Sebastián Alós, un hombre bueno.

Valencia pierde a un hombre bueno: en memoria de Sebastián Alós Latorre.

A los que tuvimos la oportunidad de tratarlo y conocerlo nos dejó una profunda huella. No por su presencia continua en las redes sociales tan de moda. No. Dudo que estuviese en alguna de ellas, ni que sus seguidores, si acaso los tenía, ocupasen más que los dedos de una mano. Su reputación y su huella no venían de ese mundo tan etéreo sino de su compromiso y su fidelidad hacia los más vulnerables. 

Sebas, como lo llamábamos los que le conocíamos, fue siempre una persona comprometida y fiel en su estilo de vida. Una persona que vivía en primera persona la sencillez, la austeridad y el compromiso con los más débiles.

Y esa coherencia entre mensaje y vida no dejaba indiferente a nadie. 

Abierto al mundo, creía -como pocos hombres de iglesia- en el compromiso activo y adulto de los laicos; los invitaba y los hacía participes de su implicación en las estructuras ofreciéndoles responsabilidad y autonomía, creyendo en su compromiso y en sus potencialidades. Ofrecimientos de asumir responsabilidad que viniendo de su persona eran difíciles de rechazar pues hay personas a las que difícilmente se les puede decir que no. Y Sebas era una de ellas.

Un hombre físicamente pequeño, de apariencia menuda, pero con un alma profunda y con un corazón tan grande como insatisfecho. Un hombre físicamente pequeño pero capaz de alcanzar y abrir todas las puertas y barreras que le ponía el mundo. Siempre sensible a las necesidades, que detectaba antes que otros, gracias a su gran humanidad y a una cultivada sensibilidad hacia los demás. A la vez, imparable, sin dejarse amedrentar por barreras o impedimentos que a otros nos hubieran paralizado.

Conocí algunos de sus hijos adoptivos. Luchó por cada hijo; por Justicia y Paz y su compromiso por un mundo mejor; por Mas al Vent, y su compromiso con los enfermos terminales de SIDA, por Proyecto Hombre y su compromiso con las personas drogodependientes, por el compromiso de cada Cáritas parroquial con los débiles y necesitados, por la fundación Jose María Haro, las tiendas @rropa y la inserción laboral de las personas en exclusión social y, en su última etapa, en Cáritas, por el compromiso en Maides, la fundación de Mare de Deu dels desemparats destinada a todas aquellas personas con enfermedades mentales. Siempre en la frontera. Siempre intentando un paso más.

Se fue de Cáritas como entró, por la puerta pequeña, sin hacer ruido. Pero dejó en ella, y en cada uno de nosotros, un tremendo vacío. Hoy ese vacío se ha ampliado más. Hemos perdido a un hombre que fue para muchos de nosotros experiencia del amor de Dios en el mundo.

María Iborra Juan.