lógica. Y que sepa contar tu historia, las cosas grandes que has hecho.

Tú eres fiel a lo que has dicho, y hay bondad en todo lo que haces. Sé que, si tropiezo, tú me sujetas y no me dejas caer. Sé que cuando estoy agobiado, o doblado por las preocupaciones, tú me ayudas a enderezarme.

Oración

Señor, ayúdame a cambiar para cambiar el mundo.
Necesito renovar el corazón,
la mirada, mis modos de hacer,
para no terminar en un museo.

Y no es solo renovar lo viejo:
es permitir que el Espíritu Santo cree algo nuevo.
Señor, vacíame de mis esquemas para hacer sitio a tu Espíritu y dejar que sea Él quien haga nuevas todas las cosas.
Él nos envía, nos acompaña, nos inspira; 

Él es el autor de la misión, y no quiero domesticarlo ni enjaularlo.

Haz que no tenga miedo de la novedad que viene de Ti,
Señor Crucificado y Resucitado.
Que mi misión sea comunicar tu vida, tu misericordia, tu santidad.

Enséñame a amar como Tú para cambiar el mundo. 

Amén.

EUCARISTÍA

Monición de entrada

Yo Esperaba Uvas Dulces
¡Iglesia, pueblo de Dios hoy! El Señor nos pide una respuesta: Miremos todas las cosas buenas que él nos ha dado: nuestra fe, los hermanos que nos rodean, su propio reino encomendado cariñosamente a nosotros… Y ¿qué hemos hecho con todo esto? ¿Nos hemos preocupado por su amor que confía en nosotros? Pidamos a Jesús en esta eucaristía que de ahora en adelante podamos dar, juntamente con Jesús, una respuesta entusiasta y generosa a nuestro Padre del cielo.

Preces

Hermanos y hermanas, el reino nos hace capaces de dar frutos, de acoger a los hombres y mujeres y de proclamar el amor por encima de la ley y el templo. Oremos.
Que vivamos como hijos tuyos y hermanos de los demás.

• Padre bueno, que tu Iglesia sea la comunidad de los hombres y mujeres configurados por el roce diario con tu hijo Jesús; capaces de ver, acoger, compartir y llevar adelante tu plan misericordioso.
Que vivamos como hijos tuyos y hermanos de los demás.

• Padre bueno, que los creyentes primemos siempre a la persona frente a la ley y los ritos; que pongamos más empeño en amar que en cumplir.
Que vivamos como hijos tuyos y hermanos de los demás.

• Padre bueno, que todos nosotros crezcamos en conciencia filial, que todo nuestro ser y hacer siempre sume a favor de esa humanidad por ti soñada y anhelada para nosotros.
Que vivamos como hijos tuyos y hermanos de los demás.

• Padre bueno, que todos los hombres y mujeres que sufren persecución, calumnias y torturas por fidelidad a ti se sientan sostenidos por nuestra oración, nuestros cuidados y nuestra proximidad.
Que vivamos como hijos tuyos y hermanos de los demás.

• Padre bueno, que seamos responsables y solidarios en estos tiempos pandémicos tan complicados que nos está tocando vivir. Que nos cuidemos para cuidar a los más vulnerables de entre nosotros.
Que vivamos como hijos tuyos y hermanos de los demás.

Acción de Gracias

Estamos ciertos, Señor,
de que tus promesas son sinceras y no engañan:
«Pedid y se os dará́, llamad y se os abrirá́».
Animados con estas palabras, queremos hoy pedirte muchas cosas,
que en definitiva se reducen a una sola:
«Venga tu Reino. Hágase tu voluntad».
En esto se resume todo lo que te pedimos.
Señor, se está aquí tan bien en tu presencia
que, como Pedro, querríamos hacer tres tiendas para quedarnos contigo:
pero sabemos que este estar aquí contigo, en estas horas serenas,
no puede ser sino por poco tiempo, porque la mies es mucha y los obreros pocos,
y tú nos mandas a trabajar por ti en el mundo:
«Id también vosotros a mi viña… Id por todo el mundo, y proclamad la Buena Nueva a toda la creación».
Sí, nosotros iremos a trabajar por ti en tu viña,
pero nuestro corazón se quedará aquí, a tus pies,
atento, como María, para escuchar tus palabras de vida eterna;
como tu Madre, que «conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón», para gustar también nosotros tus palabras en nuestro corazón.
Enséñanos a ir y a quedar, a trabajar por ti sin separarnos de ti,
a ser contemplativos en la acción,
a experimentar en nuestro corazón tu presencia de «dulce huésped del alma».
Te damos gracias Señor

(Pedro Arrupe, sj)