Sesión de estudios.

PROFESIONALES CRISTIANOS. 1-3 junio 2012.
Julia Navarro.

Llegamos al inicio de la sesión que presentó Javi, el presidente, con el resumen de las aportaciones de las diócesis a la reflexión sobre el texto de “hacerse cargo…” de Salinas. El resumen completo estará en la página web de Px. Se aprecia un trabajo serio de los diversos grupos en torno al documento, no desde la teoría sino desde la experiencia de cada cual leída en clave de revisión de vida.

Dos ideas que me llamaron la atención; una referida a una dificultad: que lo colectivo, lo gratuito es lo primero que se abandona en tiempos de dificultad, cuando falta tiempo. Necesitamos revisar bien a la luz del Evangelio cómo priorizamos nuestras opciones.
La otra idea expresa una esperanza: el servicio a los más desfavorecidos enriquece sobre todo al que sirve; participar en la recomposición del otro como persona interpela a nuestras carencias y nos devuelve la paz. Tenemos una tradición sabia en la que enraizar nuestras iniciativas y eso nos ayuda a ser resistentes: corredores de fondo que no dependen de resultados inmediatos, que no buscan protagonismo, cuya fuerza es la compasión porque se saben perdonados primero.

Ponencia: Nacho Celaya. (Aragón)
Economista, profesor de instituto, ex presidente de Cáritas, con larga historia de pertenencia eclesial en grupos apostólicos.

¿Por qué y cómo estar en los colectivo?
Ha estado comprometido en la Administración como Mediador en los conflictos del agua y luego como Director General de participación ciudadana.
Comenzó su ponencia admirando y agradeciendo por la elección del tema. Porque estamos en un momento duro para hablar de lo colectivo. Momento en que se requiere calidad frente a la frivolidad en la que se toman las decisiones. Por eso es necesario abordar este tema con serenidad y paz, siendo conscientes de que estamos en el ámbito de la intemperie, tiempo, no de héroes sino de profetas. Y para ello hemos de tomar distancia, valorar lo que está pasando, siendo conscientes de que somos para los otros Historia de Salvación, creando microclimas que hagan respirable el aire de cada día.
Aludió al texto sobre el coraje civil que se leyó en la oración de la mañana:” contrapartida del oportunismo, actitud de vigilancia permanente, arma de los desarmados.”
Y avanzó que la única respuesta a cómo estar en lo colectivo es responder a otra pregunta: ¿qué sueña Dios para mí? Porque estar en lo colectivo es inherente a nuestro ser creyente y seguidor de Jesús. A veces obviamos hacernos esta y otras preguntas antes de tomar opciones de compromiso en lo colectivo, con lo cual éste se fractura ante las dificultades. Por eso, para abordar el tema, propuso ir reflexionando sobre nuevas preguntas:

1.- ¿Qué es lo colectivo? Estar en lo colectivo tiene que ver con cómo y desde dónde miramos el mundo. O nos situamos en los que afirman que cada uno tiene lo que se merece y por tanto, sálvese quien pueda…O el mundo es una mesa de diversidad donde cabemos todos y todas pues es Dios Padre quien convoca. Lo colectivo alude a lo de todos, es el espacio donde vivimos los gozos y dramas de lo cotidiano, luchando porque todo el mundo ejerza su derecho a construir su historia de dignidad personal.

2.- ¿Qué está pasando? Está en crisis el diagnóstico de lo que sucede, pero también hacia dónde queremos ir, hacia dónde nos llevan, las estrategias para “cómo llegar a no sé dónde”. Hemos desarrollado mucho el “ver”, pero nos falta descubrir la pequeña hierba que crece. Necesitamos diagnósticos plurales y profundos. Y repetirnos a nosotros mismos con honestidad que somos unos privilegiados que vivimos en un mundo privilegiado. Esa conciencia forma parte del diagnóstico.

3.- ¿Desde qué valores sueño un mundo diferente? Los valores evangélicos son los que Dios ha puesto en nuestros sueños. A nosotros nos corresponde transformarlos en deseos, y hacer de los deseos pasión, y de la pasión constancia y de ésta esperanza.

4.- ¿Cuál es el proyecto de sociedad y de historia que Dios tiene para el mundo? La respuesta requiere seguir cultivando una fe madura, profundizando en la razón de nuestra esperanza que encontramos en Jesús, en saber y recordar que Dios nos llamó a la vida para construir el Reino y eso solo se puede hacer si vivimos compasivamente.

5.- ¿Cuáles son las mediaciones para construir es Reino? Necesitamos el silencio y la oración que permite dejarse iluminar por el Espíritu. Pero hemos de escuchar a la comunidad en la que experimentamos el milagro de la vida y de lo gratuito, en la que cultivar esa fe madura. Y escuchar las llamadas que vienen de la intemperie sintiendo que Dios nos necesita para colaborar en la tarea, que sin nosotros queda incompleta.

6.- ¿Cuál es el equipaje para el camino? Quizá la asignatura pendiente para el compromiso (especialmente en la política) sea la falta de acompañamiento en esa carrera de fondo que sólo se puede hacer con otros y no contra otros.

Las claves para esta reflexión sobre lo colectivo serían:

  • No importa tanto el dónde me comprometo, sino el “desde dónde”, el “cómo” y el “por qué”
  • Es importante vivir la experiencia del milagro de la vida: dejarse iluminar por el Espíritu y la comunidad.
  • La calidad del compromiso tiene que ver con la profundidad desde la que lo adoptamos.

Las propuestas a tener en cuenta para discernir la llamada de Dios, son de nuevo preguntas:

  • ¿cuál es mi pasión?
  • ¿cuáles son mis carismas? (a veces es la propia comunidad la que nos los desvela)
  • ¿qué intuyo que Dios sueña para mí?
  • ¿culas es mi momento vital? (realidad, fuerzas…medidas con honestidad)

Pero quedan dialécticas por resolver:

  1. Lo personal vs lo colectivo (estar indignado con el mundo, y en paz con uno mismo)
  2. Las personas vs las estructuras (la atención a la persona y el compromiso en la estructura)
  3. Dentro de la Iglesia vs fuera de la Iglesia (el compromiso en estructuras eclesiales y “civiles”)
  4. Estar en la calle vs en instituciones. (movimientos alternativos, organizaciones tradicionales)
  5. Ética de la convicción vs ética de la responsabilidad. (todos los compromisos tienen parte de utopía y también de barro; la complejidad supone renunciar a verdades y también a derechos conquistados)

No se trata de escoger uno u otro extremo. La dialéctica supone tensión entre dos tendencias sin renunciar a ninguna de ellas por completo. Es cuestión de acentos, intensidades, épocas, siempre revisando las claves de discernimiento arriba indicadas, para no perder la fidelidad a nuestro ser creyentes.

¿De qué hacerse cargo?
Nos propone siete claves para esta reflexión:

  1. Estamos en un mundo profundamente injusto en el que existen privilegiados y muchas víctimas.
  2. Estamos en un cambio de época: un mundo que nunca va a volver a ser lo que fue. Esta situación nos obliga a volvernos a hacer todas las preguntas, porque las soluciones previas no resuelven la complejidad. Y se nos pide ser maestros de la complejidad, buscando otra manera de tomar decisiones construyendo más inteligencia colectiva.
  3. Hemos de tener en cuenta la paradoja de la política. Está más desprestigiada cuando más necesaria es. No puede ser el problema, sino que tiene que formar parte de la solución.
  4. Es patente también la crisis de lo público: “lo que es de todos no es de nadie”; mezclamos los intereses corporativos con la lucha por la justicia.
  5. Asistimos a una “demonización de las mediaciones”, con el peligro de que perdamos loas conquistas de la democracia. Es necesario reinventar las mediaciones (y soñar ese otro mundo posible) porque sin ellas siempre gana el sistema instalado en el poder.
  6. Para hacer un correcto diagnóstico de lo que ocurre, hay que pararse y repensar el papel de la Iglesia en el mundo, actualizando los documentos del CV II

¿Por qué y desde dónde encargarnos de la realidad?
No nos podemos dejar de comprometer y quedar al margen porque constantemente recordamos que sí somos el “guardián de mi hermano” y sabemos “quién es mi prójimo”. El lugar natural de los laicos es la sociedad y allí es donde damos razones de esperanza. Los valores cristianos no son fáciles ni están de moda. Si los evocamos despacio y nos dejamos empapar por ellos en la oración donde estemos, construiremos Reino de Dios.

¿Cómo cambiar la realidad?
Para cambiar las cosas hace falta saber, querer y poder. Nuestro objetivo es ayudar a que la gente pueda, aglutinar más cómplices del cambio, más gente con la pasión de construir una sociedad diferente.
Fuera del grupo es imposible caminar porque los procesos personales hay que acompañarlos. Porque los compromisos en mediaciones son un ejercicio pedagógico que ayuda a crecer como personas: aquellos a quienes ayudamos nos enseñan, la complejidad nos exige formarnos.
Trabajar con calidad supone definir los límites que no podemos tolerar. Porque a veces el compromiso exige dureza (la piel de elefante…) y mezclarse con el barro; pero al mismo tiempo necesitamos la sensibilidad suficiente para ser conscientes de ello.
El grupo genera inteligencia colectiva que ayuda a respetar los procesos personales y nos capacita para el diálogo y el consenso.
Solo es posible cambiar el mundo desde la esperanza: la gente no responde a la llamada al compromiso si no ve personas felices que disfrutan de la vida y dan testimonio de alegría.

Mesa de experiencias

Roberto Aguilar (Bilbao)
Educador social, trabaja en la asociación Bidesari con presos en proceso de reinserción, pertenece al Consejo Vasco de voluntariado y al Comité directivo del colegio vasco de Educadores Sociales.
El ejercicio profesional se puede vivir como la oportunidad de crear condiciones de posibilidad para el Reino de Dios y de dirigir una mirada ética a la realidad. Ayuda a poner contenido y rostros a la realidad de la pobreza. La profesión se descubre como regalo cuando se percibe el privilegio de tenerla. El trabajo remunerado es compromiso colectivo si se formula desde el “para qué”. Cualquier profesión, ejercida desde este planteamiento es instrumento de transformación de la sociedad hacia el Reino
El encuentro con las personas es el antídoto para no dejarse contaminar por una mirada distante desde la estructura. El reto es que la mirada sobre la realidad la inspire cada día el Evangelio.
El compromiso en el voluntariado supone mantenerse despierto. Se puede vivir en él la experiencia de Dios, y dejarse encontrar por Él. Esto ayuda a cultivar la capacidad de interioridad que nos ayuda a atender las señales que ocurren todos los días, a cultivar la gratuidad y devolverla como gratitud.
En toda relación gratuita, es necesario salir de nuestros espacios de confort, implicarnos y complicarnos la vida. Abandonar la lógica de lo rentable como único criterio.

Paco Zamora (Badajoz)
Ingeniero Industrial, profesor de universidad. Promueve clases de Educación para el Desarrollo en su Facultad y la realización de proyectos de fin de carrera de tipo solidario. Colabora como dirigente en la ONG: ONGawa.
No es posible ser cristiano sin servir a los últimos. Y no se puede estar en lo colectivo si no es desde la humildad. Reconocer las propias carencias permite reconocer a Dios, que nos llama y envía conociendo nuestra debilidad. Él representa nuestro descanso en el fracaso y nos ayuda a unificar la existencia. El Reino es de dios, no nuestro. No todo depende de nosotros.

Rebeca (Palencia)
Enfermera, militante del sindicato SATSE, y actualmente, cuando tiene su puesto de trabajo consolidado, liberada sindical.
Priorizar el ámbito profesional como lugar de compromiso le ha ayudado a unificar la vida. Su compromiso proviene de la concreción de su búsqueda del Reino de Dios, porque ésa es su pasión. Considera que lo colectivo es un ámbito felicitante.

Como propuestas en el diálogo se comentó que sería conveniente recoger y publicar las narraciones tantos creyentes comprometidos en lo colectivo como parte de la Historia de Salvación que está sucediendo en cada rincón. Junto a la denuncia y la profecía, la sabiduría que visibiliza los signos del Reino de Dios.
Y compartir la pregunta: ¿Qué necesita este mundo en crisis de los cristianos?