GRADUATS DE A.C. VALENCIA… ¿UN LAICADO EN ACCIÓN?

Se está  preparando un congreso de laicos que parece surgir de la necesidad de reflexionar sobre cómo vertebrar su presencia en la Iglesia dentro de  una estructura eclesial clericalizada, y también sobre su presencia en la vida pública.

 Se nos propone una reflexión previa por parte de grupos, comunidades, movimientos, parroquias…etc., sobre la base del documento “Volver a la escuela de Jesús”.

Por nuestra parte, hemos intentado llevar la reflexión a los equipos, para hacer con ella revisión de vida sobre nuestra trayectoria como movimiento que nació en la Acción Católica,  desvinculado organizativamente desde hace muchos años de las estructuras eclesiales diocesanas, y con una relación cercana en lo personal pero no efectiva en cuanto a participación y co-responsabilidad, con el Movimiento de Profesionales Cristianos de Acción Católica.

Graduats ha sido, y es,  nuestra pequeña iglesia doméstica. Siempre hemos estado acompañados por un sacerdote, (a veces por más de uno)  que nos ha ayudado a crecer en la fe, a vivir la espiritualidad y a profundizar en la formación cristiana. 

De nosotros podemos decir que hemos perseverado como grupo de Iglesia, fieles a una manera de funcionar (formación-espiritualidad-acción), que nos era compatible con los distintos momentos vitales de cada cual, que ha habido algunas incorporaciones de gente que se ha quedado, y que algo hemos crecido como personas y como grupo.

 Nuestro compromiso individual como creyentes se ha centrado en el mundo profesional porque ese es el carisma de nuestro movimiento. El compromiso de cada uno en el mundo de su profesión: cada uno en el suyo específico: Enseñanza (primaria, secundaria), Sanidad, Empresa, otras instituciones públicas… Así, las personas que forman parte del movimiento han asumido responsabilidades profesionales y han intentado llevar ese talante cristiano a los compromisos asumidos. 

Además en el ámbito específico del compromiso eclesial, hubo un tiempo en que estuvimos muy implicados como grupo en estructuras eclesiales, como Pastoral juvenil y universitaria, y Junta diocesana de Acción Católica. Tras esa primera etapa, a raíz de un seminario de formación, tomamos un compromiso de colaboración con Cáritas, participando en el sostenimiento económico de un proyecto que luego pasó a ser una aportación individual no finalista. Dos personas del grupo se implicaron también como voluntarias mientras su situación familiar lo permitió.  Algo similar sucedió más adelante, que nos movió a acercarnos a la fundación Novaterra, en la cual participa una persona como voluntaria, y otras como asociadas. No se pudo formalizar el poder tomar parte  del Patronato, al no estar regularizada nuestra situación administrativa.

Y respecto a la relación con la Acción Católica, recibimos una llamada  de los Profesionales Cristianos de Badajoz, que acudieron a visitarnos, y favorecieron un vínculo de amistad con el resto de militantes de otras provincias. Aquello nos dio un nuevo impulso y fue una invitación a abrirnos a otras realidades eclesiales con las que compartíamos, entre otras muchas cosas, una procedencia común, y el lugar donde centramos nuestro compromiso en el mundo: el medio profesional. Acudimos a sus Sesiones de estudio anuales, y tuvimos algunos encuentros en que asistimos a actividades y celebraciones que nos hicieron sentir cuán cercanos nos sentíamos, y también admirar su manera de ser Iglesia y su compromiso en la sociedad. Pero no dimos el paso de involucrarnos más en sus actividades conjuntas y en la gestión del movimiento.

Algunos de nosotros hemos tratado de promover y difundir las actividades del Fòrum Cristianisme i Món d’avui, encuentros que nos han conectado con la realidad de una Iglesia de frontera, que trabaja en los márgenes de la sociedad, desde una profunda vivencia de la fe y el seguimiento, y que irradia y celebra la alegría que surge cuando se unifica al fe y el compromiso con los más desfavorecidos.

Un matrimonio de miembros de nuestro movimiento tiene vinculación parroquial. Las celebraciones litúrgicas, que son parte fundamental de nuestro ser cristianos, las llevamos a cabo en nuestras actividades comunes del movimiento: el resto del tiempo litúrgico  asistimos personal o colectivamente a los lugares de culto que nos resultan más cercanos.

Respecto a nuestra forma de entender el papel de los laicos en la Iglesia: 

 “Nuestra experiencia de comunidad, primero algunos en la JEC y luego en graduados, creo que es un ejemplo de lo que significa corresponsabilidad, participación y democracia en la Iglesia. 

En nuestra comunidad (movimiento) creo que todos nos sentimos tratados y nos comportamos como «adultos laicos”, responsables de las cuestiones relacionadas con la administración, programación, revisión o formación que nos resulta necesaria. 

Nos hemos sentido laicos adultos y hemos sido siempre considerados como tales; aunque, a veces, no nos hemos comprometido como tales. 

Asumimos con frecuencia la mayor implicación de unos u otros, con el criterio subyacente de su formación o su capacidad en determinados ámbitos, sin preguntarnos ni cuestionarnos si es un laico o no lo es… 

Y lo que es más importante, esta forma de ser Iglesia, es parte ya de nuestra forma de ser. No nos sorprende, no nos la cuestionamos y la damos por supuesta. 

Quizás nuestro “pero» se encuentra en no haber compartido,  nuestra forma de ser, con otros en la Iglesia.”

Aportamos aquí nuestra reflexión en los equipos, y queda tras ella la pregunta: nuestro movimiento como tal, y cada cual como perteneciente a la Iglesia, ¿nos sentimos llamados a dar algún paso hacia la integración en las estructuras eclesiales? ¿Qué propuestas de las que hacemos asumimos de verdad? ¿Vamos a participar en el sínodo? ¿Vamos a colaborar en las acciones concretas que de este sínodo surjan? ¿En qué?