RETIRO EN BENAGUASIL
2-3 abril 2022
Grupo de graduados y profesionales.
José Vidal Talens
0. Habéis trabajado la sinodalidad a la que somos convocados
Como puente a este retiro largo de cuaresma, diría que, si la sinodalidad nos convocaba a caminar juntos, en la escucha recíproca y en la corresponsabilidad, el primero con el que hemos de caminar juntos es con Dios como se nos ha revelado en Jesús, cuyo Espíritu nos habita por la fe y el bautismo.
Recordando las actitudes que se nos proponían (Vademecum para el Sínodo universal: Por una Iglesia sinodal 2021-2023), para entrar en un verdadero proceso sinodal, pienso que también nos pueden servir para el caminar juntos con Dios. Se nos decía:
• Se requiere tiempo para compartir
• Estamos invitados a hablar con auténtico coraje y honestidad (parresia), integrando libertad, verdad y caridad.
• Valentía tanto para hablar como para escuchar.
• Debemos estar dispuestos a cambiar en opiniones y en acciones, a partir de lo escuchado y compartido. Apertura a la conversión.
• Juntos buscamos el discernimiento. El discernimiento se basa en la convicción de que Dios actúa en el mundo y estamos llamados a escuchar lo que el Espíritu nos sugiere. Liberar nuestra mente y corazón de los prejuicios y estereotipos para abrirnos a la realidad.
• Somos pueblo de Dios, donde los pastores se obligan a escuchar y los laicos entran en el diálogo
• Sanar del virus de la autosuficiencia o de la ideología que nos lleva a desatender o ignorar al otro. Todos estamos en el mismo barco. Estamos llamados a ser faros de esperanza.
¿Qué supondría aplicar estas actitudes, favorables para sinodalidad en la Iglesia, a nuestro caminar juntos con Dios, en Jesús y su Espíritu? Tiempo, paciencia, humildad, escucha… fe.
¡Gran fe! Fe cristianamente madura y adulta.
l. La paciencia con Dios
El santo Hermano Rafael, joven universitario que estudiaba arquitectura, sencillo y desprendido, se hizo trapense. Un día se postró a los pies del crucificado para decirle: «Te pido con todo fervor me des la virtud de la paciencia, me hagas humilde y me llenes de mansedumbre».
• ¿Por qué perdemos tan pronto la paciencia con los demás? Unos muy temperamentales, otros, aparentemente más pacíficos, comenzamos bien, y poco a poco nos cansamos de soportar, hasta que explotamos y ya no aguantamos. Cada uno aporta sus dificultades.
• ¿Por qué no somos pacientes con nosotros mismos? Unos super-exigentes, hiper responsables, perfeccionistas; otros ya no esperan cambios hasta decir: está claro, no tengo otra oportunidad, hay lo que hay, resignación, otra forma de no ser pacientes consigo mismos.
• ¿Por qué nos falta la paciencia con Dios? Cuando vemos urgencias por sufrimientos que nos parecen desproporcionados o sumamente injustos; Nos falta aceptación y fe, fe que sostenga la esperanza.
La paciencia con los demás es amor; la paciencia con uno mismo es esperanza, la paciencia con Dios es fe. (Adel Bestauros, autor laico, guía espiritual en las iglesias del oriente de la Ortodoxia).
Si; la paciencia es lo que considero la principal diferencia entre la fe y el ateísmo. El ateísmo y el fundamentalismo religioso o el entusiasmo de una fe demasiado fácil separecen de manera llamativa en lo rápido que consiguen dar por resuelto el misterio al que llamamos Dios. (Tomas Halik, La paciencia con Dios).
El ser humano no puede permitirse nunca dar el misterio de la vida, el misterio de su vida personal, por resuelto. El misterio -a diferencia del problema- no puede ser resuelto, solucionado conquistado, vencido; es preciso esperar pacientemente en su umbral y permanecer en él y permitirle que nos acompañe.
Son tiempos para la fe y la caridad. Ahora deben ayudar a sobrevivir la frágil esperanza. Recordemos a Charles Péguy y su prosa lírica sobre las tres virtudes teologales, cuando habla que las mayores, la fe y la caridad creen llevar de la mano a la esperanza, cuando es esta pequeña las que mueve y sostiene a las hermanas mayores. Ahora está anémica la esperanza. Y han de ser la fe y la caridad las que despierten y sostengan la esperanza.
Para la paciencia, la fortaleza y la resistencia, en el Nuevo Testamento hay una palabra para esta actitud: «hypomoné».
1.- Testimonios de Pablo
– «Antes bien, nos presentamos en todo como servidores de Dios, con mucha perseverancia [paciencia, resistencia: hypomoneJ en la tribulación, necesidades, angustias, azotes, cárceles, sediciones, fatigas, desvelos, ayunos, pureza, ciencia, longanimidad, benignidad, en el Espíritu Santo, en amor sincero, en la palabra de verdad, en el poder de Dios, mediante las armas de la justicia: las de la derecha y las de la izquierda, en gloria e ignominia, en calumnia y en buena fama; tenidos por impostores siendo veraces, como desconocidos siendo muy conocidos. Como quienes están a la muerte, pero muy vivos; como castigados, aunque no condenados a muerte; como tristes, pero estamos siempre alegres [nos toman por tristes, pero estamos siempre alegres: otra vez viene la asociación con la alegría]; como pobres, aunque enriquecemos a muchos; como quienes nada tienen, aunque todo lo poseemos» (2 Co 6,4-1 O). Es decir, en lo malo y en lo bueno, perseverar, resistir. Esos son los bienaventurados por el Señor.
-«El Señor me dijo: ‘Mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la fragilidad’. Por tanto, con sumo gusto seguiré gloriándome sobre todo en mis flaquezas para que habite en mí la fuerza de Cristo. Por eso me complazco en mis debilidades, en las injurias, en las necesidades, en las persecuciones y en las angustias sufridas por Cristo; pues cuando soy débil entonces es cuando soy fuerte [bienaventurado, entonces]. ¡Vedme aquí hecho un loco! Vosotros me habéis obligado. Pues vosotros debíais acreditarme, porque en nada he sido inferior a esos ‘super-apóstoles’, aunque nada soy. Las características del apóstol se vieron cumplidas entre vosotros: perseverancia perfecta (hypomoné) y también señales, prodigios y milagros» (2Co 12,9- 12).
– «Tú, en cambio, me has seguido asiduamente en mis enseñanzas, conducta, planes, fe, paciencia , caridad, resistencia (hypomoné) en mis persecuciones y sufrimientos como los que soporté en Antioquía e Iconio» (2Tim 3,10-11).
Y en otra cita, en Romanos, habla de Dios como el Dios de la hypomoné, el Dios de la perseverancia, del aguante, la paciencia:
-«En efecto, todo cuanto fue escrito en el pasado, se escribió para enseñanza nuestra, para que con la resistencia activa y el consuelo que dan las Escrituras. mantengamos la esperanza. Y el Dios de la resistencia y el Dios del consuelo[…]». (Rm 15,4-5).
En estas dos frases han repetido ese binomio: resistencia y consolación. ¿Sabéis cuál es la palabra griega para «consuelo»? Paraclesis. El Dios «paráclito», el consolador y abogado nuestro, era el nombre para el Espíritu Santo. ¿Entendéis ahora? Lo que se nos dice es que tienes un Dios que te ayuda a resistir, a aguantar, a no huir, y que ese mismo Dios es el Dios del consuelo. El Dios de la consolación. Por tanto, esa resistencia, el aguantar ahí en esa situación amenazante, en esa fragilidad, es promesa de bien, de consolación, de consuelo.
En la palabra griega para consolación nos llega una riqueza de sentido teológico. Veámoslo: pará-kaléo, de donde viene «paráclito», está formado por kaleo, que es «llamar», y pará, que es «al lado». Es el pobre, el que está en la vida en su situación amenazante, quien, en ese momento de sufrimiento, llama para que le auxilien, clama ayuda, pide auxilio, pide a Dios que esté «a su lado». Y así es como habla Jesús del Espíritu como del otro «Paráclito»: es el Dios a nuestro lado y de nuestro lado, como nuestro abogado defensor. Mirad de dónde viene este nombre para el Espíritu Santo. Viene de la situación amenazante del pobre que ha pedido auxilio, del ser humano que es consciente de sus pobrezas. Y Dios le responde: «Yo soy tu auxilio y soy tu abogado defensor». De ahí viene también la bienaventuranza a los pobres: «Porque Yo estoy contigo, vuestro es el reino de los cielos». Eso es, pues, el Espíritu Santo, nuestro abogado defensor, que es también nuestro consolador.
2.- Testimonio en Hebreos
Hebreos es una larga homilía dirigida a una comunidad cristiana desde hace años, que empieza a tambalearse ante las dificultades o persecuciones:
– «Recordad los primeros días, cuando recién iluminados, sostuvisteis el duro combate de los padecimientos: expuestos a injurias y malos tratos, solidarios de los que así eran tratados. Compartisteis penas con los encarcelados, aceptasteis gozosos que os privarán de vuestros bienes, sabiendo que poseíais bienes mayores y permanentes. No renunciéis a vuestra confianza [confianza unida a la liberación de los miedos, se dirá en griego parresía], que cuenta con una gran recompensa. Os hace falta perseverancia [resistencia, aguante] para obtener lo prometido» (Heb 10,32-36).
3.- Testimonio en la primera carta de Pedro
– «¿Qué mérito tiene aguantar golpes cuando uno es culpable? [Cuando son merecidos los golpes, pagas por lo que te has ganado]. Pero si haciendo el bien aguantáis con perseverancia resistís- el sufrimiento, eso es cosa bella ante Dios» (IPe 2,20-21).
4.- Testimonio en los escritos joánicos
– «Como el Padre me amó, yo también os he amado; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Os he dicho esto para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado» (Jn 15,9-10).
– El Espíritu de Jesús a la iglesia de Filadelfia, una comunidad cristiana pequeña que tiene poco poder, muy fiel a la palabra y al Espíritu de Jesús: «Ya que has guardado mi palabra de resistir activamente (hypomoné), también yo te guardaré de la hora de la prueba, que va a venir sobre el mundo entero para probar a los habitantes de la tierra» (Ap 3,10).
Para meditar:
¿Puede tener algún sentido para ti hablar de paciencia con Dios?
La paciencia con los demás o con uno mismo, ¿te parece que es resignación o le ves dimensiones activas y creativas?
Ante las situaciones amenazantes que nos toque o nos toca vivir, ¿resistimos bien en la fe y confianza? ¿Seguimos actuando con caridad? Y ¿sale fortalecida la esperanza?
2. El reinado de Dios en acto. La redención en acto. Mi padre trabaja siempre y yo también trabajo. ¿Cómo? enviando su Espíritu Santo a la creación y a la historia humana.
El mesianismo de Jesús resultó muy discreto. Los judíos se defraudaron. Los discípulos huyeron ante la condena a muerte de cruz. Durante los primeros siglos se sufrieron los discípulos persecuciones y sólo pudieron ser como levadura en la masa. Hoy como Iglesia vamos siendo reducidos a minoría en la sociedad plural y hemos perdido posibilidad de influencia en la sociedad. ¿Qué quiere decir que el reinado de Dios está en acto, o que es presente?
Por otra parte, socialmente hemos sido testigos de crisis económicas, de la guerra en Siria y terrorismo islámico, de Afganistán, de las migraciones, la pandemia, el volcán, y ahora Ucrania…
Guerra o paz, debemos verlas bañadas desde la luz que viene de un símbolo potente como el del Reinado de Dios que llega, está al llegar, está llegando y ha llegado ya con la palabra, vida y persona de Jesús de Nazaret: convertíos y creed en el Evangelio, en el feliz anuncio del reinado del amor de Dios, redentor del hombre histórico y concreto.
Pero, ¿de qué hablamos? No dejamos de recibir invitaciones a rezar para la superación de lo trágico, y constatamos que, respetando los milagros que se hayan podido dar, las crisis, la pandemia, el volcán, la guerra, etc., acaban cuando acaban, independiente de nuestra aportación.
¿Qué quiere decir que Dios en Jesús ha inaugurado su reinado? ¿Qué aporta? Quizá baste que lo que se vive »trágica» o fatalmente se pueda vivir sólo como «el drama» de la existencia humana drama destinado a su redención en Jesucristo y, por Él, existencia humana destinada a la resurrección en plenitud de vida.
a) ¿El reinado de Dios habla de un Reino futuro? Parece que sí.
1.- Venga a nosotros tu reino (Mt 6,1O; Le 11,2). 2.- En la última cena: no beberé del fruto de la vid hasta que lo beba nuevo en el Reino de Dios (Me 14,25). 3.- Emplazados al vendrán de todos los pueblos, del oriente y occidente y se sentarán en el banquete del Reino de Dios (Mt 8,11-12; Le 13,28-29). 4.- Las bienaventuranzas del Sermón del monte (Mt 5,3-12; Le 6,20-23). Algunos textos aluden a la llegada inminente del Reinado de Dios (Mt 10,23; Me 9,1; 13,30).
Pero también habla de un reinado presente y actuante. ¡Reino ya presente y en acto!:
1.- Hablando por segunda vez de Juan el Bautista, el Reino de Dios presenté a través del ministerio de Jesús: id y decidle … (Mt 11,2-9). 2.- Exorcismos y presencia actuante del Reinado de Dios (Le 11,20). 3.- La afirmación enigmática de la presencia del Reinado de Dios (Le 17,21). 4.- Otros dos versículos que aluden a su presencia en el ministerio de Jesús (Me 2,18-20; Le 10,23-24).
Según Meier, estas citas parecen indicar que el Reinado que prometía Jesús para un futuro próximo, estaba ya presente, paradójicamente, en sus palabras y acciones. (J. Meier, Un judío marginal II/1, 353 ss. y 536-537).
Paradojas y parábolas provocan y despiertan a la mente y el corazón humanos, y abren espacio y tiempo para nuestra libertad. Es una libertad liberada de los callejones sin salida en que deriva la acción humana, liberada para vincularse a Dios (para quien nada hay imposible) y a Jesús y su Evangelio; y liberada para responder creativamente a la realidad histórica, social y cultural de su presente.
A la luz de Jesús y su Evangelio, entra en crisis la comprensión del mundo y de la historia que nos atenaza y nos somete al fatalismo de un tipo u otro. Ananké versus Promesa.
El símbolo del Reinado de Dios desencadenó y puso en marcha una nueva historia de verdadera libertad, inició un proceso de libertad a partir de la dignidad del hombre, que se le reveló dignidad absoluta si era Dios quien se la concedía. Todos los condicionamientos y límites de la libertad humana no le impedían el acceso a una libertad para amar, desde Dios y desde su finitud. Hemos tomado conciencia de tamaña dignidad cuando accedemos a la fe en la Encarnación de su Hijo en Jesús y en su Redención operada cuando entrega a su Hijo en nuestras manos, lo destina a nuestra historia de pecado y la declara a todas luces »redimible».
De este modo nos reveló que su gracia era mayor que nuestro pecado, y nos reconcilió consigo, elevándonos a la dignidad de hijos en su Hijo Jesucristo: «Nos enviaste como Redentor a tu propio Hijo, y quisiste que él fuera en todo semejante al hombre, menos en el pecado, para amar en nosotros lo mismo que amabas en él’ (Prefacio VI).
La salvación implica y requiere nuestra libertad. Se nos redime para poder ser libres. Éxodo y Sinaí, acción liberadora y palabra imperativa, que nos levantan para una verdadera alianza, partner de Dios (Fackenheim 39-40, midrash). Hay· mandamiento porque hay libertad y para que haya libertad responsable. Esto da dicha, pero también asusta. Como lo verdadero, lo Santo, tremendum et fascinans, provoca terror y a la vez gozo, porque parece no permitir negociación. La libertad humana es requerida absolutamente por el Dios del Éxodo y el Sinaí y por el Dios Padre de nuestro Señor Jesucristo, pero para que pueda ser elevada a potencialidades insospechadas por nuestra libertades finitas.
El símbolo paradójico del Reinado de Dios no se explica lógica o conceptualmente, porque toda la vida y dinamismo de la persona de Jesús constituía su explicación, su despliegue. El reinado de Dios es la persona de Jesús entre los hombres y el ámbito de relaciones que abre, interpersonales, liberadoras y comunionales. El reinar de Dios está ya implicado o integrado en su persona de Hijo de Dios encamado, persona ya mediadora en la creación, en la historia dramática humana, y en el misterio de su redención. Y, más allá de toda muerte, Jesucristo es la persona mediadora es de la plenitud escatológica.
Nos ayuda esta mediación de Jesucristo, porque su dimensión personal divina, aunque está afirmada, no está manifiesta en su plena humanidad, y pudo ser percibido como una persona humana, como un hombre cualquiera: «en todo semejante a nosotros menos en el pecado». Hebreos lo proclama a Jesús capacitado para ayudarnos. Es la ayuda de Dios adecuada a nuestra escala humana.
Su relación singular y propiamente filial con Dios, hay que intuirla y confiarse a ella por la fe; como les pasó a sus discípulos. De este modo, vimos que creció en edad, sabiduría y gracia, y siguió creciendo en su acción en Galilea y finalmente en Jerusalén hasta su máxima entrega. Llevó un movimiento ascensional de su humanidad, elevándola a su mayor potencialidad de darse por amar hasta el extremo. Quien esto hizo era la de la persona divina, pero en su plena humanidad nos reveló el nivel al que puede elevar lo humano a su plenitud.
El ser humano, unido a Dios en Jesús, es requerido y capacitado en Él para este esfuerzo ascensional del amor, confiando e ignorando a dónde me puede llevar el amor. Primero, a aceptar mis límites y sonreír agradecido por ser simples hijos de Dios; y, segundo, a darme totalmente para la vida del mundo identificándonos con Jesús y su entrega redentora.
La simbólica del Reinado de Dios nos lleva a hablar de la soberanía de Dios en el mundo.
¿De qué modo? Asignándole al hombre vivir el día a día, la existencia histórica concreta que se le ha ofrecido, pero uniendo su esfuerzo al de Jesús, para elevar su humanidad creativamente para la vida del mundo, para la gloria de Dios, para que el hombre viva, comunión y fecundidad.
Está bien, pero entonces … Qué es la provocación que Jesús desencadena con su acción simbólico profética en el Templo, desafiando el sistema religioso sacrificial, Sino un granito de mostaza en la historia del universo y en la historia humana. Qué es el signo de la acción de partir y compartir el pan con las palabras, este es mi cuerpo entregado, esta es mi sangre derramada por vosotros y por muchos, sino un pequeño signo sacramental. Unos más visibles otros más íntimos, sólo son salvación a modo de signos mientras el drama de la historia humana continúa, apareciendo por momentos como algo trágico.
¿Cuál será el esquema u horizonte de comprensión para nuestra vida del día a día?
¿Utópico? ¿Apocalíptico? ¿Progresista? ¿Equilibrista? ¿La mano invisible del mercado irá corrigiendo? ¿Nuevas posibilidades sin fin que van equilibrando la viabilidad, si no por un camino por otro? ¿Volver a la socialdemocracia, sociedad abierta del bienestar? ¿Reformas o volver a las revoluciones, populismos de derechas o de izquierdas?
Metanoia. »No os amoldéis a este mundo sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir…» (Rom 12,2) Sólo una Teología de la historia da razón suficiente de la historia que hacemos y padecemos los humanos, mientras el reinado de Dios sigue en acto.
«Los tiempos son cumplidos (Me 1,15), por eso invita a sus oyentes a no inquietarse por el pasado-mañana (Mt 6, 25-31), con lo cual no certifica un cambio radical y definitivo _el orden natural o histórico de las cosas. Pero expresa la necesidad de una ruptura con la mentalidad popular de su época y de la nuestra: la vivencia del tiempo . psicológico en el cual estamos sumergidos.
Éste les impidió y nos impide percibir la articulación entre «la presencia» siempre afirmada del reinado de Dios por Jesús y «lo diferido» de sus efectos. «Esto diferido» es condición de posibilidad del acceso a la libertad, la condición para percibir en el presente, la venida del reinado de Dios, como cuidado bien vigilante y permanente de Dios (Duquoc, L ‘unique Christ,-83), [que dispone siempre de la reserva escatológica que es Él], y que sólo Él puede garantizar y salvar el valor del presente. La existencia humana está liberada de la obligación del triunfo o de la imposición de la utopía (la tentación del bien). Cita de Ratzinger, Jesús de Nazaret, 573: El cristianismo es presencia, Invita a alegrarse de la proximidad de Dios y de contribuir activamente a dar testimonio en favor de Jesucristo. [Se inició la liberación del ser humano, en esperanza, no más, no menos].
Desde el evangelio de Juan, la salvación se ofrece como una salvación actual, plenitud que ciertamente abre a un futuro que está por llegar, pero que no está obstinadamente tensionado hacia este futuro imaginado, deseado, esperado, de tal forma que se pueda caer en la desesperanza si la liberación buscada no se realiza en el momento querido.
Desde el Apocalipsis joáneo, el Cordero inmolado es el Viviente, por eso es actualidad eterna, El Hijo, Jesús, de nuevo crucificado y resucitado, alegría de la liberación anticipada en tiempos aún de pruebas. La teología cristológica de la historia no casa con la ideología progresista, no engaña con la ilusión puesta en el futuro inmediato mejor. (Chesterton y el progreso: no dicen nunca progreso respecto de qué, ni con vistas a qué, o el hacia dónde progresamos; porque el ser humano progresa hacia su humanización que incluirá siempre posibilidades y limitaciones. Lo inaceptable es progresar hacia la deshumanización, hacia el posthumanismo, hacia la administración total, hacia la ideología única impuesta a todos).
La cuestión de Dios, el Dios vivo revelado en la historia de Israel y de Jesús, y la cuestión del sufrimiento humano van de la mano (Kasper). Es un Dios con poder de redención y de resurrección (Ratzinger), es nuestra forma de comprender la salvación de los hombres, mientras la historia humana continúa como diálogo de libertades entre Dios y los hombres, y los hombres entre sí. Hay signos de salvación, pero no más, y no menos (J. F. Lavigne, «Introduction. Vers une phénoménologie de l’espérance», en J. Leclercq y J. F. Lavigne (editores), Espérer: Étudesdephénoménologie,Presse univ. de Louvain, Louvain la Neuve 2015).
*** En la sociedad postmoderna se observa una incertidumbre generadora de ansiedad, cada vez más profunda y extensa, en todas las comunidades, vistas las agitaciones ante las injusticias y la indignación ante los poderes dominantes, que sobreviven a cada una de las constantes y crecientes crisis económicas, laborales, sociales, políticas, culturales, educativas (difícil transmisión de valores humanizadores), sanitarias, climáticas, ecológicas. Resultado una sociedad nada convivencial ni dialogante, polarizada en sus extremos y oposiciones.
La mirada cristiana puede aportar mucho a esta sociedad en convivencia, respeto, diálogo, paz, vida, acuerdos, dignidad de cada persona, aguante, esperanza, fe y amor. La esperanza cristiana es contra toda esperanza, es decir, contra el cumplimiento de lo esperado, y se afirma a pesar de todo como un »yo espero en Ti y yo espero de Ti».
Para que sea posible esperar de verdad -para que pueda hablarse de la esperanza- el hombre tiene que fiarse de la «gracia», es decir de lo gratuitamente dado. «En la raíz de la esperanza, hay algo que nos es literalmente ofrecido» (G. Marcel, Homo Viator). Sólo el don, lo dado, la donación y el Dador absoluto, pueden fundar que podamos esperar. Y la esperanza cristiana: una abertura a posibilidades insospechadas, puestas a disposición de nuestra necesaria libertad y creatividad respecto la realidad dada.
Se trata de la práctica de la liberación que Jesús ha actuado durante toda su vida. Que no prescinde de la oración -venga a nosotros tu reino-, ni de la esperanza, o del velad y orad. Su oferta de comunión de amor no es una resignación ante la injusticia, pero tampoco es equivalente a una revolución social ni a una proyección utópica; sino que se inscribe en la historia de la salvación concreta, a modo de signos, que Dios opera a) en el Misterio Pascual de su Hijo Jesús y b) en su acción sacramental, y c) en la acción social, cultural y testimonial de sus discípulos.
Son signos que llaman a la fe en que Dios reina y libera, pero también «parecen poco» a muchos que no los consideran suficientes, no serían la liberación social e individual en que se proyectan nuestros contemporáneos; por eso, acabarán defendiéndose de ellos. Ya les pasó a los judíos del tiempo de Jesús hasta los judíos actuales, que se resisten a ver en Jesús al Mesías. No da la talla.
¿Por qué? Porque los signos de Jesús, y los signos de la Iglesia o sus discípulos, por una parte, no han sido ni son suficientes para implantar la justicia en la tierra (judaísmo). Y, por otra parte, acaban estorbando al hombre autónomo contemporáneo para pueda proyectar mejor la salvación de la humanidad con total libertad, sin depender del Cielo.
Sin embargo, Dios significa crisis de dicha autosuficiencia. Significa liberación para la libertad humana para que asuma sus límites y sus muchas posibilidades, pero entendiendo que la salvación de lo humano sólo se dará en la comunión con Dios, el Padre, que nos hace libres para poder responsabilizamos del hermano, sin poder ser su solución. Siempre la liberación que nos ofrece el Misterio Pascual será una liberación en esperanza (spe salvi), para poder asumir la responsabilidad ante la realidad concreta; nunca es el deber de la utopía.
Para meditar o compartir:
¿Cuál es el grado de convicción mía de que el reinado de Dios está en acto, libera y salva, aunque sea a modo de signos, en la acción sacramental y en la acción social del cristiano?
Si me parece poca liberación o salvación, ¿en qué imagen de Dios estoy
pensando?
¿Estamos más cerca de la verdad cuando abdicamos de la creencia en el progreso indefinido, siempre a mejor?
3. Evangelizar en tiempos de increencia. Creyentes por los que no creen.
Dice Dios por boca del Segundo Isaías:
«Es poco que seas mi Siervo para restablecer las tribus de Jacob y traer de vuelta a los supervivientes de Israel. Te bago Luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra» (Is 49,6).
Nosotros, como criaturas que somos, nos presentamos ante el Señor nuestro Dios como sus siervos. Pero Él nos toma y nos levanta para que seamos luz ante los pueblos, para las gentes, para las personas concretas con las que nos encontramos y en medio de las que vivimos. Es una vocación, es una llamada a creer «por» los demás, a creer, esperar y amar «por» ellos, los que no creen, ni esperan ni aman a Dios porque no le conocen o tienen falsas imágenes de Dios.
Es el misterio pascual o el misterio de la redención, de unos por otros. Comenzó Jesús viviendo y muriendo «por» nosotros; fiel al Padre y a nosotros, «por» nosotros. Y también Jesús se dirige a nosotros y nos dice: »Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos [… ]. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer» (Jn 15,13-15). Discípulos de Jesús, somos elevados a amigos íntimos a los que confía su misión de evangelizar, llevar presencia y amor de Dios, ser presencia de Dios entre los hombres y mujeres de nuestro tiempo. ¡Alegres discípulos misioneros! (Doc. de Aparecida).
Y, siguiendo a T. Halik, podemos decir que somos presencia de Dios en la ciudad secular, que ha venido a ser para el creyente como el desierto. La ciudad secular se nos ofrece como si se pudiera vivir sin la fe y sin memoria cristiana, ausencia de Dios. A su vez, la ciudad y su ruido me hace anónimo, no hace falta que grite mucho mi «ego», soy un ciudadano más, nadie, a no ser que alguien me reconozca. Cierto; en los dos sentidos le conviene a la ciudad la metáfora del desierto, desierto en la ciudad (vacío de Dios y de lo sagrado; templos reducidos a museos) o ciudad como desierto, por la inmensidad ante el individuo, el anonimato y la ausencia de escucha y acogida personal.
Pues bien, si el desierto es lugar de maduración de la fe y conversión al Dios que, aun allí, me reconoce y me llama, la ciudad secular es un estupendo lugar para la maduración de mi fe (se prueba la resistencia de mi fe), de mi esperanza (tantos tiempos de espera y duración que roban «mi» tiempo) y de mi amor (tantos roces o incomodidades). Aquí, en la ciudad secular, en el anonimato aún en mi barrio o mi finca o urbanización, en mi desierto, puedo amar a las personas que no conozco, y hacerlo aun sin correspondencia, desinteresadamente, liberado de mí mismo.
Diríamos que el ruido de la calle puede ser tan eco de Dios como el silencio del monasterio. Esta mirada sólo es posible si llevo el silencio conmigo, o mejor, si llevo a Dios conmigo, si mantengo el diálogo íntimo con Jesús o María, si llevo presencia de Dios a donde quiera que vaya, si soy amor y solo puedo amar a lo divino.
Sí, podemos ser presencia de Dios, ser su bondad, amistad y ternura por la causa humana, redimiendo a las personas de su anonimato, haciéndolas personas con el saludo o el silencio. Y esto, entre las gentes que viven sin fe, sin Dios, o que ya no se amparan en las instituciones cristianas, a no ser los pobres cuando recurren a Cáritas.
En efecto, hay dos pobrezas a cuál de ellas más dolorosa: la que no consigue lo necesario para sobrevivir y la que, disponiendo de todo lo que necesita, no sabe para qué vivir. Una suele hallarse en los barrios de las ciudades, en las periferias, en lenguaje del papa Francisco, fuera del centro. La otra se halla tan descentrada como la primera, por eso las llama «periferias existenciales»; aunque puedan vivir en el centro de la ciudad o en urbanizaciones delimitadas, viven descentradas.
Saliendo hacia las periferias, pues, y entre las gentes sin centro ni norte, creemos «por ellos», esperamos y amamos «por ellos», «por ellos y por muchos». Creer en Dios, llevando a Dios, es lo que crea mi soledad en la ciudad, por la falta de correspondencia o solidaridad con mi fe y amor, por la dificultad de compartirla en el espacio público. Ahí nos asimilamos al misterio de Jesús abandonado en la cruz, comprendemos que hemos de permanecer en su amor para la redención de los hombres, y resucitamos con él con la alegría de ser sus discípulos enviados a todas las gentes. Sentir dicha soledad no hace daño, porque es elegida (es la libertad de la fe) y porque vamos con Alguien, o esperas a Alguien que llega con su bendición y su poder resucitador, o respiras por Alguien que te hace ser tú mismo, y confías que pronto o tarde se les manifieste a los otros.
Dice Madeleine:
«Como el monje acaricia con su mirada los muros de la clausura, del mismo modo, desde el momento de levantarnos, abramos nuestra alma a las pequeñas soledades del día. Porque nuestras minúsculas soledades [minúsculas en comparación con las de los monjes], son tan grandes, tan apasionantes, tan santas, como todos los desiertos del mundo; ellas están habitadas por el mismo Dios, el Dios que hace santa la soledad» (243). No son tristes soledades, porque vivimos soledades en compañía, en la mejor compañía: Dios. Pero aun como soledad elegida, por ser libre el creer en medio de la increencia, puede ser algunos días «cruelmente costosa» cuando estemos necesitados de compartir una gran alegría o un gran cansancio con alguien, y sólo nos quede compartirlo con Dios (cf. 243).
Interiorizar.
¿No es apasionante esta perspectiva para evangelizar en tiempos del coronavirus Covid-19, o en tiempos de crisis sociales y económicas continuadas, o en tiempos en que cae la fe en el progreso, cuando ya no se nos puede engañar tan fácilmente? ¿No. nos enamora esta vocación laical a la evangelización en la ciudad secular y totalmente mediatizada con retóricas narcotizantes con el «mañana con nosotros te irá mejor»? ¿No te parece que los cristianos somos muy necesarios para este mundo, aunque parezca que nadie nos necesita?
¿Que qué puedo hacer? No corramos a contestar esa pregunta desde lo que ya sabemos hacer. Caminemos un trecho más con Dios. Se lo preguntaremos también a Dios. Toca innovar, imaginar, crear nuevos caminos, se hace camino al andar. Por eso, porque nos hacemos preguntas para las respuestas que ya conocemos y que no acaban de satisfacer, hablamos de soledad en compañía de Dios, del silencio en la escucha de los hermanos y de la oración. Dice Madeleine:
«¿Por qué el canto de la alondra en el trigal, el rechinar de los insectos en la noche, el zumbido de las abejas en el tomillo, el murmullo del agua … alimenta nuestro silencio, y no así los pasos de la multitud de la calle, las voces de mujeres en el mercado, los gritos de hombres en sus trabajos, la risa de los niños en el jardín, las canciones que salen de los bares? Todo es ruido de las criaturas que se dirige a su destino, todo es eco de Píos en orden o en desorden, todo es señal de la vida al encuentro de nuestra vida» (245).

ORACIONES
Casa de Espiritualidad Nuestra Señora de Montiel, Benaguasil
ORACIÓN de comienzo
Canto: Confitemini Domino, quóniam bónus (bis). Dad gracias al Señor porque es bueno.
Un año más venimos con esperanza a entrar en lo profundo de nuestro ser, para renovar nuestra vida espiritual y acercarnos más al proyecto de plenitud que tienes para cada uno de nosotros y para nuestro grupo.
Escuchamos y hacemos nuestra la voz del salmo 94, dirigida directamente a cada uno de nosotros. Ahí están las claves que indican con qué actitudes comenzar estos días que son regalo de Dios.
«Ven, aclama al Señor, que sostiene tu vida, que te salva del sinsentido, de la indiferencia, de vivir una vida a medias. Ven, aclama al Señor, la roca sobre la que puedes caminar y construir tu vida.
Entra en su presencia allá donde estés, y sé consciente de la desproporción. Su grandeza, tu necesidad. Él te ha creado, te ha dado la vida. Tú eres parte de su creación. Él te muestra un camino, y tú puedes recorrerlo. Pero ni impone, ni anula. Bendice al Señor, porque él es tu Dios, tu fortaleza.
Ojalá escuches hoy su voz. No endurezcas tu corazón, que es una tentación universal. Prescindir de él, comprar otras lógicas, otros discursos, otras maneras de ser. Tentarle, exigiéndole pruebas… No caigas en ello. Escúchale, y respóndele.»
LECTURA BREVE. Is 1, 16-18
«Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Cesad de obrar mal, aprended a obrar bien; buscad lo que es justo, haced justicia al oprimido, defended al huérfano, proteged a la viuda. Entonces, venid, y litigaremos –dice el Señor–. Aunque vuestros pecados sean como la grana, blanquearán como la nieve; aunque sean rojos como escarlata, quedarán blancos como lana.»
Silencio
Padre Nuestro…
Celebración Penitencial
Canto: El alma que anda en amor, ni cansa, ni se cansa.
Reflexión personal. Examen de conciencia
(Basado en el mensaje de Cuaresma del Papa Francisco de 2021)
Música de Taizé de fondo.
Para nuestro camino cuaresmal de 2022 nos hará bien reflexionar sobre la exhortación de san Pablo a los gálatas: «No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras tenemos la oportunidad (kairós), hagamos el bien a todos» (Ga 6,9-10a).
¿Qué es para nosotros este tiempo favorable? Ciertamente, la Cuaresma es un tiempo favorable, pero también lo es toda nuestra existencia terrena, de la cual la Cuaresma es de alguna manera una imagen. Con demasiada frecuencia prevalecen en nuestra vida la avidez y la soberbia, el deseo de tener, de acumular y de consumir, como muestra la parábola evangélica del hombre necio, que consideraba que su vida era segura y feliz porque había acumulado una gran cosecha en sus graneros (cf. Lc 12,16-21). La Cuaresma nos invita a la conversión, a cambiar de mentalidad, para que la verdad y la belleza de nuestra vida no radiquen tanto en el poseer cuanto en el dar, no estén tanto en el acumular cuanto en sembrar el bien y compartir…
No nos cansemos de hacer el bien … Frente a la amarga desilusión por tantos sueños rotos, frente a la preocupación por los retos que nos conciernen, frente al desaliento por la pobreza de nuestros medios, tenemos la tentación de encerrarnos en el propio egoísmo individualista y refugiarnos en la indiferencia ante el sufrimiento de los demás.
No nos cansemos de pedir perdón en el sacramento de la Penitencia y la Reconciliación, sabiendo que Dios nunca se cansa de perdonar. No nos cansemos de luchar contra la concupiscencia, esa fragilidad que nos impulsa hacia el egoísmo y a toda clase de mal, y que a lo largo de los siglos ha encontrado modos distintos para hundir al hombre en el pecado (Fratelli tutti, 166). Uno de estos modos es el riesgo de dependencia de los medios de comunicación digitales, que empobrece las relaciones humanas. La Cuaresma es un tiempo propicio para contrarrestar estas insidias y cultivar, en cambio, una comunicación humana más integral (cf. ibíd., 43) hecha de «encuentros reales» ( ibíd., 50), cara a cara.
No nos cansemos de hacer el bien en la caridad activa hacia el prójimo. Durante esta Cuaresma practiquemos la limosna, dando con alegría (cf. 2 Co 9,7). Dios, «quien provee semilla al sembrador y pan para comer» (2 Co 9,10), nos proporciona a cada uno no sólo lo que necesitamos para subsistir, sino también para que podamos ser generosos en el hacer el bien a los demás. Si es verdad que toda nuestra vida es un tiempo para sembrar el bien, aprovechemos especialmente esta Cuaresma para cuidar a quienes tenemos cerca, para hacernos prójimos de aquellos hermanos y hermanas que están heridos en el camino de la vida (cf. Lc 10,25-37). La Cuaresma es un tiempo propicio para buscar —y no evitar— a quien está necesitado; para llamar —y no ignorar— a quien desea ser escuchado y recibir una buena palabra; para visitar —y no abandonar— a quien sufre la soledad. Pongamos en práctica el llamado a hacer el bien a todos, tomándonos tiempo para amar a los más pequeños e indefensos, a los abandonados y despreciados, a quienes son discriminados y marginados (cf. Carta enc. Fratelli tutti, 193).
Oración
Te pedimos Señor la paciente constancia del agricultor (cf. St 5,7) para no desistir en hacer el bien, un paso tras otro. Que quien caiga tienda la mano al Padre, que siempre nos vuelve a levantar. Que quien se encuentre perdido, engañado por las seducciones del maligno, que no tarde en volver a Él, que «es rico en perdón» (Is 55,7).
Te pedimos que en este tiempo de conversión nos apoyemos en la gracia de Dios y en la comunión de la Iglesia, en el ayuno que prepara el terreno , la oración que riega y la caridad fecunda.
Te pedimos el don de la perseverancia en la práctica del amor fraterno, para que todos alcancemos la alegría del Reino de Dios.
Pedimos a la Virgen que permanezca a nuestro lado para aprender como ella la paciencia de «conservar todas estas cosas y meditarlas en su corazón.»
Canto: Ave María
ORACIÓN DE LA MAÑANA
domingo
Monición
«¡La luz de la misericordia ha irrumpido en la oscuridad de nuestra miseria!». Por eso este es el tiempo oportuno a mirar lo nuevo que Dios realiza y ser creativos; Tiempo de audacia para lanzarnos hacia adelante abriendo caminos de vida; Tiempo de experimentar el perdón y la confianza de Jesús que nos invita a vivir de una manera diferente.
Canto
Bendecid al Señor (Taize)
Lectura
Solo en ti encuentro mi descanso.
Tú eres, Señor,
el aceite y bálsamo en mis heridas,
el árbol que me regala su sombra,
el agua fresca en mis sequedades.
Tú eres la mano que me levanta y sostiene,
las raíces por donde empiezan a crecer nuevas flores,
las alas que me hacen volar en libertad.
El mundo anda enfermo y cabizbajo.
Odio, injusticia, pobreza y violencia
son sus principales dolencias.
Sigue llamando a hombres y mujeres
que tengan como vocación primera sanar:
sanar tristezas, sanar historias,
sanar familias, sanar la iglesia,
sanar heridas, sanar la tierra.
A ti levanto mis ojos,
buen Médico del alma.
En ti espero y pongo toda mi confianza.
Padrenuestro
Eucaristía
3 de abril de 2022
Canto de entrada: Laudate Omnes Gentes
Monición de entrada
No Arrojes Piedras
¿Has tenido tú alguna vez la experiencia de herir fuertemente a alguien, pero que la persona ofendida te perdonara, quizás con dificultad, pero aceptando tu apología, y el problema se acabó? ¿Recuerdas qué aliviado te sentiste, como si fueras una nueva persona? Así es como Dios sigue perdonándonos a nosotros: él nos vuelve a hacer nuevos cada vez. ¿Vivimos nosotros como perdonados, como pueblo nuevo? ¿Hacemos nuevos a otros con nuestro perdón? — Encontremos nuevamente en esta eucaristía a nuestro Señor, Jesús, paciente y que siempre nos perdona, como perdonó a la mujer adúltera a quien iban a apedrear..
Hoy aprenderemos de Jesús que Dios va más allá de la ley, porque perdona, y sigue perdonando. Ésta es la actitud que aprendemos de Dios. Mira a tu propio corazón y date cuenta de que necesitas perdón. Y así, repetidas veces. Entonces, perdonarás también fácilmente a otros. — Pidámosle a Jesús esta actitud, incluso cuando todavía sentimos la herida infligida.
Cáritas, con el lema “Apuesta por el empleo inclusivo”, celebra hoy su Jornada.
Nos propone un momento de reflexión, un instante para pararnos a pensar en que el
trabajo no tiene sólo una finalidad económica sino que implica la dignidad de las personas.
Acto Penitencial
Durante esta cuaresma hemos mirado dentro de nosotros mismos y se espera que nos hayamos dado cuenta de que somos pecadores en constante necesidad de perdón.
Busquemos sinceramente el perdón del Señor.
(Pausa)
Señor Jesús, tú no nos arrojas piedras contra nosotros y quieres que tampoco las arrojemos contra nadie.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo Jesús, tú no nos condenas porque has venido a salvar lo que estaba perdido y quieres que seamos libres y que tengamos vida.
R/ Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, tu nos dices que vayamos y no pequemos más.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Ten misericordia de nosotros, Señor, perdónanos y haznos nuevos. Llévanos a la vida eterna.
Oración Colecta
Pidamos a nuestro Padre que sepamos imitar su misericordia.
(Pausa)
Oh Dios de vida: Ésta es la Buena Noticia de salvación, que nos proclamas hoy por medio de tu imagen viviente, Jesucristo: El amor es más fuerte que la muerte; tú quieres que el pecador viva y que llegue a ser totalmente nuevo.
Haz que no vivamos por más tiempo en el pasado del pecado, sino que seamos libres para dar vida y para amar. Danos un corazón tan compasivo para con los hermanos como el tuyo, siempre indulgente y cariñoso para con nosotros.
Te lo pedimos por el mismo Jesucristo nuestro Señor.
Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (43,16-21):
Esto dice el Señor, que abrió camino en el mar y una senda en las aguas impetuosas; que sacó a batalla carros y caballos, la tropa y los héroes: caían para no levantarse, se apagaron como mecha que se extingue. «No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis? Abriré un camino por el desierto, corrientes en el yermo.
Me glorificarán las bestias salvajes, chacales y avestruces, porque pondré agua en el desierto, corrientes en la estepa, para dar de beber a mi pueblo elegido, a este pueblo que me he formado para que proclame mi alabanza».
Palabra de Dios
Salmo 125,1-2ab.2cd-3.4-5.6
R/. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres
Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sión, nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares.
El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Recoge, Señor a nuestros cautivos como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.
El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Al ir, iba llorando, llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando, trayendo sus gavillas.
El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (3,8-14):
Hermanos:
Todo lo considero pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor.
Por él lo perdí todo, y todo lo considero basura con tal de ganar a Cristo y ser hallado en él, no con una
justicia mía, la de la ley, sino con la que viene de la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe.
Todo para conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, con la esperanza de llegar a la resurrección de entre los muertos.
No es que ya haya conseguido o que ya sea perfecto: yo lo persigo, a ver si lo alcanzo como yo he sido alcanzado por Cristo.
Hermanos, yo no pienso haber conseguido el premio. Sólo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, hacía el premio, al cual me llama Dios desde arriba en Cristo Jesús.
Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según san Juan (8,1-11)
En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.
Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron:
—«Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?».
Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.
Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:
—«El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra».
E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.
Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer en medio, que seguía allí delante.
Jesús se incorporó y le preguntó:
—«Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?».
Ella contestó:
—«Ninguno, Señor».
Jesús dijo:
—«Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más».
Palabra del Señor
Oración de los Fieles
Con su amor, Dios quiere hacer siempre nuevo al mundo. Encomendemos a su misericordia nuestras intenciones y las de nuestros hermanos y hermanas. Y digamos: R/ Señor de la vida, en ti confiamos.
Por la Iglesia a la que amamos, para que sea en nuestro mundo un lugar y un signo de perdón y reconciliación, roguemos al Señor.
R/ Señor de la vida, en ti confiamos.
Por los que condenan y por los condenados, roguemos al Señor.
R/ Señor de la vida, en ti confiamos.
Por los hogares rotos; y también por las familias bien unidas, roguemos al Señor.
R/ Señor de la vida, en ti confiamos.
Por los que se sienten heridos por los problemas de la vida; y también por los que siguen esperando, roguemos al Señor.
R/ Señor de la vida, en ti confiamos.
Por los gobernantes y los que tienen alguna autoridad, para que presten atención a las necesidades del pueblo, y para que no aplasten a nadie con su poder, roguemos al Señor.
R/ Señor de la vida, en ti confiamos.
Por nuestras comunidades cristianas, para que sigan aceptando a todos con comprensión y compasión, roguemos al Señor.
R/ Señor de la vida, en ti confiamos.
Señor Dios nuestro, te damos gracias por escucharnos y por mostrarnos tu misericordia, por medio de Jesucristo nuestro Señor.
Canto de comunión: Pray the Lord my Soul
Oración después de la Comunión
Oh Padre tierno y compasivo: Te damos gracias por habernos permitido participar en esta eucaristía, en el sacrificio de tu Hijo que nos ha traído tu perdón y tu paz.
Que él nos dé a nosotros, pecadores perdonados, la fuerza para permanecer fieles a ti.
Haz que seamos discípulos exigentes con nosotros mismos pero muy misericordiosos con los demás. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Hemos oído hoy la invitación del Señor a no encerrarnos en nosotros mismos, en la mediocridad del pasado, sino a partir decididamente hacia el futuro con fresca generosidad. Este futuro no se realizará sin dificultades: El Señor nunca promete una vida fácil, pero promete estar siempre con nosotros.
Que así sea, con la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo por los siglos de los siglos.
Canto final: Magnificat anima mea Dominum.
ORACIÓN UNIVERSAL
1. Por la Iglesia, para que se renueve decididamente, a fin de que sea fiel a Jesucristo. Oremos al Señor.
2. Por los que gobiernan la vida de las naciones y dirigen la economía de los pueblos, para que tomen las medidas y acuerdos necesarios para defender la justicia y construir la paz. Oremos al Señor.
3. Por los que sufren injusticia y pobreza, por los que lloran, por los que mueren bajo el hambre o la sed, para que se sientan defendidos del mal y abrazados como hijos. Oremos al Señor.
4. Por las familias de nuestro grupo, para que sean un espacio donde se respire el amor y se viva la solidaridad. Oremos al Señor.
5. Por los migrantes que buscan en nuestro país un lugar donde poder vivir en paz, para que los acojamos sin prejuicios y discriminación. Oremos al Señor.
6. Por nuestra comunidad, para que este tiempo de preparación a la Pascua nos ayude a sentirnos más hermanos unos de otros y aprendamos a vivir mejor nuestra condición de discípulos de Jesús. Oremos al Señor.
ORACIÓN COMUNITARIA
Dios, nuestro, que en Jesús nos has dado un modelo de persona completa y lograda, en lucha contra el mal y plenamente humana, tentada pero victoriosa. Queremos seguir ese modelo de firmeza y fidelidad, de humanidad y fortaleza, de fidelidad a ti y a los hermanos. Te lo pedimos a Ti que vives y haces vivir, por los siglos de los siglos. Amén.
