Querida Amazonia

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Comentarios sobre la
exhortación apostólica postsinodal
Querida Amazonia
del papa Francisco


Víctor Manuel Fernández: «La exhortación ‘complementa’ al documento sinodal sin anularlo»

12.02.2020 | Víctor Manuel Fernández, arzobispo de La Plata


No reducir “Querida Amazonia” a pequeñeces eclesiásticas. El documento plasma «los dolores y las angustias de Francisco». «Por primera vez una exhortación apostólica no se constituye en una interpretación del Documento conclusivo del Sínodo ni en una restricción de sus contenidos. Sólo es un marco complementario de ese documento». Lo que hace es “presentar oficialmente” (3) ese documento y pedir que todos los obispos y agentes pastorales de la Amazonia “se empeñen en su aplicación” (4). Esta es una enorme novedad que lamentablemente ha pasado desapercibida «Tampoco podemos cometer el error de acallar la voz profética de este texto para la sociedad, para la política, para los movimientos sociales, sólo porque no se detiene a hablar de los viri probati». «Es un texto suficientemente bello, quizás el más bello de los que ha escrito Francisco. También es marcadamente profético, en partes inusualmente duro en su crítica social» Mucha gente, antes de leer “Querida amazonia”, se ha concentrado en el lamento porque no ha hablado de los viri probati (ordenación de algunos hombres casados). En este punto no se supo recoger una preocupación que Francisco expresó varias veces: pensar en soluciones demasiado clericales ante los problemas de la sociedad y de la Iglesia en Amazonia. Él ha insistido más bien en enfrentar las carencias y dificultades dando lugar, con mayor audacia, a una Iglesia “marcadamente laical” (94). Algunas personas progresistas, durante el Sínodo, lamentaban que las expectativas se concentraran en los viri probati en lugar de mirar con mayor amplitud los caminos que necesita la Iglesia en Amazonia. Se trata de dar mayor autoridad a los laicos, y en todo caso de acompañarlos para que puedan llevar las riendas de la Iglesia en Amazonia. Por ello Francisco pide explícitamente que no se relacione demasiado el sacerdocio con el poder (87). Ser signo de Cristo cabeza requiere entender a esa Cabeza (Cristo) como fuente de la gracia más que como autoridad. Francisco reclama que los laicos en la Amazonia desarrollen más sus atribuciones y capacidades aun para organizar y gestionar las comunidades (89). Para ello, deben estar “dotados de autoridad” (94). La discusión sobre los viri probati ha hecho que algunos se concentraran sobre todo en eso en lugar de imaginar con audacia los caminos de una Iglesia “marcadamente laical”. Sin embargo, tampoco hay que afirmar, como han dicho algunos medios, que Francisco ha cerrado las puertas o ha excluido la posibilidad de ordenar algunos hombres casados. De hecho, en la introducción Francisco limita los alcances de su propio documento: “No desarrollaré aquí todas las cuestiones abundantemente expuestas en el Documento conclusivo” (2). Se refiere al documento con el cual concluyó el Sínodo de los Obispos celebrado en Roma. Está claro que si el Papa no desarrolla algún punto no es porque queda excluido, sino porque adrede no quiso repetir al Sínodo.


«Querida Amazonía». ¿El inicio de una nueva recepción creativa del camino sinodal?

29.02.2020 Rafael Luciani


Francisco recupera el momento eclesiológico de la Iglesia. El actual pontificado se comprende en el marco de una nueva fase en la recepción del Concilio Vaticano II que ha generado un proceso de eclesiogénesis, una Iglesia en transición, guiada por la emergencia de una hermenéuticagenético-inductiva inspirada en el magisterio y la vida eclesial latinoamericana, y en sus raíces ignacianas. En esta fase transicional coexisten distintos modelos eclesiológicos que han hecho resurgir nuevos debates en torno a la recepción del Concilio y la evolución del magisterio.

El modelo hasta ahora reinante, aún no superado, de corte piramidal y clerical ha llevado a un fracaso institucional que quedó al descubierto, entre otras cosas, al revelarse las causas que motivaron la renuncia de Benedicto XVI.

 En este contexto, Francisco ha impulsado el inicio de un proceso de recepción creativa del Concilio. Más que reformar estructuras eclesiales, ha buscado convertir mentalidades, redireccionar los modos de proceder institucionales a la luz de un modelo de Iglesia misionera y sinodal.

En esta encrucijada se sitúan las discusiones actuales sobre la recepción de la nueva Exhortación Apostólica «Querida Amazonía» (QA). La parresia que se muestra en su lectura de lo ecológico y lo teológico-cultural, a partir de los procesos de inculturación en los pueblos indígenas, no puede poner de lado las serias y necesarias consideraciones, de orden hermenéutico y eclesiológico, en razón del conflicto de interpretaciones que ha generado. Si la visión de una ecología integral no se traduce en una nueva eclesiología no lograremos avanzar en la posibilidad de una reforma institucional. Podemos hablar de una nueva hora para la Iglesia latinoamericana ya que la actual fase del pontificado de Francisco la coloca ante un desafío, una encrucijada eclesiológica y ministerial.

1. «No todas las discusiones doctrinales, morales o pastorales deben ser resueltas con intervenciones magisteriales» (AL 3)

Francisco suele aportar claves de lectura e interpretación al inicio de sus Exhortaciones. En Amoris Laetitia se avizora, con claridad, una hermenéutica genético-inductiva del magisterio, que emerge como fruto de un proceso eclesio-genético que acontece a partir de la relación que se establece entre las Iglesias locales y las culturas en las que hacen vida y les dotan de forma específica. En este sentido, se valora más la inculturación de la doctrina antes que la formulación de leyes universales, ya que «las culturas son muy diferentes entre sí y todo principio general […] necesita ser inculturado si quiere ser observado y aplicado» (Amoris Laetitia 3). Así lo explica el Papa:

«Recordando que el tiempo es superior al espacio, quiero reafirmar que no todas las discusiones doctrinales, morales o pastorales deben ser resueltas con intervenciones magisteriales. Naturalmente, en la Iglesia es necesaria una unidad de doctrina y de praxis, pero ello no impide que subsistan diferentes maneras de interpretar algunos aspectos de la doctrina o algunas consecuencias que se derivan de ella (…). En cada país o región se pueden buscar soluciones más inculturadas, atentas a las tradiciones y a los desafíos locales, porque «las culturas son muy diferentes entre sí y todo principio general […] necesita ser inculturado si quiere ser observado y aplicado»» (Amoris Laetitia 3).

Esta perspectiva manifiesta la novedad, no carente de complejidad, de un magisterio que se sitúa al interno de un pontificado de reforma, es decir, de transición, que está en búsqueda de «nuevos caminos para la Iglesia» en fidelidad creativa a la letra y el espíritu del Concilio Vaticano II. Pero también abre a la posibilidad de considera la evolución teológico-cultural de la doctrina como consecuencia de los procesos de inculturación en cada Iglesia local. De ahí que es de suma importancia comprender el criterio que aporta Amoris Laetitia al sostener que «no todas las discusiones doctrinales, morales o pastorales deben ser resueltas con intervenciones magisteriales«. La razón se encuentra en el mismo texto: «todo principio general […] necesita ser inculturado si quiere ser observado y aplicado«.

Esta hermenéutica genético-inductiva del magisterio ha sido aplicada por Francisco, no sólo para casos de doctrina, sino también en relación al magisterio social de la Iglesia. Así lo expresa en Laudato Sí: «en lo que respecta a las cuestiones sociales, esto se puede constatar en el desarrollo de la doctrina socialde la Iglesia, que está llamada a enriquecerse cada vez más a partir de los nuevos desafíos» (Laudato Sí 63).

Si bien es cierto que la inculturación se convierte en la clave fundamental para comprender la génesis de la vida eclesial, o eclesiogénesis, se realiza a partir de la iniciación de procesos y no de reformas estructurales. Se concede, así, primacía al ejercicio de discernimiento y evolución de los modelos teológico-culturales que sostienen tanto a la doctrina como a las estructurales eclesiales. Francisco lo explica aludiendo al principio según el cual «el tiempo es superior al espacio» (Evangelii Gaudium 222), porque «darle prioridad al tiempo es ocuparse de iniciar procesos más que de poseer espacios. El tiempo rige los espacios, los ilumina y los transforma en eslabones de una cadena en constante crecimiento, sin caminos de retorno» (Evangelii Gaudium 223). Por tanto, «el objetivo de estos procesos participativos no será principalmente la organización eclesial, sino el sueño misionero de llegar a todos» (Evangelii Gaudium 31).

Esta lógica de los procesos, que se realiza mediante una evolución genético-inductiva, define al estilo y al tipo de magisterio de Francisco. Los procesos son siempre transversales, lo cual significa que la evolución de un aspecto puntual afecta al resto en virtud del principio según el cual «todo está conectado» (Laudato Sí 91). Por ejemplo, no podemos hablar de la relación con Dios sin el otro/a y sin la naturaleza, como tampoco podemos hablar de ecología integral o de inculturación si no se encuentran canales y caminos eclesiales locales que deriven también en nuevos ministerios que afecten al modo de ser Iglesia en su totalidad.

Esta hermenéutica que va emergiendo en el magisterio de Francisco tiene raíces hondas en su experiencia como jesuita. Se puede trazar ya a los inicios de su pontificado a la luz de dos claves fundamentales que aparecen, de forma concreta, en sus Exhortaciones: la opción por los procesos de discernimiento antes que la imposición de una rigidez doctrinal, y la noción del pensamiento como realidad incompleta y abierta. La conjunción de estos dos principios desemboca en una necesaria y sana evolución de la doctrina, como lo ha hecho ver en las introducciones a sus Exhortaciones postsinodales. Así lo explicó él mismo en el 2013, durante una entrevista concedida a Antonio Spadaro SJ:

«el estilo de la Compañía no es la discusión, sino el discernimiento, cuyo proceso supone obviamente discusión. El aura mística jamás define sus bordes, no completa el pensamiento. El jesuita debe ser persona de pensamiento incompleto, de pensamiento abierto» (Antonio Spadaro, Entrevista al Papa Francisco, publicada en L’Osservatore Romano, edición semanal en lengua española, Año XLV, n. 39 (2.333), viernes 27 de septiembre de 2013).

Así se explica el rechazo del Papa a los inmediatismos o a las indiferencias que, personas o grupos, pueden mostrar a la hora de buscar soluciones a los conflictos, tanto en lo social como en lo pastoral y eclesial. Francisco propone lo que él describe como una «tercera manera, la más adecuada, de situarse ante el conflicto. Es aceptar sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo proceso» (Evangelii Gaudium 228). De este modo, se conseguirá una «unidad profunda o superior» (Evangelii Gaudium 226-230).

Teniendo en mente las distintas posiciones eclesiológicas y ministeriales que entraron en conflicto durante el Sínodo para la Amazonía, el Papa escribe en la Exhortación Apostólica que «la verdadera respuesta a los desafíos de la evangelización está en la superación de las «dos propuestas», encontrando otros caminos mejores, quizás no imaginados. El conflicto se supera en un nivel superior donde cada una de las partes, sin dejar de ser fiel a sí misma, se integra con la otra en una nueva realidad. Todo se resuelve «en un plano superior que conserva en sí las virtualidades valiosas de las polaridades en pugna». De otro modo, el conflicto nos encierra, «perdemos perspectivas, los horizontes se limitan y la realidad misma queda fragmentada»» (QA 104). La tercera vía, la que entiende como solución, pasa por la búsqueda de un nuevo eslabón que genere otro proceso. Aparece, nuevamente, una hermenéutica abierta que nunca cierra temas, sino que los abre a nuevos procesos que lleven a un nuevo eslabón superador de los anteriores, con el reto de pensar, incluso, lo aúnno imaginado.

El riesgo puede estar, sin embargo, en limitar el discernimiento a las posiciones en conflicto dentro el Aula Sinodal, sin discernir y reconocer la autoridad teológica de los procesos sinodales en todo su conjunto y complejidad. Sólo si estos procesos son vinculantes al Sínodo derivarán en una nueva eclesiología sinodal capaz de representar a todo el Pueblo de Dios. No se puede confundir la sinodalidad con el Sínodo, ni entender al Sínodo como la figura más lograda de la sinodalidad. La situación actual, en aras a una reforma eclesial, requiere avanzar en la aceptación de una unidad coherente y vinculante entre el sensus fidei fidelium y el depositum fidei. De otro modo, no se superará el modelo hasta ahora más reinante, piramidal y clerical, que sigue impidiendo nuevos caminos que favorezcan la construcción de una Iglesia sinodal.

2. «Una armoniosa, creativa y fructífera recepción de todo el camino sinodal» (QA 2)

A la luz de lo expuesto anteriormente, el Sínodo para la Amazonía ha de ser leído como un evento procesual abierto.No podemos leer la nueva Exhortación Apostólica como un texto aislado sin relación alguna con todo el proceso pre-sinodal, el acontecimiento vivido en Roma durante la etapa de su celebración y el inicio del camino post-sinodal que se emprende desde hoy. Una lectura interconectada del Sínodo para la Amazonía (pre-en-post), el Documento Final del Sínodo y la nueva Exhortación Pastoral «Querida Amazonía» es fundamental, sabiendo que esta relación puede abrir una “nueva fase” en la recepción del pontificado de Francisco, antes que cerrarla o acabarla. Una fase en la que pudiera estar apareciendo el inicio del principio de la evolución de la doctrina, aún sin plena ni explícita consciencia de ello. Incluso, aunque la Exhortación no logra llegar a este punto, están dados los elementos para avanzar en esta dirección si se asume, con autoridad, una lectura interconectada que sea vinculante entre los distintos eslabones del proceso pre-en-post sinodal.

Al reducir la lectura de la Exhortación a un texto en sí mismo, aislado, y no como parte de un evento, algunos han entendido que ha sucedido un quiebre del actual pontificado paragonado a lo que ocurrió con Humanae Vitae (1968) durante el pontificado de Pablo VI. Otros han hablado de la hora oscura de América Latina que ha traicionado a la sinodalidad al no confirmar, de modo explícito, algunos temas que fueron votados y pedidos por la mayoría de los sinodales. En ambos corremos el riesgo de leer el magisterio de Francisco con los criterios y bajo los estilos de los pontificados anteriores, sin valorar la novedad genético-inductivo de la hermenéutica que emerge a la luz de una eclesiología que concede primacía a las Iglesias locales y a sus procesos propios de inculturación, con la consecuente evolución del magisterio que esto puede producir. Para Francisco, los procesos llevan siempre a otros procesos o «nuevos eslabones» (EG 223), «duros y prolongados» (EG 24), «inacabados y llamados a crecer» (AL 218), realizados durante un «camino largo» (EG 225), porque «se trata de generar procesos más que de dominar espacios», tanto intelectuales como existenciales (AL 261).

En este contexto, la Exhortación ha de ser situada a la luz de todo el proceso sinodal—que aún teniendo momentos coyunturales positivos en lo ecológico-cultural y deficientes en lo eclesiológico y ministerial— sigue abierto a nuevas posibilidades que exigirán del involucramiento de todos/as, tanto personas como instituciones, en aras de nuevos aportes o eslabones —como los llama Francisco. Si se quiere avanzar, hay que situar la lectura de la Exhortación en el marco de una hermenéutica circular que él mismo ha propuesto entre el “Documento Final del Sínodo” (DF) y la “Exhortación Apostólica” (QA). Esta clave la ofrece en los primeros números de la Exhortación. Ahí dice que el texto de la Exhortación no sustituye al Documento Final del Sínodo (QA 2), sino que lo asume (QA 3) e invita, no sólo a leerlo íntegramente (QA 3), sino a aplicarlo (QA 4). Así lo manifiesta:

«no desarrollaré aquí todas las cuestiones abundantemente expuestas en el Documento conclusivo. No pretendo ni reemplazarlo ni repetirlo. Solo deseo aportar un breve marco de reflexión que encarne en la realidad amazónica una síntesis de algunas grandes preocupaciones que ya expresé en mis documentos anteriores y que ayude y oriente a una armoniosa, creativa y fructífera recepción de todo el camino sinodal» (QA 2).

Independientemente de las interpretaciones que se puedan hacer de estos primeros números, el Papa introduce una circularidad hermenéutica, por vez primera en el magisterio universal, entre el peso de un Documento Final de un Sínodo regional y el Magisterio pontificio que le sigue, al punto de llamar a aplicar un documento sinodal en el marco de una «armoniosa, creativa y fructífera recepción de todo el camino sinodal» (QA 2). En este proceso de recepción, se sitúa la Exhortación, como un eslabón más. En palabras de Francisco: «con esta Exhortación quiero expresar las resonancias que ha provocado en mí este camino de dialogo y discernimiento» (QA 2). El Sínodo no terminó con la Exhortación ni la Exhortación manifiesta una posición unidireccional ante todo lo discutido y aprobado en el Sínodo. Para Francisco, avanzar o no, requerirá de un involucramiento de «todo el Pueblo de Dios» en los caminos abiertos. De ahí que diga, enfáticamente, casi como un grito: «Dios quiera que toda la Iglesia se deje enriquecer e interpelar por ese trabajo, que los pastores, consagrados, consagradas y fieles laicos de la Amazonia se empeñen en su aplicación» (QA 4). Esto deja abierta la puerta, según se defina la interacción entre los distintos sujetos que conforman el pueblo de Dios —pastores, consagrados/as, laicos/as—, a un discernimiento en conjunto que lleve a su aplicación. Una tarea que exigirá, aún con mayor precisión, definir lo que es y cómo se ejerce la sinodalidad en la Iglesia.

A pesar de esta visión que abraza a todo el magisterio de Francisco, surge la gran interrogante de que aún no se ve madurada la diferencia entre Sínodo y sinodalidad, lo cual provoca, en este caso, una especie de ruptura entre el proceso pre-sinodal y el actual post-sinodal. En la primera etapa del proceso la sinodalidad se dio y se logró aplicar y madurar el método genético-inductivo de esta hermenéutica de un modo impecable, de abajo hacia arriba, siguiendo una eclesiología del Pueblo de Dios. Sin embargo, este proceso no fue reconocido como vinculante, con autoridad teológica, en la Exhortación en cuanto al aporte eclesiológico. Si se reconoció al territorio como lugar teológico, no sólo en lo ecológico sino, sobretodo, en su realidad sociocultural, cabe la pregunta, entonces, si el sensus fidei fidelium vale sólo para la dimensión ecológica, excelentemente desarrollada y acogida, y no para la eclesiológica cuyo reconocimiento y asunción implica la necesidad de emprender una reforma estructural y no solamente de las mentalidades. Especialmente de los ministerios eclesiales.

3. «Una nueva pastoral de conjunto con prioridades diferenciadas» (QA 97)

La Iglesia de América Latina tiene ahora el reto de hacer avanzar o no este proceso sinodal. Se nos ha invitado a iniciar la recepción de todo el proceso sinodal (QA 2), y no sólo de la Exhortación. Por ello, vivimos una etapa crucial que medirá si nuestra Iglesia regional está a la altura de asumir este desafío y dejarse inspirar por el llamado a “desbordarse” que nos hiciera el Papa para avanzar en la formulación de una nueva eclesiología ministerial que responda a «una nueva cultura eclesial marcadamente laical» (QA 94), antes que clerical.

Para comprender el estilo eclesial que puede avizorar el Papa Francisco, sirve leer la recepción conciliar que él mismo traza (QA 61). Cita a “Medellín”, símbolo de una Iglesia fuente que representó un nuevo modelo eclesial a la luz de la opción por los pobres; luego se refiere a “Santo Domingo” que fue la Conferencia que aportó la noción de conversión pastoral y un modelo eclesial de comunidad de comunidades; sigue con “Puebla” que reafirmó la opción por los pobres y agregó la opción por los jóvenes; y, finalmente, se refirió a “Aparecida” que es la base eclesiológica de Evangelii Gaudium llamando a construir un modelo de Iglesia discípula-misionera, en salida hacia las nuevas periferias, con el reto de proponer nuevos caminos y formas de expresión.

Recientemente, el 3 de octubre de 2019, en su discurso con ocasión del 40 aniversario de Puebla la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano—, el Papa trazó, con mayor precisión, esta misma línea de recepción que recoge ahora en Querida Amazonía. Habló del Concilio, señaló a Evangelii Nuntiandi en relación al camino sinodal emprendido por Pablo VI, y mencionó a las Conferencias de Puebla y Aparecida refiriéndose al magisterio Latinoamericano. En esta cadena, dice Francisco, se encuentran las raíces de Evangelii Gaudium, la visión programática de su pontificado. A su vez, reafirmó que no podemos pasar por alto la eclesiología del Pueblo de Dios de Puebla y reconoció la labor profética de Gustavo Gutiérrez, fundador de la teología de la liberación.

Ha sido el aporte de la eclesiología, la que ha hecho de América Latina una Iglesia fuente. La influencia de América Latina en el magisterio de Francisco recuerda lo que aconteció entre el magisterio de Pablo VI y el magisterio de la Iglesia latinoamericana. Así como Medellín hizo una recepción de Populorum Progressio, especialmente en cuanto a la promoción humana (PP 20), Pablo VI introduce la opción por los pobres hecha en Medellín en la tríada Evangelización, Justicia y Liberación que aparece en la II Asamblea General del Sínodo de los Obispossobre la Justicia en el Mundo en 1971. El tema será asumido nuevamente en la III Asamblea General del Sínodo de Obispos en 1974 bajo el lema “La evangelización del mundo contemporáneo”. El fruto de esta recepción del magisterio latinoamericano en Pablo VI queda incorporado en el magisterio universal en 1975 en Evangelii Nuntiandi.

En Francisco se aprecia esta misma circularidad en la que el magisterio latinoamericano nutre al magisterio universal, especialmente en la visión eclesiológica de Aparecida y Evangelii Gaudium.

La novedad latinoamericana fue el haber traducido laopción por los pobres en toda una eclesiología inspirada en el modelo de una Iglesia pobre y para los pobres. Este mismo reto se presenta hoy en Querida Amazonía, cuyo llamado a la conversión ecológica integral debe aún traducirse en una nueva eclesiología, la de una Iglesia Sinodal (Cf. Francisco, Discurso en la Conmemoración del 50 Aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos, 17 de octubre de 2015) llamada a repensar la ministerialidad, inculturada y pluriforme, y a la luz del modelo eclesial Pueblo de Dios como se manifiesta en el Documento Final del Sínodo.

Por ello, la actual fase del pontificado de Francisco deriva de un proceso de eclesiogénesis que supone, entonces, la asunción de distintos niveles de conversión que convergen entre sí: la conversión pastoral, que representa la raíz genuinamente latinoamericana de la recepción conciliar; la conversión sinodal, que expresa la continuidad y profundización de la letra y el espíritu del Concilio; la conversión ecológica que abre la Iglesia a una nueva relación con el mundo de modo intercultural e interdisciplinar. Pero estas tres conversiones sólo tendrán sentido dentro de un nuevo modo de ser Iglesia, a la luz de una eclesiología que sepa asumir la nueva hora de unaconversión ministerial. Si la cohesión entre los distintos niveles de conversión no se da, se corre el riesgo de perder el momento eclesiológico.

Este es el horizonte teológico-pastoral que marca una nueva fase en la Iglesia latinoamericana después del Sínodo para la Amazonía y que será decisivo para continuar la recepción del proceso sinodal a la luz de un nuevo modelo eclesiológico. Lo complejo de esta fase es que aún no está el nuevo modelo, porque nos encontramos en una fase eclesial de transición. Incluso, Francisco habla de lo «aún no imaginado» (QA 104). Vivimos en una tensión entre el viejo modelo predominante, basado en una cultural eclesial clerical que ha fracasado, y otro modelo apenas emergente, llamado a construir lo que será una cultura eclesial laical, que aún no encuentra el modo y la forma de responder ante los nuevos retos pastorales de la Iglesia hoy.

La Exhortación invita a crear lo que puede ser un nuevo organismo eclesial regional (QA 97). Esta estructura será clave para forjar una unidad entre la conversión ecológica integral y la conversióneclesiológica ministerial. Es en esta conjunción donde se puede hablar de una Iglesia con rostro amazónico (QA 61,77,94), a diferencia de lo que es y hace una ONG (QA 64). En la entrevista publicada en el libro “Sin Él no podemos hacer nada”, el Papa Francisco le recuerda al periodista Gianni Valente que la Iglesia no es una ONG. Por ello, la finalidad propia de la nueva estructura eclesial no puede concentrarse sólo en lo socio-ambiental per se, sino en articular e implementar «una pastoral de conjunto con prioridades diferenciadas» (QA 97), lo cual supone rescatar la autoridad de las Iglesias locales en el marco de una eclesiología discipular-misionera. Eclesiológicamente hablando, los procesos de discernimiento teológico-culturales deben ayudar a formular e implementar «nuevos ministerios» y «ritos propios» (QA 82) pedidos. De este modo se estará respondiendo pastoralmente a los nuevos desafíos socioculturales de las Iglesias locales en dicha región con miras al cumplimiento de la misión evangelizadora de toda la Iglesia.

En el marco de una eclesiología de las Iglesias locales, y no universalista, se ubica este nuevo organismo llamado a constituirse por las «Iglesias locales de diversos países sudamericanos». Así lo expresa Francisco:

«Aliento la profundización de la tarea conjunta que se realiza a través de la REPAM y de otras asociaciones, con el objetivo de consolidar lo que ya pedía Aparecida: «establecer, entre las iglesias locales de diversos países sudamericanos, que están en la cuenca amazónica, una pastoral de conjunto con prioridades diferenciadas». Esto vale especialmente para la relación entre las Iglesias fronterizas» (QA 97).

Por todo ello, podemos afirmar que estamos ante el inicio de una nueva hora de la Iglesia en América Latina, que se presenta como oportunidad y reto. Nada ha sido «cerrado». «El camino de recepción de todo el proceso sinodal continúa» (QA 2-4) pero se resitúa ahora —con gran novedad— bajo la responsabilidad y la parresia que tengan las Iglesias localesde la región, valiéndose de la tradición y la madurez de la Iglesia latinoamericana como Iglesia fuente.

4. «Una forma encarnada de llevar adelante la organización eclesial y la ministerialidad» (QA 85)

Querida Amazonía representa un magisterio abierto y en proceso, fruto de una etapa de reforma y con el fin de buscar nuevos caminos «aún no imaginados» (QA 104). La clave de esta búsqueda se ofrece a la luz de la relación que presenta entre inculturación y ministerialidad:

«la inculturación también debe desarrollarse y reflejarse en una forma encarnada de llevar adelante la organización eclesial y la ministerialidad. Si se incultura la espiritualidad, si se incultura la santidad, si se incultura el Evangelio mismo, ¿cómo evitar pensar en una inculturación del modo como se estructuran y se viven los ministerios eclesiales?» (QA 85).

Se supera la teología preconciliar de las misiones, por la que los misioneros eran aquellos/as enviados a tierras de misión. El proceso de evangelización presentado por Francisco en Querida Amazonía se acerca más a Ad Gentes que parte deltestimonio evangélico (AG 24), de las pequeñas comunidades ambientales integradas por todos los fieles en torno a la Palabra (AG 15), y en diálogo con la realidad local (AG 6; 11). Desde esta experiencia de inculturación primera se debe llegar a nuevas expresiones ministeriales que respondan a cada realidad teológico-cultural (AG 15; 19). El mismo decreto Ad Gentes es muy claro en señalar que «no basta con que el pueblo cristiano esté presente y establecido en un pueblo, ni que desarrolle el apostolado del testimonio (…). Para la implantación de la Iglesia y para el desarrollo de la comunidad cristiana son necesarios varios ministerios, que, suscitados por el llamado divino en el seno de la misma comunidad de los fieles, deben ser favorecidos y cultivados por todos con diligente cuidado; entre estos ministerios se cuentan las funciones de los sacerdotes, de los diáconos y de los catequistas y la Acción Católica» (AG 15).

Según el Papa, «no se trata sólo de facilitar una mayor presencia de ministros ordenados que puedan celebrar la Eucaristía» (QA 93), lo cual sería replicar el esquema clerical si sólo se piensa desde esta óptica sin pensar en una reforma de la vida entera de las comunidades eclesiales, lo cual implicaría crear nuevos ministerios y favorecer los carismas. Por tanto, «Este sería un objetivo muy limitado si no intentamos también provocar una nueva vida en las comunidades» (QA 93). «Una Iglesia con rostros amazónicos requiere la presencia estable de líderes laicos maduros y dotados de autoridad, que conozcan las lenguas, las culturas, la experiencia espiritual y el modo de vivir en comunidad de cada lugar (…) concretamente para permitir el desarrollo de una cultura eclesial propia, marcadamente laical (…). que sólo es posible con un contundente protagonismo de los laicos» (QA 94).

Ante una cultura pastoral clerical que sigue dominando, se propone pensar en formas nuevas que emerjan de una nueva «cultura eclesialmarcadamente laical« (QA 94). Poco avanzaríamos hacia la reforma de una Iglesia que sea sinodal y ministerial si nuestros esquemas pastorales siguen proponiendo formas clericales de atención y acompañamiento a las comunidades. Siguiendo la tradición latinoamericana aquí resuena el llamado de Medellín, en 1968, a pasar de una pastoral de sacramentalización a otra de evangelización. También Aparecida, en el 2007, pidió superar la pastoral de conservación centrada en parroquias y sacramentos, e iniciar un proceso de conversión pastoral y misionera. Es aquí donde podemos comprender la importancia histórica de este proceso sinodal llamado a dar el paso hacia una nueva eclesiología.

En este contexto podemos decir que, si la propuesta de ordenar viri probati está sustentada en un modelo de «sacerdocio sagrado» cuyo único fin e «identidad exclusiva» es la sola oferta sacramental, sea de la Eucaristía como de la Reconciliación, entonces seguiremos manteniendo el esquema de la cultura clerical en la pastoral católica. La Exhortación cae en una tremenda contradicción al presentar la figura del presbiterado bajo la definición del sacerdocio. Esta interpretación del ministerio ordenado —como veremos más adelante— impide centrar la ministerialidad en torno a las comunidades. Una propuesta de nuevos ministerios sólo tendrá sentido si se construyen y viven desde y en las comunidades. Estas son el centro y el eje estructurador que ayuda a caminar desde la eclesialidad primera hacia la eclesiología. Con profecía Medellín habló de esto al decir que las comunidades han de ser el núcleo fundamental de toda la Iglesia.

Podemos rescatar de la Exhortación algunos elementos importantes a considerar para la creación de nuevos ministerios y proponer así un nuevo eslabón de la cadena. A la hora de crear nuevos ministerios para las mujeres, el Papa pide que deben tener formas “institucionales”, dotados de “estabilidad», con «reconocimiento público» y bajo el «envío por parte del obispo” (QA 103). Aún más, la finalidad que se establece para estos nuevos ministerios es incidir “en la organización y en las decisiones de las comunidades”. Otra de las formas que propone es «pensar en equipos misioneros itinerantes» (QA 98).

Sin embargo, a la par de estos criterios, encontramos a largo del capítulo 4 un choque de eclesiologías que no permite avanzar en la reforma o conversión ministerial. En su conjunto, este capítulo no logra superar la cultura eclesial clericalreinante. Cosa que sí hace el Documento Final. De ahí que la Exhortación, si es leída como texto aislado, es un texto eclesiológicamente contradictorio, incluso preconciliar en ciertas afirmaciones sobre el ministerio ordenado y el rol de las mujeres.

De ahí que se aprecia un retroceso, que la contradice, cuando se refiere a la figura del presbítero. Dicha involución se presenta en relación al Decreto Presbyterorum Ordinis (PO 4) del Concilio Vaticano II. Este Decreto indica, con toda claridad y en clave misionera, que «los presbíteros, como cooperadores de los obispos, tienen como obligación principalel anunciar a todos el Evangelio de Cristo, para constituir e incrementar el Pueblo de Dios, cumpliendo el mandato del Señor: Id por todo el mundo y predicar el Evangelio a toda criatura (Mc 16,15)». Lo que da primacía a la identidad del ministerio presbiteral, según el Concilio, es «primum habent officium Evangelium Dei omnibus evangelizandi» (PO 4), es decir, que su identidad está «principalmente» en la «Palabra». Por el contrario, la Exhortación usa la palabra sacerdote más que presbítero. La palabra presbítero sólo aparece una vez (QA 90), mientras que habla de “sacerdocio jerárquico” (QA 87), que “derrama gracia” (QA 88) y cuya “gran potestad” (QA 88) se centra en los “sacramentos de la eucaristía y el perdón” (culto). Es esto lo que, según la Exhortación, da su “identidad exclusiva” (QA 88), quasi ontológica, más no, como estableció el Concilio, primum —primero y ante todo—la Palabra, el anuncio del Evangelio (PO 4). Si esta visión de la figura del presbítero, entendido desde lo sacerdotal y sagrado es la que domina realmente y se asume, entonces se cae toda la novedad que puede representar la sinodalidad en la actual etapa eclesial. No puede se realizada una Iglesia auténticamente sinodal junto a esta noción del presbiterado.

Además de presentar una involución respecto del Concilio, se evidencia una clara contradicción. Por una parte, se insiste en la necesidad de la celebración de la «Eucaristía» en lugares donde hay ausencia de presbíteros, pero, por otra, no logra ofrecer ninguna solución pastoral a esta necesidad específica. ¿Cómo hacer si los laicos son los encargados de liderar las comunidades cuando todos sabemos que no hay presbíteros disponibles en la región para presidir los sacramentos de la eucaristía y la reconciliación? Sabiendo que este fue el argumento presentado por los padres sinodales, la Exhortación no prevé solución alguna. Aún cuando está consciente de que una comunidad auténtica se construye en torno a la Eucaristía y la Palabra (QA 84), pone de lado cualquier solución pastoral para que la Iglesia provea este derecho de las comunidades.

Exhortación Apostólica "Querida Amazonia"

El problema que se plantea en Querida Amazonía, es más complejo que la sola aprobación de los viri probatiSin un proceso de inculturación ministerial, que brote de las comunidades, bajo un proceso genético-inductivo, terminaremos creando un nuevo proceso de clericalización. Un elemento de gran importancia es que el proceso de inculturación se presenta en términos de superación de la cultura occidental, reconociendo que «el cristianismo no tiene un único modo cultural y no haría justicia a la lógica de la encarnación pensar en un cristianismo monocultural y monocorde» (QA 69). Esto llama a cambiar el modelo teológico-mono-cultural que ha inspirado a la eclesiología durante el segundo milenio.

¿Qué hacer, entonces, mientras surge un nuevo modelo marcadamente laical y centrado en las comunidades que supere la pastoral de sacramentalización por la de evangelización, como lo pidieron Medellín y Aparecida? ¿cómo entender, entonces, lo que se planteó en el Documento Final sobre la necesidad de aprobar viri probatiEl ministerio ordenado de los viri probati representa una posible solución, pero sólo en el marco de lo provisional y transitorio, ante la necesidad de velar por la cura pastoral. Por ello, aún cuando esto no fue aprobado por vía de la propia Exhortación, se hace necesaria su aplicación por vía de la legislación eclesiástica ya existente mientras se logre una auténtica reforma de la ministerialidad.

5. Viri probati ¿una solución provisional, pero necesaria, en esta fase de transición hacia «comunidades cristianas de base como el primero y fundamental núcleo eclesial» (Medellín 15,10)

Muchas expectativas fueron generadas en torno a la aprobación de los viri probati, ya que dos tercios de los padres sinodales votaron a favor. Aún cuando el aporte de Querida Amazonía no pueda reducirse a la aprobación o no de los viri probati, tampoco podemos mirar hacia otro lado ante la necesidad pastoral de dar este paso en la Iglesia y que, planteado como se ha hecho, no tiene otra solución, por los momentos, que la institucionalización de los viri probati en la región. De hecho, el tema no ha sido cerrado. Por el contrario, está abierto en un proceso eclesial mayor cuando el Papa asume íntegramente el Documento Final y lo manda a aplicar, teniendo como resultado de facto el inicio de un nuevo proceso de discernimientopastoral que pueda llevar a la evolución de la doctrina sacramental y a la reforma del ministerio ordenado.

Ante la postura del Documento Final que lo pide y la Exhortación que refiere a la aplicación de dicho Documento, podemos sostener, sin temor alguno, que se han abierto las puertas para que las Iglesias locales puedan iniciar procesos de “discernimiento y toma de decisiones” pastorales a partir de lo que ya establece el código de derecho canónico en relación a este tema. Vale la pena preguntarnos si los dos tercios de padres sinodales que votaron a favor de la aprobación de los viri probati, son capaces de implementar estos procesos en sus respectivas diócesis y dar el paso que hace falta. La misma Exhortación pone este reto al decir que

«en las circunstancias especificas de la Amazonia, de manera especial en sus selvas y lugares más remotos, hay que encontrar un modo de asegurar ese ministerio sacerdotal. Los laicos podrán anunciar la Palabra, enseñar, organizar sus comunidades, celebrar algunos sacramentos, buscar distintos cauces para la piedad popular y desarrollar la multitud de dones que el Espíritu derrama en ellos. Pero necesitan la celebración de la Eucaristía porque ella «hace la Iglesia» y llegamos a decir que «no se edifica ninguna comunidad cristiana si esta no tiene su raíz y centro en la celebración de la sagrada Eucaristía»» (QA 89).

Este texto sitúa a quienes no querían la figura de los viri probati en una triste contradicción respecto de la misión de la Iglesia y el derecho de los fieles, porque, al final, están afirmando que, en la mayoría de las comunidades de la región, incluso en otros países y regiones donde exista ausencia de clero, no hay comunidades cristianas, porque no hay celebración de la Eucaristía. Así como se plantea el tema en el texto, desde una eclesiología netamente sacramental, pareciera entonces que hay una inmensa contradicción que lleva a la imposibilidad de la Iglesia de cumplir con su misión.

La solución provisional que Francisco estaría dejando abierta es recurrir a la aplicación de lo establecido ya en el Código de Derecho Canónico que ofrece el procedimiento para que los obispos, luego de discernir las necesidades de las comunidades, puedan pedir la posibilidad de ordenar a hombres casados, así como implementar el diaconado, en función de las necesidades sacramentales de las comunidades. La Iglesia, a través de sus regulaciones canónicas, entiende que «ser varón casado» constituye un impedimento para ser ordenado. Pero esto no es una irregularidad, sino un «impedimento de derecho eclesiástico» y no «divino». Por tanto, no toca al dogma ni a la doctrina, sino a la disciplina eclesiástica.

Ante los impedimentos, el propio código de derecho canónico de la Iglesia latina provee la posibilidad de otorgar la concesión de una «dispensa» que puede ser confirmada por la Sede Apostólica, una vez que un obispo local la pida. Para conceder dicha dispensa, el código establece que debe haber una «causa justa y razonable». En tal sentido, los sacramentos no son una concesión de la Institución eclesiástica a un grupo de fieles, sino un derecho que tienen y deben recibir todos los fieles y miembros del Pueblo de Dios. Al ser derecho, las autoridades eclesiásticas tienen el deber de escuchar a los fieles y proveerles sus derechos o, de otro modo, caerían en un incumplimiento de la misión de la misma Iglesia, en la que sirven, y aún más, estarían negando, intencionalmente, que las comunidades de fieles ya existentes, no sean reconocidas como auténticamente cristianas. Esta solución sería sólo provisional, aunque necesaria en razón de la cura pastoral de las comunidades, hasta que exista la voluntad de emprender un proceso de reforma del ministerio mismo. Se trata, pues, de instituir algo nuevo, pero, de tal modo, que «las formas nuevas salgan de las formas ya existentes mediante un desarrollo en cierto modo orgánico» (SC 23). Como sostenía Congar: «no es posible sacar del Nuevo Testamento un tipo de organización que se impusiera jure divino de manera absolutamente normativa. Son las Iglesias las que, con su disciplina, organizan ministerios teniendo en cuenta lo que la Escritura pueda decir al respecto». La necesidad de pensar en nuevos ministerios ha sido manifestada, desde hace años, por el teólogo brasilero Antonio José de Almeida.

Hasta que no se logre una nueva eclesiología sinodal y se coloque al centro a la comunidad como su eje estructurador, no se podrá superar la cultura clerical reinante. Durante la Conmemoración del 50 Aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos Francisco señaló hacia dónde debía ir la reforma:

“el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio. Lo que el Señor nos pide, en cierto sentido, ya está todo contenido en la palabra «Sínodo». Caminar juntos —laicos, pastores, Obispo de Roma” (Francisco, Discurso en la Conmemoración del 50 Aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos, 17 de octubre de 2015).

Pero esto implica que:

“en la Iglesia, la sinodalidad se vive al servicio de la misión. Ecclesia peregrinans natura sua missionaria est, «ella existe para evangelizar». Todo el Pueblo de Dios es el sujeto del anuncio del Evangelio. En él, todo Bautizado es convocado para ser protagonista de la misión porque todos somos discípulos misioneros. La Iglesia está llamada a activar en sinergia sinodal los ministerios y carismas presentes en su vida para discernir, en actitud de escucha de la voz del Espíritu, los caminos de la evangelización” (Comisión Teológica Internacional, La sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia, 2 de marzo, 2018, n. 53).

Se abre una nueva hora latinoamericana: convertirnos en una Iglesia sinodal.

Rafael Luciani

Experto del CELAM y miembro del Equipo Teológico de la CLAR

Adelson Araujo: Los sueños del Papa para su «Querida Amazonía»


12.02.2020 | Adelson Araujo dos Santos sj – Universidad Gregoriana

Lo primero que llama la atención de quienes leen la exhortación apostólica post-sinodal del Papa Francisco sobre el Sínodo sobre la Amazonía es su título, con la impactante frase: «Querida Amazonía«. Esto parece indicar que el mensaje que el sucesor de Pedro quiere enviar desde el comienzo de su exhortación a los pueblos e iglesias de la Amazonía es que son amados, amados por el Papa, así como todas las demás criaturas de Dios presentes allí, es decir, toda su biodiversidad. Y es este amor, este «querer bien», que le llevó a tomar iniciativas como la convocación de un sínodo especial sobre aquella región, llamando a los católicos de todo el mundo, junto con las personas de buena voluntad, a cuidar bien de esta parte vital del planeta, siguiendo el ejemplo del mismo Señor Jesús, «quien primero nos cuida, nos enseña a cuidar a nuestros hermanos y hermanas y al medio ambiente que Él nos da todos los días»i. Porque, quien ama, cuida.

A continuación, el lector se encuentra con otra sorpresa preparada por el Papa, es decir, en lugar de presentar conclusiones teóricas o detenerse solo en propuestas de acción concretas sobre la Amazonía, prefiere compartir con nosotros cuatro sueños sobre su querida Amazonía: un sueño social; un sueño cultural; un sueño ecológico y un sueño eclesial. Nos parece importante indagar, entonces, sobre el contenido de estos sueños y el valor teológico que ocupan en el documento que ahora conocemos.

Ahora bien, cuando se trata de «sueños», el Nuevo Diccionario de Espiritualidadii explica que solo el autor del sueño puede interpretarlo de manera adecuada y auténtica, entrando en contacto con sus fuentes inspiradoras, lo que permite su crecimiento y maduración espiritual. Obviamente, estamos hablando de la actividad onírica que solo puede aplicarse de manera análoga a los sueños descritos en esta exhortación. Sin embargo, en nuestro entendimiento permanece el hecho verdadero de que cualquier esfuerzo hermenéutico de nuestra parte siempre será limitado y aproximado a lo que los sueños compartidos por él realmente significan para su autor. Sin embargo, no hay duda de que los cuatro sueños del Santo Padre presentes en esta exhortación apostólica tienen un carácter profundamente teológico-espiritual, cuya riqueza no puede agotarse por completo en este breve espacio de tiempo, sino que solo se podrá identificar para futuros estudios y profundizaciones.

De entrada, vale la pena resaltar que no es la primera vez que el Papa Francisco usa este lenguaje para comunicarse con su rebaño. Ya en su primer año de pontificado, confesó: “Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación”iii, recordando las sabias palabras de San Juan Pablo II, para quien «toda renovación en el seno de la Iglesia debe tender a la misión como objetivo para no caer presa de una especie de introversión eclesial»iv. En otras ocasiones, el Papa recuerda el valor y la importancia del acto de soñar y no tener miedo de soñar de manera diferente, de «mostrar otros sueños que este mundo no ofrece»v, es decir, sueños de generosidad, servicio, pureza, fortaleza, perdón, fidelidad a la propia vocación, oración, lucha por la justicia y el bien común, amor a los pobres, amistad.

Por otro lado, el Papa emérito Benedicto XVI también utilizó el mismo recurso lingüístico en su magisterio, enseñando a los jóvenes que ningún sueño es irrealizable cuando quien los suscita y los cultiva en el corazón es el Espíritu de Diosvi. Y Francisco también dirá que Jesús puede unir a todos los jóvenes de la Iglesia en un único sueño, “un sueño grande y un sueño capaz de cobijar a todos”vii. Es, por lo tanto, un lenguaje impregnado de valor teológico que, además, sigue la tradición bíblica que siempre ha destacado los sueños como un instrumento privilegiado a través del cual Dios revela su voluntad y sus designios. No podemos detenernos mucho aquí en este punto, pero solo recordar algunos textos de la Sagrada Escritura que confirman esto, como Gn 37, 2-11, en el que vemos a José, el más joven entre sus hermanos, siendo avisado en un sueño que haría grandes cosas y superaría a todos sus hermanos. O, cuando en 1 Re 3, 5, el Señor aparece en un sueño a Salomón, para decirle: «Pídeme lo que quieras». Y finalmente, podríamos recordar Mt 1, 18-21, cuando otro José es instruido por el Ángel del Señor, también en un sueño, para recibir a María como su esposa, ya que ella sería la madre del Salvador, por obra del Espíritu Santo. Es decir, en los sueños de sus sabios y profetas, Dios también se comunica con nosotros.

Todo lo anterior nos lleva a concluir que el camino elegido por el Santo Padre para escribir su exhortación apostólica no pierde su contenido teológico, sino que permanece estrechamente vinculado a las fuentes esenciales de la teología, a saber: la Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia. Pasemos ahora a destacar algunas dimensiones teológicas que, a nuestro entender, es posible identificar en los sueños compartidos por el Papa, teniendo en cuenta que, citando una vez más el Nuevo Diccionario de Espiritualidadviii, al interpretar los sueños debemos estar atentos a la correlación existente entre ellos, pues también en los sueños, «todo está interconectado»ix.

Dimensión soteriológica

La lectura del texto post-sinodal nos permite identificar claramente la relación que el Papa hace de la situación actual en la Amazonía con la historia de la Creación y la Salvación y con el hecho de que estamos llamados a tener esta doble conciencia: que somos siempre criaturas que dependen en todo de Aquel que nos creó y modeló (Jr 18, 6: «He aquí, como el barro en las manos del alfarero, tú también estarás en mis manos»). Y, por otro lado, el Señor quiere que participemos en su acción creativa y salvadora, como colaboradores de la Missio Dei, siendo discípulos y misioneros de su Hijox, llamándonos desde el principio a compartir la responsabilidad de la vida de nuestros hermanos y otras criaturas (Gn 4, 9: “¿Dónde está tu hermano?”).

Nos parece que esto es exactamente lo que el Papa quiere recordar, asumiendo en su «sueño ecológico» las voces procedentes de la Amazonía a través del documento preparatorio para el Sínodo y confirmado por los padres sinodales, que abusar de la naturaleza también es abusar de hermanos y hermanas, así como de la misma creación y del Creador, comprometiendo todo nuestro futuroxi. Para Francisco, esta conciencia renovada de la Iglesia sobre el valor de la creación es uno de los principales factores que la hacen querer contribuir al cuidado de la casa común y al crecimiento de la Amazoníaxii. Frente al «pecado ecológico», definido por los padres sinodales como «una acción u omisión contra Dios, contra el prójimo, la comunidad y el medio ambiente»xiii, el Papa presenta su «sueño ecológico», enseñando que, para vivir la fe de manera comprometida y alcanzando la comunión plena con Dios, es imperativo cultivar una espiritualidad de la ecología integral, que promueva entre nosotros, una comunidad de discípulos misioneros, el cuidado de la creación, de una manera cada vez más participativa e inclusiva, como leemos en el Documento Final del sínodoxiv.

Y, así como la narración bíblica del evento salvífico está marcada no solo por el encuentro salvador de Dios con los hombres, sino también por historias de violencia, destrucción y desobediencia al plan de Dios, ante el cual los profetas no guardaron silencio, de la misma manera el Papa exhorta a todos a una nueva educación que genere en nosotros el cambio y la superación de ciertos hábitos, como el consumismo y la cultura desechable, que generan no solo la destrucción ambiental, por el mal uso de los recursos naturales y la falta de respeto por la naturaleza, sino también de enormes crisis sociales, con violencia y destrucción de la vida humanaxv.

Dimensión cristológica

A pesar de toda la preocupación expresada por el Papa por los problemas ambientales y sociales, pueda crear la falsa impresión de que es un documento de menor valor teológico, su exhortación post-sinodal tiene indudablemente una dimensión profundamente teológica y cristológica, siendo esta, en última instancia, la razón que justifica todo su compromiso en favor de una ecología integral. Porque, explica Francisco, Dios no solo creó todo lo que existe, sino que también se entregó a sí mismo en Jesucristo, nuestro Señor, quien primero nos cuida, enseñándonos a cuidar a nuestros hermanos y hermanas y al medio ambiente que nos da todos los días. Para el sucesor de Pedro, no hay duda de que «esta es la primera ecología que necesitamos»xvi, porque al final «todas las criaturas del universo material encuentran su verdadero significado en el Verbo Encarnado, porque el Hijo de Dios incorporó en su persona parte del universo material, donde introdujo un germen de transformación definitiva»xvii.

A nuestro entender, esta conciencia cristológica, tan sorprendente en esta exhortación apostólica, lejos de desviar la atención o debilitar nuestra mirada ante la dramática situación en la que viven los pueblos indígenas y la biodiversidad amazónica hoy, hace aún más evidente que es para seguir a Cristo que los cristianos tenemos una misión que cumplir en defensa de la vida amenazada en la Amazonía y en otras partes del mundo. Ante el mal, debemos estar indignados como Jesús estaba indignado (cf. Mc 3.5), dice el Papa, advirtiendo que no podemos acostumbrarnos al mal ni anestesiar nuestra conciencia social, cuando la vida de millones de personas en todo el mundo está en peligro, como la de los campesinos e indígenas en la Amazoníaxviii.

Por lo tanto, cuando habla de su «sueño social», Francisco recuerda que es desde el corazón de Cristo que surge la caridad anunciada por los Evangelios y que siempre debe ir acompañada de un deseo de justicia, fraternidad, solidaridad y la capacidad de relacionarse y encontrarse con los otrosxix. Aquí, entonces, hay algunos criterios muy claros para saber si realmente estamos siguiendo a Jesús o no, que, en opinión del Papa Francisco, necesariamente implica asumir el rostro misericordioso de Cristo en nuestra vida concreta y en la acción de la Iglesia, porque incluso para esto «la misericordia puede convertirse en una mera expresión romántica si no se manifiesta concretamente en la tarea pastoral», completa el Papa, comentando su «sueño eclesial»xx. Como Vicario de Cristo en el mundo, Francisco asume el grito de los pueblos del bosque, como antes hicieron los profetas que llamaron al pueblo a «romper las cadenas de la iniquidad, soltar las ataduras del yugo y liberar a los oprimidos» (Is 58, 6), siendo este el ayuno que agrada a Dios.

Recordemos, finalmente, que es motivado por el seguimiento a Cristo que el Papa, al igual que todo cristiano está llamado a hacer, denuncia los modelos económicos dañinos para la Amazonía, frutos de una economía globalizada, que se aleja de los valores evangélicos, haciendo daño «sin pudor a la riqueza humana, social y cultural”xxi, en lugar de buscar promover la dignidad humana, a través de una economía solidaria y autosustentable. Para aquellos que, por ignorancia y falta de base teológica, critican la «injerencia» del Papa en estos asuntos, sería suficiente recordar lo que el Catecismo nos enseña que «en asuntos económicos, el respeto a la dignidad humana requiere la práctica de la virtud de la templanza, para moderar el apego a los bienes de este mundo; de la virtud de la justicia, para salvaguardar los derechos de los demás y darles lo que les corresponde; y de la solidaridad, de acuerdo con la regla de oro y de acuerdo con la libertad del Señor, quien «siendo rico se hizo pobre, para enriquecernos con su pobreza»xxii.

Dimensión neumatológica y eclesiológica

Desde un punto de vista teológico, también debe señalarse que una gran parte de la exhortación apostólica del Papa en relación al Sínodo sobre la Amazonía se refiere a la acción del Espíritu Santo en la Iglesia en aquella región, pero con alcance universal. Esto no podría ser diferente, considerando que el tema elegido para el referido sínodo habla de «nuevos caminos para la Iglesia». Francisco, de hecho, deja claro al comienzo de su exhortación, que espera que toda la Iglesia se enriquezca y cuestione por el trabajo realizado por los Padres sinodales, cuyas conclusiones se encuentran en el Documento Final, para ser asumidas con empeño por los católicos e inspirar a todas las personas de buena voluntadxxiii.

En el ámbito eclesial, algunas características se destacan en el «sueño eclesial» del Papa Francisco: algunas de ellas son la sinodalidad, la inculturación, la mayor participación de las mujeres y la itinerancia apostólica.

En cuanto a la sinodalidad, el texto papal se acerca indudablemente a lo que los padres sinodales llamaron «espíritu sinodal» o «conversión sinodal», al sugerir una renovación en la forma de estructurar las iglesias locales en cada región y país, de modo que, impregnadas del espíritu sinodal, sean organizadas de acuerdo con esta dinámica, como auténticos organismos de «comunión», siguiendo caminos comunes en la evangelización, de una manera más descentralizada, sin debilitar el vínculo con la Iglesia universalxxiv. Para el Papa, en el camino evangelizador de la Iglesia en la Amazonía, uno de los ejemplos inspiradores de esta sinodalidad fueron las comunidades eclesiales, cuando supieron integrar la defensa de los derechos sociales con el anuncio misionero y la espiritualidadxxv. El Santo Padre también recuerda que, en una Iglesia sinodal, las mujeres deberían poder acceder a funciones y servicios eclesiales compatibles con el papel central que ya desempeñan en las comunidades amazónicas, servicios que implican estabilidad, reconocimiento público y envío por parte del obispo. Todo esto, según Francisco, tendría un impacto real y efectivo en la organización, en las decisiones más importantes y en la orientación de las comunidades eclesiales, además de enriquecerlas con el estilo de su marca femeninaxxvi.

Con respecto a la itinerancia apostólica, reconociendo que la Amazonía es una región de gran movilidad interna y migratoria, el Papa asume en su «sueño eclesial» la propuesta ya presente en el documento de trabajo preparatorio para el Sínodo, defendiendo que además de las estructuras más estables y fijas, también se deberían alentar equipos de misión itinerante, apoyando también una mayor itinerancia e inserción de la vida consagrada entre los más pobres y los más excluidosxxvii.

Por supuesto, todo esto solo será posible si, al mismo tiempo, hay una renovación en el modelo de formación del clero, de la vida consagrada y de los agentes pastorales en general, para que se abran a estos nuevos soplos del Espíritu, a partir de una espiritualidad encarnada, dialogante, inculturada y misericordiosa que, siendo verdaderamente cristianaxxviii, sepa cómo dejarse enriquecer por otras espiritualidades ancestrales y cosmovisiones, como la de los pueblos indígenas de la Amazonía, de quienes tenemos mucho que aprender en relación con el respeto y el cuidado de las criaturas, de las cuales solo somos guardianes. Pues al final, no hay lugar, situación o cultura que no sea tocada por la presencia del Resucitadoxxix.

iPAPA FRANCISCO, Exhortación apostólica post-sinodal Querida Amazonía, 12 de fevereiro de 2020, n. 41.

ii Cf. BORRIELO, L. / DOWNEY, M. (Ed.), Nuovo Dizionario di Spiritualità, Libreria Editrice Vaticana, Città del Vaticano 2003, 693-696.

iiiPAPA FRANCISCO, Exhortación apostólica Evangelii Gaudium, 24 de novienbre de 2013, n. 27.

iv Ibidem.

v PAPA FRANCISCO, Exhortación apostólica post-sinodal Christus vivit, 25 de marzo de 2019, n. 36

vi Cf. PAPA BENEDICTO XVI, Vigília de oración con los jóvenes em la explanada de Montorso, Loreto, 1 de septiembre de 2007.

vii PAPA FRANCISCO, Exortação apostólica pós-sinodal Christus vivit, 25 de março de 2019, n. 157.

viiiCf. BORRIELO, L. / DOWNEY, M. (Ed.), Nuovo Dizionario di Spiritualità, … 693-696.

ixPAPA FRANCISCO, Carta encíclica Laudato si’ sobre o cuidado da casa comum, 24 de maio de 2015, n. 91, 117, 138 e 240.

xCf. Documento de Aparecida, Texto conclusivo de la V Conferencia General del Episcopado Latino-Americano y del Caribe, Editora Paulus, São Paulo 2009.

xiCf. PAPA FRANCISCO, Exhortación apostólica post-sinodal Querida Amazonía, … n. 42. Ver también: Instrumentum laboris, 26.

xiiCf. PAPA FRANCISCO, Exhortación apostólica post-sinodal Querida Amazonía, … n. 60.

xiiiDocumento Final, n. 82.

xiv Cf. Documento Final, n. 81.

xvPAPA FRANCISCO, Exhortación apostólica post-sinodal Querida Amazonía, … n. 58 e 59. Ver también Documento final, n. 84.

xviPAPA FRANCISCO, Exortação apostólica pós-sinodal Querida Amazonía, … n. 41.

xviiCf. PAPA FRANCISCO, Exhortación apostólica post-sinodal Querida Amazonía, … n. 74.

xviiiCf. PAPA FRANCISCO, Exhortación apostólica post-sinodal Querida Amazonía, … n. 15.

xixCf. PAPA FRANCISCO, Exhortación apostólica post-sinodal Querida Amazonía, … n. 22.

xxCf. PAPA FRANCISCO, Exhortación apostólica post-sinodal Querida Amazonía, … n. 84. Ver también Documento final, n. 32.

xxiCf. PAPA FRANCISCO, Exhortación apostólica post-sinodal Querida Amazonía, … n. 39. Ver también Documento final, n. 73.

xxiiCATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA, n. 2407.

xxiiiCf. PAPA FRANCISCO, Exhortación apostólica post-sinodal Querida Amazonía, … n. 4.

xxivCf. Documento final, n. 91 e 92.

xxvCf. PAPA FRANCISCO, Exhortación apostólica post-sinodal Querida Amazonía, … n. 96.

xxvi Cf. PAPA FRANCISCO, Exhortación apostólica post-sinodal Querida Amazonía, … n. 103. Ver también Documento Final, n. 95, 99 e 102.

xxviiCf. PAPA FRANCISCO, Exhortación apostólica post-sinodal Querida Amazonía, … n. 98. Ver también Instrumentum laboris, n.129, d, 2.

xxviii Cf. PAPA FRANCISCO, Exhortación apostólica post-sinodal Querida Amazonía, … n. 90. Ver también Documento Final, n. 106, 107 e 108.

xxixCf. PAPA FRANCISCO, Exortação apostólica pós-sinodal Querida Amazônia, … n. 74.

No todos los «sueños» de la «Querida Amazonia» implican profetismo y audacia

14.02.2020 Consuelo Vélez


Acaba de salir la Exhortación post sinodal “Querida Amazonia” y los comentarios no se han hecho esperar. Los hay de todo tipo. Unos, tratando de ensalzar el documento con expresiones como “es un texto suficientemente bello, quizás el más bello de los que ha escrito Francisco” o “La exhortación es una carta de amor”; otros, dándole la mejor interpretación posible para suavizar, tal vez, ese sabor “agridulce” que trae la exhortación al no responder a muchas de las grandes expectativas que el Documento final del Sínodo había dejado: “La emergencia de una ‘nueva hermenéutica’ en el magisterio” o “La exhortación ‘complementa’ el documento sinodal sin anularlo”. Algunos otros no ocultan su decepción, pero apelan a la esperanza de que lo nuevo que ha traído Francisco vale la pena seguir apoyándolo: “Tristeza y decepción, con un leve atisbo de esperanza”. Ante tanto comentario, no queda más que intentar el propio porque, a fin de cuentas, es el que nos pone en camino para vivir la misión a la que nos sentimos llamados. El título que señalé, confieso que me fue difícil formularlo pero me parece resume lo que comentaré a continuación.

Comencé a leer la Exhortación con mucho interés y encontré el lenguaje cercano, comprensible, realista, concreto al que nos ha acostumbrado el Papa Francisco. Después me entusiasmó encontrar lo que había leído en algunos de los comentarios antes señalados de que el Papa no anulaba el documento final del Sínodo, sino que invitaba a que “los pastores, consagrados, consagradas y fieles laicos de la Amazonia se empeñaran en su aplicación, y pudiera inspirar de algún modo a todas las personas de buena voluntad” (n. 4).

Así me adentré en los “cuatro sueños” que la Amazonia le inspira al Papa Francisco y que conforman los cuatro capítulos de la Exhortación: (1) Un sueño social: luchar por los derechos de los más pobres, de los pueblos originarios; (2) Un sueño cultural: preservar su riqueza cultural; (3) Un sueño ecológico: custodiar la abrumadora hermosura natural; y (4) un sueño eclesial: suscitar comunidades cristianas con rostro amazónico” (n.7).

Sobre el “sueño social” el Papa vuelve a unir lo social con lo ecológico: es urgente escuchar el clamor de la tierra y el clamor de los pobres, no como dos realidades separadas sino como una misma causa que ha de comprometer la vida cristiana. El compromiso con los pobres no se puede hacer sin llamar por su nombre a los que causan esa situación. Por eso se refiere a “los intereses colonizadores” del pasado y de ahora (n.9) que producen la migración de los indígenas a las ciudades, lugares donde padecen la xenofobia, la explotación sexual y el tráfico de personas (n.10). Todo lo que padecen estos pueblos tiene un nombre “injusticia y crimen” (n.14) que hace necesario “indignarse” como Dios mismo se indigna ante la injusticia (n.15). Ante tanto dolor, la “Iglesia no puede estar menos comprometida y está llamada a escuchar los clamores de los pueblos amazónicos para poder ejercer con transparencia su rol profético”, reconociendo, avergonzándose y pidiendo perdón porque no siempre supo ponerse del lado de los oprimidos en la conquista de América (n.19).

Lo social no solo implica lo individual sino también lo comunitario, de ahí la urgencia de promover todo lo que ayude a conservar los valores y estilos de vida de los pueblos originarios (n.21). Preguntándose por las instituciones de la sociedad civil se constata que no son ajenas a la corrupción (n.24) y, lo más grave, no se puede negar que algunos miembros de la iglesia han sido cómplices de tales corrupciones con el objetivo de obtener ayudas económicas para las obras eclesiales (n.25).

Sobre el “sueño cultural”, Francisco insiste en evitar toda colonización de la Amazonia. Hay que ayudarla a sacar lo mejor de sí: “cultivar sin desarraigar, hacer crecer sin debilitar la identidad, promover sin invadir” (n. 28). Todo ello confluye en la necesidad del encuentro intercultural en el que la identidad y el diálogo no son enemigos, sino que pueden fecundarse para crecer mutuamente ya que toda cultura puede volverse estéril si se encierra en ella misma (n.37). La diversidad no debe significar amenazas, ni justificar jerarquías de poder sino diálogo desde visiones culturales diferentes, de reavivamiento de la esperanza (n. 38).

El paradigma ecológico en el catolicismo 

Sobre el “sueño ecológico” supone recuperar esa relación estrecha del ser humano con la naturaleza donde la existencia cotidiana es siempre cósmica (n.41). Por eso el grito de la Amazonia alcanza a todos porque la conquista y explotación de los recursos amenaza hoy la misma capacidad de acogida del medioambiente: el ambiente como “recurso” pone en peligro el ambiente como “casa”. Aquí el Papa denuncia “el interés de unas pocas empresas poderosas” que se pone por encima del bien de la Amazonia y de la humanidad entera (n. 48). Por eso es loable la tarea de organismos internacionales y organizaciones de la sociedad civil que cooperan críticamente, utilizando legítimos mecanismos de presión, para que los gobiernos cumplan con el deber de preservar el ambiente sin venderse a intereses locales o internacionales (n.50). Es importante tener también una mirada contemplativa para hacer de la Amazonia un lugar teológico, un espacio donde Dios mismo se muestra y convoca a sus hijos (n.57). Todo ello nos convoca a la “ecología integral” que tan extensamente el Papa desarrolló en la Encíclica Laudato si (n.58) y que convoca a la Iglesia a aportar también al cuidado y al crecimiento de la Amazonia (n. 60). En todos estos sueños el Papa recuerda la Doctrina social de la iglesia, aludiendo a textos importantes de esta doctrina.

Sobre el “sueño eclesial”, el Papa se dirige concretamente a los pastores y fieles católicos (n. 60). Comienza recordando la necesidad del anuncio del kerygma (n. 65) y continúa insistiendo en la inculturación de la fe para no avasallar a los pueblos originarios, para valorar su cultura, su sabiduría, su religiosidad popular (n.70). Señala, además, la dimensión social que implica la firme defensa de los derechos humanos porque no se puede separar la evangelización de la promoción humana (n.75.78). Hasta aquí el Papa mantiene su discurso social, del lado de los pobres, interpelando la conciencia social y uniendo fe y realidad. Todo esto ¡muy bueno! Para animar, comprometer e impulsar la misión eclesial con la Amazonia.

Pero cuando se refiere al ámbito intraeclesial, es difícil no sentir decepción. Fuera de la liturgia inculturada (n.82) y la opción por la “misericordia” antes que por las “normas” (n.84), la referencia a la “inculturación de los ministerios” no puede más que reflejar “poco profetismo, poca audacia, poca capacidad de soñar”. Aunque constata las dificultades de la Amazonia para una celebración asidua de los sacramentos y para una mayor presencia eclesial allí, la respuesta que propone es ratificar que puesto que sólo el sacerdote puede celebrar la eucaristía (n.88) no queda más remedio que promover la oración por las vocaciones sacerdotales y buscar que más sacerdotes misioneros vayan a la Amazonia (n.90). No descarta el avivar a las comunidades cristianas y mantener la presencia estable de líderes y laicos maduros y dotados de autoridad para permitir el desarrollo de una cultura eclesial propia, marcadamente laical (n.94) pero no hay ningún otro camino abierto, ninguna propuesta que en verdad ofrezca una esperanza eclesial. Pero aquí no termina todo. En el afán de justificar que a las mujeres no se le puede dar acceso al orden sagrado, se invocan unas razones absolutamente insuficientes que causan dolor e indignación. Al identificar a las mujeres con María y a los sacerdotes con Jesús, identificación teológicamente insostenible, por cierto, una vez más limita a las mujeres al papel de “sostener, contener y cuidar” a la comunidad, mientras que los roles de dirección, organización, planeación, conducción, decisión, siguen en mano de los varones (n. 101) porque en la iglesia actual, esas instancias están en mano de los clérigos y, por supuesto, allí no están las mujeres.

Una vez más, se pierde en la iglesia la posibilidad de una reforma eclesial de fondo y verdadera: la igualdad fundamental de todo el pueblo de Dios, con diversidad de ministerios, sí, pero no con relegación de las mujeres a un segundo lugar. Una iglesia llena de miedos a los cambios no parece una iglesia fiel al profetismo de los orígenes cristianos. De todas maneras, como decía San Pedro Poveda: “Tenemos mucha fe, mucha esperanza, y no dejamos de soñar y hasta realizamos algunos sueños«. Una vez más, hay que mantener la esperanza de que el sueño de una iglesia más acorde al sueño de Jesús, algún día llegará a ser posible.

Cardenal Czerny: “La exhortación es una carta de amor, un gesto extraordinario que nos llama la atención a todos”

12.02.2020 Luis Miguel Modino, corresponsal en Brasil


En el día en que ha sido presentada “Querida Amazonía”, la exhortación post-sinodal del Sínodo para la Amazonía, uno de los dos secretarios de la asamblea sinodal, el Cardenal Michael Czerny, nos ayuda a entender un poco mejor el proceso vivido hasta ahora. Él lo ha vivido como un “fortalecimiento de mi fe y de mi esperanza”, un ejercicio “de escucharnos mutuamente, de ponernos en la presencia del Espíritu Santo”, para descubrir que así “sí encontramos caminos posibles”.

Según el cardenal, el Papa Francisco “se ha dado cuenta que sin amor no vamos a llegar a soluciones que realmente respondan a los problemas”, por lo que nos dirige una carta de amor para “decirnos que hay que convertirse”. La Amazonía marca la vida del Papa Francisco desdeAparecida, donde el entonces cardenal Bergoglio fue relator del documento. Eso desencadenó en un proceso del que han participado miles de personas, que han dicho lo que pensaban, lo que marca un hito en la vida de la Iglesia.

En sus palabras, el purpurado insiste en que “los primeros protagonistas son los mismos pueblos indígenas y otros pobladores de la Amazonía”, que “han dicho que la Iglesia les acompañe”, algo que fue asumido por los obispos presentes en la asamblea sinodal. Eso reclama de todos, en su opinión un “comenzar a caminar juntos para solucionar los problemas”. A pesar de que la exhortación no propone soluciones concretas, por lo que “todos los actores tienen que coordinar para conseguir las soluciones”, inclusive quien está fuera de la Amazonía.

Usted ha dicho en la presentación de la exhortación que sólo lo que es amado puede ser salvado y transformado. En ese contexto, ¿qué significa que el Papa Francisco se refiera a la Amazonía como algo querido?

Pienso que en este camino el Papa Francisco ha aprendido a amar la Amazonía y ha apreciado la profundidad y la extensión tanto de los problemas como de las posibles soluciones, y se da cuenta que sin amor no vamos a llegar a soluciones que realmente respondan a los problemas. Con otras palabras, el Documento Final está organizado en términos de conversiones, y a mi modo de ver, dirigirnos una carta de amor, a mi modo, es una manera muy bonita de decirnos que hay que convertirse. Tenemos que cambiar de manera profunda si queremos salvar esta parte importante de la casa común.

El Papa Francisco mostró su interés por la Amazonía desde el principio de su pontificado. De hecho, en su discurso a los obispos brasileños con motivo del encuentro con ellos en la Jornada Mundial de la Juventud en Rio de Janeiro, en julio de 2017, apareció la importancia de esta región. ¿Hasta qué punto podemos decir que la Amazonía es algo que ha marcado el pontificado del Papa Francisco?

La historia comienza realmente en Aparecida, que es un momento importante para la Iglesia de América Latina y para el entonces cardenal Bergoglio. Pienso que estaba dándose cuenta, que comenzó a percibirlo como un obispo no amazónico. Poco a poco, gracias al testimonio de sus hermanos obispos y de otros miembros de la Iglesia, ciertamente ha ido profundizando su propia apreciación, hasta el punto de que hoy dirige una carta de amor, que me parece que es una respuesta, un gesto extraordinario y que nos llama la atención a todos nuevamente.

Usted ha señalado que el Papa Francisco habla de sueños en vez de conversiones, que es lo que marcaba el Documento Final. ¿Podríamos relacionarlo no sólo con la tradición bíblica, sino también con la importancia de los sueños en las cosmovisiones de los pueblos originarios amazónicos, que los ven como algo que determina la vida concreta?

Eso se lo habría que preguntar a ellos, yo no puedo decir que eco va a tener esta imagen del sueño. Reconociendo lo que quieren decir los sueños en nuestra tradición espiritual y en la Escritura, eso ya me conmovió cuando el Padre Adelson explicó eso hoy en la rueda de prensa. Eso es algo muy fructífero, muy prometedor como idea, pero lo que todavía me gusta más es que estos sueños no son generales, sino que son concretos y prácticos, hay que cogerlos entre manos y entregarse para realizar estos sueños. No son algo que se quede en las nubes.

Hoy hemos visto diferentes reacciones ante la exhortación, inclusive en la presentación. ¿Por qué es importante entender que, por encima de esa cuestiones que han levantado más polémica, el Sínodo es un proceso y que la exhortación, aunque sea algo importante y fundamental, es un elemento más dentro de ese proceso? ¿Cuál es la importancia de los documentos previos, del Documento Preparatorio, el Instrumentum Laboris y del Documento Final?

Todos reconocemos la enorme influencia de la participación de los pueblos amazónicos. Decir que 87.000 personas han tenido la palabra y han dicho lo que querían decir, a mí eso me parece extraordinario. Y gracias al proceso podemos testimoniar que estas voces han adquirido su fuerza durante todo el proceso del Sínodo y gracias a “Querida Amazonía”. Tenemos dos documentos de la Iglesia que tienen fuertes ecos de las voces indígenas y de otros pobladores de la Amazonía. Eso es una cosa extraordinaria, única en la vida e historia de la Iglesia y muy prometedora para el futuro. Porque hay muchos otros pueblos que quieren elevar su voz, lo que viven, lo que sufren, lo que quieren, lo que sueñan, con la Iglesia, y eso me parece muy prometedor.

En el número 111 de la exhortación, el Papa Francisco habla de avanzar en caminos concretos que permitan transformar la realidad de la Amazonía y liberarla de los males que la aquejan. ¿Quiénes deben ser los actores principales de esos avances?

Se ha dicho claramente, en diferentes momentos, los primeros protagonistas son los mismos pueblos indígenas y otros pobladores de la Amazonía. Con un poco de reflexión, uno tiene que reconocer que es inimaginable tener verdaderas soluciones si son impuestas de fuera. Esta idea de que los están allí, tienen una voz decisiva en la percepción de los problemas y en el desarrollo de las soluciones, a mí eso me parece una verdad básica. Se puede decir que es uno de los derechos humanos fundamentales, y gracias a Dios que estamos descubriendo esta idea esencial.

Después, como han dicho los propios pueblos indígenas en el transcurso de este camino sinodal, ellos han dicho que la Iglesia les acompañe. Han dicho, no nos abandonen, nos acompañen, y, como Iglesia, los obispos han dicho, sí, queremos acompañarles a ustedes. Eso también me parece absolutamente fundamental, es un tipo de alianza en el sentido bíblico de la palabra que me encanta, me anima mucho. Con eso, espero que las propuestas concretas del Documento Final, y las propuestas, los sueños del Papa, de la exhortación, van a animar a todos los que participan de la Iglesia, los ministros, la vida religiosa, los laicos, los amigos y otras personas, a comenzar a caminar juntos para solucionar los problemas.

El testimonio del científico Carlos Nobre, en la rueda de prensa de hoy, me parece fundamental. Cuando él dice, en nombre de la comunidad científica que, nosotros los científicos realmente queremos que los cuatro sueños del Papa Francisco se realicen, eso me parece un claro elemento del diálogo entre la Iglesia y la ciencia en favor del desarrollo sostenible, respetuoso y participativo de la región amazónica.

¿Cómo puede marcar esta exhortación y todo el proceso sinodal el futuro de la Amazonía y del planeta, y de la vida de la Iglesia en la Amazonía y en el mundo?

Creo que la respuesta está en toda la exhortación y en las propuestas específicas en el Documento Final. Lo genial de la exhortación apostólica es que no cae en la tentación de decir que la solución es eso, eso o eso, tres cosas, cinco cosas o diez cosas. La solución es la gama completa de posibilidades que ahora la Iglesia en la Amazonía, y todos los actores tienen que coordinar para conseguir las soluciones. Y nosotros, fuera de la Amazonía, tenemos que ser impregnados por este mismo amor. Si no amamos, no vamos a reconocer la justicia y la importancia de responder con la necesaria valentía.

Por eso, los sueños nos llaman, como dice el Documento Final, a conversiones. Y conversión no es sólo cambiar eso o lo otro, es cambio de corazón, cambio de alma, cambio de mente, cambio de sentimientos y cambio de vida. Eso es un menú bastante desarrollado.

¿Qué es lo que ha supuesto para usted, qué es lo que le ha enseñado el participar de este proceso del Sínodo para la Amazonía?

La primera palabra que me viene en mente es creer. Ha sido un tiempo de crecimiento en mi fe. En cada momento me pareció que los desafíos eran enormes y no podía imaginar soluciones. Cuando seguimos la receta del camino sinodal, de escucharnos mutuamente, de ponernos en la presencia del Espíritu Santo, resulta que sí encontramos caminos posibles. Eso para mí ha sido un descubrimiento y un fortalecimiento de mi fe y de mi esperanza. Estuve muy contento en las semanas del Sínodo por como estábamos viviendo este diálogo, que no es todos diciendo lo mismo, sino todos hablando con apertura, escuchando, tratando de aprender y descubriendo que, al final, hemos cambiado de idea. Ese es un signo del trabajo del Espíritu Santo.

Erwin Kräutler: «¡No podemos poner la cuestión del celibato por encima de la celebración de la Eucaristía!»

18.02.2020 Lucía López Alonso


Participante central del Sínodo para la Amazonía en Roma, así como de la REPAM en Brasil, el prelado misionero ha confesado su «perplejidad» ante la falta de claridad del «sueño eclesial» de Francisco en ‘Querida Amazonia’ 

Reconociendo que sigue «sin entender por qué no se incluyó esta medida en la exhortación», el obispo ha apuntado que no hay que perder la esperanza, puesto que «el tema seguirá siendo planteado, en particular por los obispos que, como yo, votaron por los viri probati» 

También denuncia la falta de protagonismo femenino: «A decir verdad, no sé cómo explicar esto a los fieles. Sinceramente esperaba más avances en este tema, porque es una cuestión de justicia de género» 

Erwin Kräutler, obispo emérito de Xingu, ha explicado su visión de la exhortación post-sinodal en una entrevista concedida a catch.ch. Central participante del Sínodo para la Amazonía en Roma, así como de la REPAM en Brasil, el misionero conoce a la perfección a las comunidades indígenas, y ha agradecido que el Papa Francisco las haya visibilizado en ‘Querida Amazonia’.

«Estoy extremadamente satisfecho con… ¡tres sueños y medio!», ha declarado, refiriendo elogios a los apartados del documento en los que el Papa describe los sueños «sociales, culturales y ecológicos» y subrayando su «perplejidad» al llegar al «sueño eclesial».

«Sentí una ruptura», confiesa el obispo, que esperaba que Francisco fuera capaz de anunciar la aprobación de los ‘viri probati’, la ordenación de sacerdotes casados.

El obispo emérito de Xingu ha destacado que, mientras que en los otros apartados del texto el Pontífice se expresa con rotundidad, exigiendo «proteger la selva amazónica» y utilizando los términos «injusticia y crimen» para referirse a las operaciones económicas que explotan sin control la región amazónica, el sueño eclesial necesita aterrizar en la realidad. 

Erwin Kräutler asegura, a este respecto, que «mucha gente, incluyéndome a mí, ha encontrado esta parte muy extraña porque realmente cambia de estilo«, como si la redacción papal hubiera sido intervenida en la parte más polémica de la exhortación apostólica. La que reunía expectativas de renovación entre los misioneros del Amazonas.

«Lo sentí particularmente cuando vi que ni el cardenal Claudio Hummes, que fue el relator del Sínodo, ni el cardenal Pedro Barreto fueron invitados a la presentación del texto en Roma», lamenta

Reconociendo que sigue «sin entender por qué no se incluyó esta medida en la exhortación», el obispo ha apuntado que no hay que perder la esperanza, puesto que «el tema seguirá siendo planteado, en particular por los obispos que, como yo, votaron por los viri probati«. «Después de todo -ha continuado- no esperábamos que el Papa estuviera de acuerdo con esto inmediatamente. Esto se debe a que también necesitamos llegar a un acuerdo que sea aceptado por la Iglesia Católica en todo el mundo».

Un error estratégico

De la misma manera, ha definido la negación de los ‘viri probati’ como un «error estratégico», ya que, desde su perspectiva, «la única manera de resolver el problema de la falta de sacerdotes es aprovechar las riquezas del Amazonas». A saber, los laicos, las mujeres… Cuyo papel tampoco se ha defendido en ‘Querida Amazonia’, que no ha dado pie al diaconado femenino.

«Lo sentí particularmente cuando vi que ni el cardenal Claudio Hummes, que fue el relator del Sínodo, ni el cardenal Pedro Barreto fueron invitados a la presentación del texto en Roma», lamenta el prelado, describiendo que en el Amazonas el laicado sustituye en muchas comunidades remotas a los consagrados. «Pero el problema sigue siendo que no pueden presidir la misa. Pueden celebrar bautismos. Pueden predicar. Pueden dirigir una comunidad. Pero no pueden administrar los sacramentos fuera del bautismo», dice el obispo emérito.

Hermano Francisco (Carta al obispo de Roma sobre la querida Amazonia)

17.02.2020 | José Ignacio González Faus


Hermano Francisco:

Ni siquiera sé si leerás esta carta. El estilo epistolar se ha convertido para mí en un género literario: porque imaginar a un interlocutor me ayuda a expresarme.

En cualquier caso, quisiera comentar un poco tu reciente decisión sobre la ordenación presbiteral de hombres casados, a propósito del sínodo de la Amazonia. Más que una negativa se trata de una no-decisión: no has abierto la puerta pero tampoco has echado el cerrojo. Supongo que por temor a un cisma en esta Iglesia donde hay un sector que no se cansa de ponerte palos en las ruedas y que se ha visto ayudado esta vez por todo ese clamor mediático que daba la impresión de que eso era la único que importaba en el tema de la Amazonía. Y también por todos aquellos a los que ya se refería Engels en una célebre carta sobre el socialismo naciente, donde decía que en cuanto aparece una empresa nueva, todos los frustrados se acogen a ella para usarla en beneficio propio y no en favor de los destinatarios de esa empresa.

Por todas estas razones intento comprenderte. Puedo presumir además de haber escrito algunas páginas en elogio del celibato, reconociendo también el enorme peligro de solteronería y concluyendo que solo podrá dar un buen testimonio sobre el celibato aquel que humildemente se atreva a confesar que su celibato le ha enseñado a amar.

Desde esta postura personal quisiera aportar unas reflexiones con la pretensión -tan extraña hoy- de que no valgan por la autoridad de quien las dice (que en este caso es nula) sino por la verdad de lo que dicen.

1.- Hay una frase del evangelio que creo llevar grabada en el alma y son aquellas duras palabras de Jesús: “¡Farsantes! Quebrantáis la voluntad de Dios por acogeros a las tradiciones de vuestros mayores” (Mc 7, 6-8). Cuando era joven, y me gustaba más provocar, escribí que esas palabras deberían estar escritas en la fachada de san Pedro del Vaticano, en lugar de aquellas de “tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia”…

Pues bien, cuando releo esas palabras de Jesús, dos cosas me parecen evidentes: es voluntad de Dios que todos los cristianos (también los de la Amazonía) puedan celebrar la eucaristía. El encargo aquel: “haced esto en memoria mía” (Lc 22,19) vale para todos los cristianos, tanto si son korubos como pirikpuras como romanos. En cambio la ley del celibato no es un mandato divino sino una tradición humana: todo lo venerable que se quiera, pero tradición humana.

2.- También pienso en el consejo que te dio un obispo brasileño cuando se te confió el ministerio de Pedro: “No te olvides de los pobres”. Y vale ahora el argumento que otras veces se ha dado desde posiciones más conservadoras: acordarse de los pobres no es solo acordarse de sus derechos humanos pisoteados, sino también de que puedan recibir a Cristo. Si la norma del celibato es distinta en el mundo de los pobres de lo que es en nuestro mundo rico ¿no parecerá eso una aplicación de aquel celebérrimo discurso del obispo Bossuet sobre la eminente dignidad de los pobres en la Iglesia? Allí decía el famoso orador: “en el mundo los primeros son los ricos, en la Iglesia los primeros son los pobres; en el mundo los favores y privilegios son para los ricos, mientras que en la Iglesia de Jesucristo las gracias y bendiciones son para los pobres”… Bien lejos estamos de eso, desgraciadamente. Pero al menos no vendría mal que algún gesto bien sonoro nos lo recordara.

3.- Y si no, en plan un poco más estrafalario y bienhumorado, queda otra solución para que aquellos pobres no queden privados de la eucaristía. En tu curia romana, hermano Francisco, hay legión de presbíteros que viven en celibato y no tienen prácticamente trabajo ministerial alguno. Incluso varios de ellos son obispos sin iglesia, en contra de la prohibición expresa del concilio de Caledonia (ya en el 451). Se intenta eludir esa prohibición asignándoles una iglesia inexistente. Lo cual parece una verdadera hipocresía, que ya Benedicto XVI quiso eliminar pero la curia no se lo permitió.

Pues bien: ¿sería tan absurdo enviar a todos esos curas célibes de la Curia, a regiones perdidas de Brasil, de Perú, del Chad o de Tehuantepec, para que aquellos cristianos pudieran ver cumplido su derecho a celebrar la eucaristía? La curia romana podría quedar ocupada por laicos fieles, (“viri probati” también), casados y padres de familia. Porque ninguna ley eclesiástica exige el celibato para ser oficinista, ni por importante o sagrada que sea esa oficina. Serían unos excelentes “burócratas cristianos” (en expresión resignada y humorista de un hermano nuestro jesuita, que se pasó toda su vida de secretario de unos y de otros).

¿Parece todo eso una patochada? Quizá sí. Pero a lo mejor es que donde hay problemas extremos hay que buscar soluciones extremas, y donde las cosas están mal repartidas hay que procurar repartirlas bien. En cualquier caso podría ser una excelente ocasión para que hombres como el cardenal Sarah o el cardenal Miller demostraran el sentido ministerial del celibato.

4.- Y volviendo a lo serio: todos creemos estar buscando aquí la voluntad de Dios. ¿Por qué pues no poner a toda la iglesia en estado de oración para pedir aquello de san Ignacio: “que su santa voluntad conozcamos y la cumplamos?”. Cuando pedimos eso en la oración, está superprobado que esa petición sí que es escuchada.

Un abrazo bien fraterno y bien reverente, por virtual que sea.

Costadoat: «La Amazonia no necesita sacerdotes, sino presbíteros probados por sus comunidades»

17.02.2020 Jorge Costadoat


En la Amazonia hay muchos cristianos, aunque solo un 30% de las comunidades cuenten con curas para celebrar la eucaristía. Faltan sacerdotes, obvio. ¿Obvio? ¿Es indispensable la eucaristía para que haya cristianismo? Dejemos abierta una pregunta que daría para una reflexión teológica mayor, pero el hecho de un cristianismo sin ministros sacerdotes hace pensar.

Me ha motivado escribir esta columna la carta de José Ignacio González-Faus al Papa por no haber permitido, en su Exhortación apostólica sobre la Amazonia, que se ordene a los viri probati. El teólogo bromea: propone que los sacerdotes romanos célibes dejen la Curia y vayan a Sudamérica a prestar un servicio pastoral. Sus trabajos en Roma podrían tomarlos personas laicas. Ellos, en cambio, podrían ir a los varios países amazónicos a desempeñar una labor que actualmente no cumplen.

Me tomo en serio la broma de González-Faus.

No bromeo: ¿alguien imagina al Cardenal Sarah, el Prefecto para la liturgia, celebrando la eucaristía en Brasil, dándole la espalda a la gente y ofreciéndole la comunión solo en la boca? Sería una barbaridad pastoral.

Pero él mismo, como nos consta que lo ha planteado, entiende de esta manera el sacerdocio.

En la Amazonia hay cristianismo sin sacerdotes. ¿De qué calidad? Solo lo sabe el Padre Eterno. Pero, en cuanto a lo que nosotros seres humanos podemos saber, un cristianismo con sacerdotes romanos probablemente se desvirtuaría. Este tipo de sacerdotes son los que aún se forman en seminarios que los desarraigan de sus culturas y de sus comunidades, y los clericalizan. Son personas que llegaron a Europa después de recibir una formación sacerdotal muy europea y vuelven a América Latina todavía más europeos. Roma está llena de casas de formación y de universidades que romanizan a los sacerdotes y les convierten en ministros del sacrificio eucarístico para el perdón de los pecados. Esta idea preconciliar restrictiva de sacerdote no ha desparecido, se ha revigorizado y constituye la fragua del clericalismo que el catolicismo actual lamenta por doquier. Mucho de esto tiene la misma Exhortación del Papa, sé que es duro decirlo. 

La Amazonia no necesita sacerdotes, sino presbíteros probados por sus comunidades por haberles ayudado a vivir del Evangelio y por haberlas cuidado de las divisiones que las acechan. El único sacrificio que estas comunidades necesitan es el del amor de los que se privan a sí mismos en favor de sus hermanos y hermanas.

¿Pueden cumplir esta misión viri probati no sacerdotes? Parece que sí. ¿Pueden hacerlo las religiosas y las mujeres en general? No sabemos, pero tal vez pueden hacerlo mejor que los varones.

 La Amazonia no necesita, por cierto, el tipo de sacerdote resacralizado que en los últimos cincuenta años terminaron por destruir las comunidades eclesiales de base (CEBs) de América Latina, la mejor de las recepciones del Vaticano II.

Jorge Costadoat, sj: «¿Por qué no puede haber cenas eucarísticas sin sacerdote?» – Periodista Digital

José Manuel Vidal


En los próximos cincuenta o setenta años, si se mantiene la tendencia de disminución de vocaciones, habrá poquísimos ministros que puedan celebrar la eucaristía

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(Jorge Costadoat, sj).- Imaginemos que entra en la humanidad un virus letal que mata a la tercera parte de los seres humanos y, por una razón desconocida, mueren todos los sacerdotes, todos los obispos y el Papa. El desastre eclesial que se produce es mayor. Los cristianos se encuentran completamente desorientados. Una vez que vuelve la calma, sin embargo, surge la necesidad de continuar juntos. He aquí que en distintas partes del planeta en que la Iglesia aún está presente, surge la misma pregunta: «¿quién celebrará la eucaristía?».

El sacerdote al consagrar la hostia, alzándola lo más posible, los extasiaba. Ahora en cambio experimentan una carencia que no saben cómo calmar. Les parece que no hay Iglesia sin lectura de las Escrituras y sin poder comulgar con Cristo. ¿Qué pueden hacer para recordar la entrega de Jesús, su muerte y su resurrección? Sin rememorar a Jesús y sin compartir su mesa, piensan, el cristianismo se licuará dentro de poco. Seguirá habiendo fe, sí, pero no en el Dios en quien Jesús creyó.

Hace tiempo que vengo escuchando de comunidades que no tienen un sacerdote que celebre en ellas la eucaristía. Me dicen que en Brasil algo así como la mitad de las comunidades carecen de él. Me parece que, puestos los ojos en el futuro, debiera ya ahora ensayarse nuevas modalidades de celebrar fraternalmente la fe.

Sé de una comunidad que se reúne una vez al mes: sus integrantes deciden allí mismo quién puede presidir la celebración eucarística, llevan pan y vino corrientes, cuentan con una plegaria eucarística que se consiguieron creo que en Bélgica, comparten lo que está ocurriendo en sus vidas y, por supuesto, leen y comentan entre todos la Palabra. Llaman a esta reuniones «eucaristías» como si realmente lo fueran.

Los motivos para hacer algo así son varios. Pero ellos, por de pronto, no soportan más el modo en que los párrocos y otros curas celebran la eucaristía. Les parece que, conforme cambia la cultura, las maneras de hacerlo traicionan cada vez más la intención del Vaticano II de dar participación a los fieles. La fundamentación teológica para proceder así es esta: en el sacramento del bautismo, aseguran, están contenidos todos los sacramentos de la Iglesia. Los bautizados y bautizadas pueden eventualmente extraer de su sacerdocio bautismal el servicio sacerdotal y actualizarlo. En los mismos cristianos, dicen, la Iglesia se da en plenitud.

Este caso me ha hecho pensar en la posibilidad de realizar comidas eucarísticas. No en reemplazo de las eucaristías propiamente tales, sino a modo de complemento. Pienso en cenas al atardecer, a la hora del recogimiento, que recuerden que Jesús comía con todo tipo de personas. Los fariseos, que cuando comían hacían grupo aparte, decían de él ser «un comilón y borracho, amigos de publicanos y pecadores». Estoy pensando en personas que quieren emprender un camino comunitario de seguimiento de Cristo; que no tienen dónde ir a misa porque carecen de una iglesia cercana; que no están dispuestas a que el cura las reprenda en público; que la liturgia de la iglesia se les ha vuelto un rito huero e insoportable; o que sufren con que sus hijos sean hoy alérgicos a la religión y quisieran ellas ofrecerles otra manera de entender la comensalidad cristiana.

En estas comidas podría contarse con una pauta elaborada por la misma comunidad: comenzar y terminar con el signo de la cruz, preparar lecturas con anticipación, crear un momento de silencio profundo hacia el final, y comer, tal cual, comer y conversar sobre la vida, sobre lo que ocurre en el país, el mundo y la iglesia igual como se hace en las comidas entre amigos, solo que esta vez con un explícito propósito de dar gracias al Señor. ¿Pudiera resultar?

En Chile estamos lejos de la situación descrita al principio. Ningún virus hace peligrar a los sacerdotes. Pero los eclesiásticos estamos haciendo peligrar a la Iglesia. Esto, a la vez, hace pensar que en los próximos cincuenta o setenta años, si se mantiene la tendencia de disminución de vocaciones, habrá poquísimos ministros que puedan celebrar la eucaristía.

Espero que el Papa Francisco pueda ayudar a reflotar el episcopado chileno y los católicos recuperen la confianza en sus autoridades. Igual así, creo conveniente ensayar nuevas modalidades de ser Iglesia y de celebrar la fe. Las actuales, con o sin escándalos por los abusos del clero, difícilmente encausan el cristianismo de esta época.

“Si el Papa te mira como un hermano qué importa que un cardenal diga tal o cual, que se burlen de nuestras plumas”


17.02.2020 | Vicente Luis García Corres (Txenti)

El pasado viernes en Puerto Maldonado, en el Vicariato de Madre de Dios, donde “empezó todo”, el obispo monseñor David Martínez de Aguirre, acompañado de representantes del gobierno regional, de los pueblos indígenas, de las empresas de la minería y de otros sectores públicos participaron en una acto de presentación de la exhortación del Papa Francisco. El acto tuvo lugar en el auditorio San Juan María Vianney del Seminario.  

Monseñor David destacó el documento como “un poema de Amor para enamorarnos de la amazonía”. Habló de la exhortación como un documento que comunica una palabra de aliento, de ánimo. Celebró la coincidencia de estar presentando este documento en un 14 de febrero. 

Haciendo un repaso por el texto del papa Francisco destacó cómo el papa insiste en que no se trata de crisis separadas, la social por un lado y la ambiental por otro, no, es una crisis socioambiental, porque “el cuidado de la Tierra y de los pobres es el mismo grito”.

Monseñor Martínez de Aguirre dijo que la invitación de la Iglesia es a “amar la tierra más que a usarla, y a tenerla como casa no como recurso“.

Y respecto de aquellos temas eclesiales sobre los que había más expectación el obispo de Puerto Maldonado dijo que el papa ha optado por invitarnos a superar el clericalismo, a buscar soluciones que superan el conflicto. 

El representante del gobierno regional intervino para reconocer que “como Estado nos estamos olvidando del hombre”, y asumió el compromiso de incluir el enfoque y la reflexión del papa en las políticas medioambientales. 

El representante de los pueblos indígenas destacó la posibilidad de haber podido tener voz en este proceso, de haber sido escuchada la voz de los pueblos indígenas, y reconoció ser parte del problema y de la solución. 

El representante de la minería buscó trasladar la idea de que no solo una minería descontrola es causa del desastre ecológico, sino que  otras medidas no respetuosas con la naturaleza alterando los ecosistemas acaban teniendo consecuencias globales. 

La coordinadora de la mesa nacional de lucha contra la pobreza, la religiosa Lourdes Pérez, se centró en el cuarto sueño del papa Francisco, el sueño eclesial, destacando que el protagonismo del pueblo de Dios amazónico parte de la conciencia de ser herederos, “la Iglesia no empieza con nosotros. Misioneros y misioneras, con sus luces y sombras dieron respuesta al momento que les tocó vivir. Y ahora somos nosotros los responsables de enfrentar otro momento eclesial en la Amazonía.”

Fijó su interés en todo el tema de la inculturación, incidiendo en la conexión entre lo social y lo espiritual. 

La última en intervenir fue Yesica Patiachi que asistió como auditora en el Sínodo. Yesica denunció el trato recibido “yo pensé que los países europeos, que se denominan países desarrollados, entendían la cultura de otros. Vivió con dolor y sorpresa que fueran acusados de profanar el templo de Roma por ir con sus atuendos tribales. Pero también apuntó que sintió que el Papa les miró como un hermano, como uno más de su comunidad, “y si el papa te mira como un hermano que importa que un cardenal diga tal o cual, que se burlen de nuestras plumas”.  “En la sala sinodal me sentí escuchada”. Y concluyó con la esperanza de que las conclusiones del sínodo no se queden en los despachos sino que lleguen hasta los rincones de la selva. 

Non solum sed etiam

Tras visionar este acto que durá más de tres horas la primera sensación que uno saca es que los primeros protagonistas del Sínodo han recibido con agrado la exhortación. Consideran que se centra en lo importante. Manifiestan haberse sentido escuchados por el Papa. Y confían ahora en el cumplimiento de las conclusiones que el Papa no ha suplido con su exhortación.

Y desde la reflexión suscitada tras una lectura reposada de la exhortación “Querida Amazonía”, creo que es un texto que va para todos.

Algo que ya ha sido destacado, yo también recojo, porque creo que marca y enmarca, todo lo que sigue: “quiero expresar las resonancias que ha provocado en mí este camino de diálogo  y discernimiento. No pretendo ni reemplazarlo ni repetirlo.” (refiriéndose al documento conclusivo del Sínodo.)

Francisco no cuestiona el trabajo sinodal, solo expone lo que, reposadamente y puesto en oración, todo lo leído y oído ha suscitado en conciencia para poner por escrito una aportación magisterial que nos ayude a seguir caminando como Iglesia. 

Poco más adelante expone sus cuatro “sueños”

Sueño con una Amazonia que luche por los derechos de los más pobres, de los pueblos originarios, de los últimos, donde su voz sea escuchada y su dignidad sea promovida.

Sueño con una Amazonia que preserve esa riqueza cultural que la destaca, donde brilla de modos tan diversos la belleza humana.

Sueño con una Amazonia que custodie celosamente la abrumadora hermosura natural que la engalana, la vida desbordante que llena sus ríos y sus selvas.

Sueño con comunidades cristianas capaces de entregarse y de encarnarse en la Amazonia, hasta el punto de regalar a la Iglesia nuevos rostros con rasgos amazónicos.

Qué hermoso usar el verbo “soñar”. Soñar evoca esperanza, evoca ilusión,, evoca confianza, evoca fe. Muy propio para quien es el Pastor de la Iglesia Universal.

Pero cada sueño está acompañado de una dosis de realidad, no son sueños ingenuos. El primer sueño, el sueño social incluye la denuncia calificando de “injusticia y crimen” las actuaciones abusivas que se llevan ejerciendo contra la tierra y contra los pueblos que la habitan. 

Una denuncia que hace extensiva a todo el planeta y a quienes se excusan en la globalización para imponer “un nuevo tipo de colonialismo”. 

Una denuncia que es también autocrítica, reconociendo la participación de miembros de la Iglesia en esos crímenes y en esas injusticias. Una denuncia que estaría bien saber cómo ha sido recibida en aquellos países y sectores de la Iglesia que hoy siguen siendo cómplices de dictaduras y abusos económicos, sociales, políticos, …

Sobre el sueño cultural el Papa Francisco reconoce las labores que se llevan realizando en este área de recuperación de culturas indígenas. Leyendo este apartado he recordado el trabajo que se está llevando en Ecuador para la recuperación de la cultura Montuvia y en el que está empeñado el misionero vasco Juan Ramón Etxebarría.  “Es importante dejar que los ancianos hagan largas narraciones y que los jóvenes se detengan a beber de esa fuente” dice la Exhortación, y eso precisamente es lo que están haciendo en el Proyecto de San Isidro.   

ref.: http://www.religiondigital.org/non_solum_sed_etiam-_el_blog_de_txenti/Echevarria-Montubia-Quiroz-Andino-Amazonia_7_2194950486.html

El sueño ecológico podría ser firmado por cualquier organismo de conservación de la naturaleza, por cualquier comité científico, por cualquier colectivo con dos dedos de frente y un mínimo sentimiento de la importancia que tiene el cuidado del Planeta Tierra. Y en esta tarea la Iglesia se siente igualmente llamada a poner su grano de arena. 

“La Iglesia, con su larga experiencia espiritual,

con su renovada consciencia sobre el valor

de la creación, con su preocupación por la justicia,

con su opción por los últimos, con su tradición

educativa y con su historia de encarnación

en culturas tan diversas de todo el mundo, también

quiere aportar al cuidado y al crecimiento de

la Amazonia.”

Y el cuarto sueño, un sueño eclesial. El “sueño” en el que los medios y los enteros se han fijado pero solo para buscar titulares inexactos. El sueño con el que muchos soñaban o se soñaban “ganadores”. El sueño que ha “defraudado” y al que poco a poco se van sumando artículos más propositivos y cercanos a lo que posíblemente el Papa ha querido transmitir. 

Este sueño empieza recordando que lo primero que tenemos que tener claro es nuestra vocación de anuncio del Evangelio, de la Buena Noticia. 

Lo segundo nos recuerda que “la Iglesia tiene un rostro pluriforme”. Que la Iglesia es Iglesia EN cada lugar. “El cristianismo no tiene un único modo cultural”. En esa diversidad encaja entender la iglesia con rostro amazónico, y la relectura de los símbolos particulares “sin calificarlos necesariamente de idolatría”.

La importancia radical de la Eucaristía en la vida de la comunidad cristiana queda más que reafirmada por Francisco. La necesidad de ministros ordenados también la reconoce el Papa, y las dificultades para llegar a comunidades que viven en los más recónditos lugares de la selva, y la misión itinerante de toda la migración que se vive en la Amazonía. 

Reconoce que “el modo de configurar la vida y el ejercicio del ministerio de los sacerdotes no es monolítico”. Y tras sopesar las circunstancias y por muy urgentes que a algunos puedan parecer (o parecernos ) la incorporación de revisiones de estos ministerios ordenados, hoy, el Papa, considera que la apuesta y el esfuerzo de la Iglesia tiene que ir dirigido a suscitar vocaciones de todo tipo. 

¡Pero es que esta conclusión es válida para la Amazonía y para cualquier rincón del mundo mundial!

Más allá de solicitar que los curas se puedan casar o no, lo primero que hace falta es hombres con vocación sacerdotal, y para hoy es tal y como hoy se concibe el sacerdocio, que es célibe. No se descarta reflexiones ulteriores sobre el tema, pero lo urgente, hoy, son vocaciones al sacerdocio. Y mientras nos empeñemos en cambiar las normas estaremos perdiendo tiempo para solicitar obreros al Dueño de la mies. 

¡Que NO es disparatado solicitar la abolición del celibato!  pero que lo urgente es suscitar vocaciones.

A raíz del Día del Seminario escribí un artículo en el que entrevistaba a unos seminaristas y luego hacía mi comentario personal que algunos consideraron desacertado, aunque solo uno me lo ha dicho. Bien, pues creo que estaba en sintonía con un párrafo que aparece en la exhortación: 

“El sacerdote es signo de esa Cabeza que

derrama la gracia ante todo cuando celebra la

Eucaristía, fuente y culmen de toda la vida cristiana.

Esa es su gran potestad, que sólo puede

ser recibida en el sacramento del Orden sacerdotal.

Por eso únicamente él puede decir: “Esto es

mi cuerpo”. Hay otras palabras que sólo él puede

pronunciar: “Yo te absuelvo de tus pecados”.

Porque el perdón sacramental está al servicio de

una celebración eucarística digna. En estos dos

sacramentos está el corazón de su identidad exclusiva.”

ref.: http://www.religiondigital.org/non_solum_sed_etiam-_el_blog_de_txenti/Seminarios-busqueda-sincera-honesta-diocesis_7_2183851600.html

Y respecto del papel de la mujer. La exhortación comienza reconociendo que sin la mujer el Evangelio no habría permanecido en aquellas tierras,( ni en estas ni en otras ). 

Creo que el Papa Francisco nos invita a una mirada nueva respecto del papel de la mujer en la Iglesia. Es muy probable que arrastrados por una idea equivocada de reconocimiento de la mujer en la Iglesia primordialmente desde su acceso a ministerios ordenados y desde ahí, gran error, a puestos de decisión en la institución. Estemos equivocando el objetivo principal que es que la mujer ocupe el lugar que Dios quiso para ella desde el Principio: hacer presente a Cristo en la Tierra. 

“ Esto nos invita a expandir la mirada para

evitar reducir nuestra comprensión de la Iglesia a

estructuras funcionales. Ese reduccionismo nos

llevaría a pensar que se otorgaría a las mujeres

un status y una participación mayor en la Iglesia

sólo si se les diera acceso al Orden sagrado. Pero

esta mirada en realidad limitaría las perspectivas,

nos orientaría a clericalizar a las mujeres, disminuiría

el gran valor de lo que ellas ya han dado y

provocaría sutilmente un empobrecimiento de su

aporte indispensable.”

Lo que creo que quiere decirnos Francisco es que la mujer tiene un papel más importante que el de ser sacerdote, y “ese rol” es el que tenemos que descubrir, definir y alcanzar entre todos y todas. 

Francisco camina con el ritmo de Dios, que es como debe caminar un Papa, independientemente de que el resto queramos acelerar o frenar la marcha. Así, posiblemente, es como la Iglesia viene durando tantos años. 

Vuelvo a la idea que expresaba en el artículo anterior: No podemos vivir esperando ver los frutos de los cambios que deseamos, tenemos que vivir trabajando para que un día sean realidad, pero “cuando Dios quiera”.

El último apartado Francisco lo dedica a la convivencia ecuménica e interreligiosa. La plurireligiosidad es un fenómeno global, y llamados a entendernos, a trabajar juntos, a orar juntos es un imperativo que debemos llevar a cabo no solo para salvar la Amazonía, sino al Planeta, al ser humano y a todas las criaturas que en él habitamos. 

Madre de la Amazonía, ora pro nobis.

Padre Ferro: “’Querida Amazonia’ abre puertas para ir consolidando procesos”


18.02.2020 | Renato Martinez

(Vatican News).- “Querida Amazonia ha abierto puertas para avanzar y para ir consolidando algunos cambios y transformaciones que deben surgir al interior de la Iglesia”, lo dijo el Padre Alfredo Ferro Medina, S.J., Coordinador del Servicio Jesuita Panamazónico (SJPam), una propuesta de la Compañía de Jesús en América Latina para defender y promover la vida y un ambiente sostenible, en solidaridad con los más pobres y excluidos y en particular con los pueblos indígenas, comentando la reciente publicación de la Exhortación Apostólica Postsinodal del Papa Francisco ‘Querida Amazonia’.

Una invitación a profundizar en el Documento Final

El Coordinador del Servicio Jesuita Panamazónico señaló en primer lugar que, “para quienes habíamos participado en el Sínodo de octubre existía mucha expectativa en relación a la publicación de la Exhortación Apostólica, es decir, qué tipo de documento era más o menos, qué tono tenía el Documento, el significado que podría tener después de haber participado de todo este proceso sinodal. En ese sentido, yo diría – es el primer punto que resaltó el Padre Ferro – es que la Exhortación Apostólica no sólo confirma sino también nos invita a adentrarnos en el Documento Final, lo respalda, lo apoya y lo da, como parte diríamos, de lo que sería este magisterio, llamémoslo así, de la Iglesia no más oficial pero sí dentro de las palabras del Sínodo”. En el fondo, subrayó el sacerdote jesuita, “es una invitación profunda a que entremos en el Documento, en todas las propuestas que nos hace desde las cuatro conversiones fundamentales: la ecológica, la pastoral, la sinodal y la cultural. Creo que eso de inicio ya es un punto de partida es muy importante”.

El Coordinador del Servicio Jesuita Panamazónico explica que la exhortación apostólica está invitando a asumir los desafíos del Sínodo

La Exhortación expresa un amor profundo por la Amazonia

Un segundo aspecto que resaltó el religioso jesuita fue el título de la Exhortación Apostólica, dijo que ‘Querida Amazonia’ es un título “original, creativo”. Citando la intervención del Cardenal Michael Czerny durante la rueda de prensa de presentación de la Exhortación Apostólica, el Padre Ferro precisó que, “se trata de una carta, una carta de amor y eso le da un carácter especial al texto porque el hecho de que se haga un documento en un tono más poético, más simbólico, me parece – subrayó el Coordinador SJPam – que lo plantea como una diferencia entre lenguaje del texto del Documento Final y el lenguaje de la Exhortación Apostólica”. En ese sentido, afirmó el Padre Ferro, expresa un amor profundo del Papa por la Amazonia. “Es como un compromiso desde el corazón, es un compromiso frente al misterio sagrado de los pueblos y de la naturaleza y es un compromiso de amor profundo por una transformación y por un cambio real a partir de nuestro compromiso concreto y de nuestra conversión personal, comunitaria y como Iglesia en relación a los cambios y las transformaciones que requiere el territorio amazónico y sus pueblos”. También es un lenguaje profético en la medida que expresa ese compromiso que la Iglesia debería tener frente a la Amazonia.

La Amazonia, un paradigma para la Iglesia Universal

Asimismo, el Coordinador del Servicio Jesuita Panamazónico señaló que, la Exhortación Apostólica del Papa Francisco expresa a través de un lenguaje diferente, en términos de sueños, algo que es fundamental, que se resume en una pregunta: ¿Con qué Amazonia soñamos? ¿Qué tipo de Amazonía soñamos? “Es interesante que en esos sueños – afirmó el Padre Ferro – retoma de otra manera y con una transversalidad de la sinodalidad, lo que deberían ser esos sueños a nivel social, a nivel cultural, a nivel ecológico y a nivel eclesial”. En esta pregunta diríamos, está todo lo que se requiere para que podamos cumplir esos sueños y “de esta manera la Amazonia se convierte en un paradigma, un paradigma para el planeta, para la sociedad, para la Iglesia Universal y fundamentalmente pues para la Iglesia amazónica”.

Un cuarto aspecto que presentó el Padre Alfredo Ferro es que esta Exhortación Postsinodal del Papa Francisco nos plantea una gran pregunta, es decir, si somos suficientemente conscientes de la responsabilidad que tenemos de enfrentar todos estos desafíos. “Me parece que la Exhortación Apostólica tiene una mirada mucho más general – precisó el religioso jesuita – es mucho más de profundidad, menos de entrar en los detalles como muchas veces entró el Documento Final a partir de los compromisos que la Iglesia adquiría y al mismo tiempo en las recomendaciones concretas que hacía”. Para el Coordinador del SJPam existe la tentación de preguntarnos si el Santo Padre aceptó o no, si dijo sí o no, a las propuestas del Documento Final sobre la ordenación de hombres casados, sobre el diaconado de las mujeres, o sobre el rito Amazónico. “Me parece que no se trataba de eso – subrayó el sacerdote jesuita – de pronto si se esperaba como un mayor empuje, un mayor impulsó, a todo el tema ministerial, pero yo siento que en general tenemos que hacer un ejercicio muy importante de sacar, diríamos así, esa temática de decisiones concretas que tal vez algunas personas estaban esperando y que no era la intención y el sentido de la Exhortación Apostólica”.

Focalizar los temas de la misión de la Iglesia en la Amazonia

Asimismo, el Coordinador del Servicio Jesuita Panamazónico resaltó “la conexión” que existe entre el Documento Final y la Exhortación Apostólica como una forma de animarnos, darnos valor y fuerza para darle continuidad a esas propuestas, a esos compromisos y a todo lo que significó la elaboración del Documento Final del Sínodo, que por cierto tuvo todo un camino y un proceso de más de dos años de preparación. “Entonces – afirmó el religioso – yo pienso que en ese sentido tenemos ahí una tarea fundamental de no desviar la atención y de focalizar en los temas que nos parecen fundamentales sean teológicos, sean pastorales, sean sinodales y que nos ayudan, diríamos, en la misión que tiene la Iglesia en la Amazonía”.

Un cuestionamiento a las amenazas del territorio amazónico

Un quinto punto de reflexión planteado por el Padre Ferro se centra en el proceso sinodal en la Amazonia a la luz de la Exhortación del Papa Francisco, es decir, en la necesidad de focalizar el llamado que hace la Iglesia en este documento. Citando la intervención del Profesor Carlos Nobre, científico y premio Nobel 2007, en la rueda de prensa de presentación de ‘Querida Amazonia’, dijo que “hay un cuestionamiento profundo que se hace al modelo extractivista, al modelo económico, a las amenazas que está sufriendo el territorio de los pueblos indígenas en la manera como se quiere explotar la Amazonia, en la forma cómo se ha ocupado y se está ocupando el territorio y en la medida en que no reaccionamos frente a eso”. Esto, afirmó el religioso jesuita, sería como negar o esquivar toda esa dimensión profética de la Iglesia de denuncia, pero también de anuncio de nuevas posibilidades y alternativas.

Exigencias pastorales que surgen de la ecología integral

En este sentido, el Coordinador del SJPam planteó algunas preguntas sobre las amenazas al territorio amazónico. ¿Cuáles son las propuestas? ¿Cuál es la apuesta que tendríamos? En este aspecto hay elementos que tienen que ver con la pastoral, con acciones concretas, exigencias pastorales que surgen de la ecología integral y su relación con la Laudato Sí, pero al mismo tiempo diríamos hay una apertura a toda la realidad cultural y a la problemática cultural con un acento en todo el tema de la inculturación, el diálogo intercultural. Por ello, es necesario – subrayó el sacerdote jesuita – pasar de una Pastoral de visita a una Pastoral de presencia. “Y para esto se necesita un mayor compromiso de las iglesias para tener una mayor presencia en el territorio amazónico y un mayor compromiso con las iglesias locales que a veces carecen de personal y equipos que puedan asumir todas las tareas y todos los desafíos que se tienen en cada una de las iglesias locales”. Por otro lado, el religioso señaló que, “dentro de la perspectiva eclesial se reitera esa necesidad de ir caminando cada vez más en términos de sinodalidad, ese caminar juntos donde hay un reconocimiento de las mujeres, particularmente, pero también de los laicos y en concreto de los pueblos indígenas en el territorio amazónico”.

La Exhortación abre puertas para ir consolidando procesos

Finalmente, el Padre Alfredo Ferro señaló que, esta Exhortación responde a un proceso de construcción, a todo lo que ha sido el caminar de la Iglesia amazónica en este último tiempo y sobre todo en el momento en que se convocó al Sínodo. Por ello, afirmó el sacerdote jesuita, “no se trata de sólo de asumir un compromiso sino también de ver la necesidad de que estos procesos exigen un discernimiento, un discernimiento profundo de los cambios que debe realizar la Iglesia”. En este sentido, se puede decir que el Papa nunca dijo no a algunas propuestas del Documento Final, es otra cosa que el Papa no se refiere explícitamente a eso, es más, el Papa asumió todas las propuestas del Documento Final.

“La puerta está abierta para continuar en esos discernimientos – concluyó el religioso jesuita – la puerta está abierta para que las iglesias locales y para que las iglesias nacionales asuman con mucha responsabilidad esos compromisos, entre esos lo que a tanto les preocupa como el diaconado de las mujeres o como la ordenación de hombres casados o el rito Amazónico”. Ese tipo de cosas creo que en ningún momento se ha frenado sino por el contrario se han abierto puertas para avanzar y para ir consolidando algunos cambios y transformaciones que deben surgir al interior de la Iglesia. Por ello, es necesario valorar los procesos locales, regionales, nacionales, tenemos que ir viendo compromisos y tomar decisiones e impulsar apuestas pastorales y eclesiales de base. También está presente el tema de la espiritualidad ecológica que nos ayuda, nos anima, nos fortalece y sobre todo es la base para que podamos vivir con esperanza todos estos cambios o transformaciones que requiere la presencia de la Iglesia en la Amazonia.

Schönborn: «Francisco nos invita a elevar la mirada, no tiene soluciones simples a mano»

12.02.2020


(Vatican News).-  “Veo algunos elementos de su Exhortación como una invitación del Papa a utilizar intensamente todos los caminos que hasta ahora han sido poco utilizados para remediar la precaria situación de falta de sacerdotes, sin recurrir inmediatamente a los viri probati, a sacerdotes casados como ‘vía de salida’”. El cardenal Christoph Schönborn, arzobispo de Viena, comenta así las salidas señaladas por Francisco en la Exhortación “Querida Amazonia” para tratar de resolver el problema de la escasez de clérigos en la región amazónica.

“Con su exhortación – explica el cardenal – Francisco quiere expresar las ‘resonancias’ que provocaron en él el camino del Sínodo. El Papa no quiere sustituir o repetir el documento sinodal. De hecho, no lo menciona en ninguna parte, pero lo recomienda íntegramente para su lectura. Quiere añadir sus reflexiones a lo que dijo el Sínodo, resumiendo algunas de las principales preocupaciones sobre la Amazonia que ya ha abordado en otros documentos. Quiere contribuir a asegurar una recepción armoniosa, fructífera y creativa del camino sinodal”.

Casi todo el debate mediático se ha centrado en el sí o el no a la ordenación sacerdotal de los diáconos casados. ¿Cuál es la perspectiva que surge de este texto?

Francisco corre el riesgo de decepcionar a todos los que esperaban una respuesta en blanco o negro. Pero una vez más intenta elevar, ampliar y profundizar la perspectiva para superar el conflicto entre dos posiciones. Francisco mira la inmensa complejidad de la “Querida Amazonia». No tiene soluciones simples a mano, pero la alegría del Evangelio le da la confianza que nunca puede desanimarnos. Y dice todo esto no solo para la Amazonia, sino para todos nosotros.

¿Cuál es la clave del capítulo cuarto, dedicado a la pastoral?

La premisa de todo el tema de la pastoral en la Amazonia es la urgencia de la evangelización. Francisco se refiere sobre todo al anuncio directo de Jesucristo, el Kerygma. Durante el Sínodo pregunté a mucha gente por qué los pentecostales y evangélicos tienen tanto éxito en la Amazonia. Me sorprendió, incluso me chocó, que apenas se haya mencionado este tema vital. La respuesta que recibí a menudo fue: los pentecostales hablan directamente de Jesucristo, proclaman el Kerygma, mientras que el anuncio católico lo hace muy poco.

Llegamos al problema de la falta de sacerdotes y, por lo tanto, de la imposibilidad de las comunidades de la región amazónica de celebrar la Eucaristía dominical.

El Papa enfatiza fuertemente que la Eucaristía es la “fuente y cumbre” de toda la vida cristiana. ¿Pero qué significa esto cuando faltan sacerdotes, sin los cuales no puede haber celebración eucarística? Francisco no da una respuesta rápida a esta pregunta. Tampoco dedica una sola palabra a la propuesta del Sínodo de abrir la posibilidad de que los diáconos permanentes sean ordenados sacerdotes para las zonas más remotas de la Amazonia. Veo algunos elementos de la Exhortación como una invitación del Papa a hacer un uso intenso de todos los caminos que hasta ahora han sido muy poco transitados para remediar las consecuencias de la falta de sacerdotes, sin recurrir inmediatamente a los viri probati, los sacerdotes casados como “vía de salida”.

¿Cuáles son estos “caminos poco transitados”?

El Papa invita a los obispos a ser generosos en el envío de misioneros a la Amazonia. Además, me llamó la atención la nota 132 del texto, que trata con discreción un tema importante mencionado directamente en el Sínodo: algunos países amazónicos envían más sacerdotes a Europa o a América del Norte que a sus vicariatos en la Amazonia. En el Sínodo se habló del número de estos sacerdotes: solo en Colombia hay 1200. Si, incluso, un tercio o un cuarto de estos sacerdotes estuvieran disponibles para las diócesis de la Amazonia, no habría escasez de sacerdotes a nivel local. Una observación que también me sorprendió en el Sínodo: la casi total falta de sacerdotes indígenas. ¿Cómo es posible que después de 500 años de cristianismo prácticamente no haya clero indígena en esta región? El Papa Francisco recuerda en la nota 133 la falta de seminarios para los indígenas… Otra sorprendente carencia que hay que tratar de remediar es la de los diáconos permanentes, “que deberían ser mucho más numerosos en la Amazonia», como leemos en el Documento Final. ¿Por qué esta oportunidad abierta por el Concilio Vaticano II no se ha aprovechado más en la Amazonia? Aquí hay algunos caminos a seguir para responder a las necesidades de las comunidades: Francisco nos invita a no limitarnos en nuestras respuestas.

Víctor Manuel Fernández: «La exhortación ‘complementa’ al documento sinodal sin anularlo»

12.02.2020 | Víctor Manuel Fernández, arzobispo de La Plata


No reducir “Querida Amazonia” a pequeñeces eclesiásticas. El documento plasma «los dolores y las angustias de Francisco» 

«Por primera vez una exhortación apostólica no se constituye en una interpretación del Documento conclusivo del Sínodo ni en una restricción de sus contenidos. Sólo es un marco complementario de ese documento» 

Lo que hace es “presentar oficialmente” (3) ese documento y pedir que todos los obispos y agentes pastorales de la Amazonia “se empeñen en su aplicación” (4). Esta es una enorme novedad que lamentablemente ha pasado desapercibida 

«Tampoco podemos cometer el error de acallar la voz profética de este texto para la sociedad, para la política, para los movimientos sociales, sólo porque no se detiene a hablar de los viri probati» 

«Es un texto suficientemente bello, quizás el más bello de los que ha escrito Francisco. También es marcadamente profético, en partes inusualmente duro en su crítica social» 

Mucha gente, antes de leer “Querida amazonia”, se ha concentrado en el lamento porque no ha hablado de los viri probati (ordenación de algunos hombres casados). En este punto no se supo recoger una preocupación que Francisco expresó varias veces: pensar en soluciones demasiado clericales ante los problemas de la sociedad y de la Iglesia en Amazonia. Él ha insistido más bien en enfrentar las carencias y dificultades dando lugar, con mayor audacia, a una Iglesia “marcadamente laical” (94).

Algunas personas progresistas, durante el Sínodo, lamentaban que las expectativas se concentraran en los viri probati en lugar de mirar con mayor amplitud los caminos que necesita la Iglesia en Amazonia. Se trata de dar mayor autoridad a los laicos, y en todo caso de acompañarlos para que puedan llevar las riendas de la Iglesia en Amazonia.

Por ello Francisco pide explícitamente que no se relacione demasiado el sacerdocio con el poder (87). Ser signo de Cristo cabeza requiere entender a esa Cabeza (Cristo) como fuente de la gracia más que como autoridad. Francisco reclama que los laicos en la Amazonia desarrollen más sus atribuciones y capacidades aun para organizar y gestionar las comunidades (89). Para ello, deben estar “dotados de autoridad” (94). La discusión sobre los viri probati ha hecho que algunos se concentraran sobre todo en eso en lugar de imaginar con audacia los caminos de una Iglesia “marcadamente laical”.

Sin embargo, tampoco hay que afirmar, como han dicho algunos medios, que Francisco ha cerrado las puertas o ha excluido la posibilidad de ordenar algunos hombres casados. De hecho, en la introducción Francisco limita los alcances de su propio documento: “No desarrollaré aquí todas las cuestiones abundantemente expuestas en el Documento conclusivo” (2). Se refiere al documento con el cual concluyó el Sínodo de los Obispos celebrado en Roma. Está claro que si el Papa no desarrolla algún punto no es porque queda excluido, sino porque adrede no quiso repetir al Sínodo.