Introducción
Convendrá iniciar nuestra reflexión indicando, a modo
de frontera, qué es lo que deberíamos ladear ya desde el principio al hablar
de "espiritualidad". Y en primer lugar se trataría de tomar
conciencia del por qué el rechazo casi visceral de muchos
de nuestros contemporáneos -incluso creyentes- ante el tema de la
espiritualidad:
"La aversión que muchos han
tenido a la espiritualidad estaba fundada. En la práctica, en el conjunto de
los fieles, y en no pocos teóricos, espiritualidad se hacía derivar de espíritu, entendido
éste como elemento constitutivo del hombre y opuesto a cuerpo. Espiritualidad
era considerada como el estudio y descripción de una zona interior,
reservada, donde tenían lugar las relaciones íntimas entre Dios y el alma, y
el análisis de las repercusiones que esas relaciones tenían en la persona. En
esta concepción de la espiritualidad, el cuerpo era visto como antagónico del
alma. En el mejor de los casos el cuerpo era olvidado, lo que conllevaba
también el olvido de todo aquello que se relaciona con el cuerpo: trabajo,
historia, placer, dolor... Todo esto parecía extraño a la espiritualidad, y
sólo se le tocaba de soslayo, cuando no como algo pura y simplemente
negativo, que es preciso debilitar, ya que es imposible anular. Una
espiritualidad así casi necesariamente tenía que suscitar aversión, a no ser
en personas ya profundamente fuera de la realidad y viviendo en las
nubes" (A. Guerra, "Espiritualidad", en Diccionario abreviado de pastoral,
Verbo Divino, Estella, 1988, p. 180).
Además de esa visión maniquea, o
precisamente por ello, la palabra espiritualidad se ha traducido en muchos
ambientes en versión dualista en el sentido de que "lo
espiritual" era algo separado, enfrentado por definición a "lo
corpóreo" y "lo material".
Para evitar esos escollos que tanto
mal han hecho a la "espiritualidad" será necesario partir de una
noción -ni maniquea, ni dualista- del concepto de espiritualidad, para
centrarnos enseguida en el hecho de la espiritualidad cristiana y así
contemplar en el amplio panorama de las espiritualidades que configuran las
diferentes religiones, qué es lo específicamente cristiano, cuál es el hecho
diferenciador de la espiritualidad cristiana y desde ahí intentar vivirla, porque la
espiritualidad, aunque "ciencia", es sobre
todo "vida". E imagino es la razón de ser de su invitación.
El autor del texto introductorio se
atreve a añadir: "Hoy está suficientemente extendida la idea de que
espiritualidad viene de Espíritu, con mayúscula". Es decir, no
viene de espíritu como opuesto a cuerpo, sino de Espíritu, como fuente
de vida.
0.1.- Buscando algunas definiciones y descripciones del
término "espiritualidad".
He aquí algunas
descripciones ofrecidas por autores señalados:
- "Una vida
realizada con espíritu".
- "Piedad real de
una persona".
- "Estudio
ordenado de la vida espiritual".
- "Doctrina
espiritual"
- "Sensibilidad
para los valores espirituales".
- "Concepciones y
prácticas de una religión o de un particular grupo religioso".
- "Respuesta a las
mociones del Espíritu" (A. Guerra).
- "La reordenación de los grandes ejes de la vida
cristiana en función del momento presente" (G. Gutiérrez)
A la hora de optar por el
análisis de alguna de estas descripciones daría importancia a la primera de
las citadas: Una vida realizada con espíritu. Parece que esta descripción
tiene varias ventajas: es universal -cabe aplicarla a los diferentes tipos de
espiritualidad: cristiana, oriental, new
age-; es existencial -da mayor énfasis a la dimensión "vital"
que a la meramente racional o teórica; y da al término "espíritu"
un significado que trasciende la oposición: cuerpo-alma, evitando el
reduccionismo del término "espíritu" a la parte complementaria de
lo corporal.
La vida, tanto desde la perspectiva
bíblica como de la griega, incluye acepciones que se complementan. Vida
humana y espíritu. He ahí dos realidades que se unen y fusionan. No hay vida
humana sin espíritu. Pero es difícil concebir el espíritu que no sea aliento
de vida humana.
- La vida es todo lo
que brota del ser humano en orden a su bienestar y plenitud: desde el goce,
el anhelo, el amor, la riqueza, el trabajo, la compañía, hasta la muerte...
la vida es la persona íntegra (visión bíblica).
- Pero la vida es una
realidad dinámica, que brota desde dentro, y comporta crecimiento, historia,
crisis, proceso, éxodo, cambio, avances, retrocesos... etc. (visión griega).
0.2. La espiritualidad un dato de la historia de las
religiones.
Desde esta perspectiva de la
"vida", debe afirmarse que la "espiritualidad" es un dato
presente en toda la historia de las religiones. Todas ellas, tanto las
religiones histórico proféticas (es decir, aquellas que tienen una revelación
que viene de fuera) como las místicas (las que brotan del interior de los
anhelos del ser humano), han generado tradiciones espirituales, algunas de
ellas de gran altura. Bastaría recordar, a titulo de ejemplo, la
espiritualidad hinduista, budista, islámica (cuya expresión máxima sería el
sufismo), hebrea (con la espiritualidad hasídica), para convencerse de que
las religiones tradicionales cuentan con un pasado espiritual muy rico.
Pero incluso -lo veremos más tarde-
se habla hoy de nuevas espiritualidades, algunas de ellas de tradición
esotérica, otras propias de la "nueva era" (new age), e incluso dentro del cristianismo la que se desprende
de grupos de más reciente creación, como la de la renovación carismática, la
del Opus Dei, e incluso de ambientes del Tercer Mundo (la espiritualidad de
la liberación) o en mundos superdesarrollados: la llamada espiritualidad de
la creación (Matthew Fox).
1: Qué es la espiritualidad cristiana.
Si tuviera que
describir las "espiritualidad cristiana" -comenzando ya a apuntar
algunos de los rasgos de su especificidad- intentaría resaltar estos cuatro
principales, siendo consciente de que son suficientemente amplios para dar
cabida a subdivisiones de la "espiritualidad cristiana". Estos son:
1. - Espiritualidad del
Yo frente al Tu;
2. - Espiritualidad del
conocimiento de sí mismo;
3. - Espiritualidad de
la bendición y de la creación;
4.- Espiritualidad
centrada en la persona de Jesucristo: verdadero Dios y verdadero hombre.
1.1. - Una
espiritualidad del Yo personal frente al Tu de Dios.
La espiritualidad
cristiana parte de un encuentro personal con Otro que ha empezado a cambiar
la propia vida. Se inicia por una "llamada" que siempre viene del
exterior ante la cual puede acontecer el deseo de conversión, de cambio, pero
manteniendo en toda su
fuerza. la
dinámica de una relación con la persona del que llamó a conversión, a
liberación, a salvación. El llamado no sufre despersonalización.
El Otro es la persona de Jesucristo
que invita a trascenderse, a salir de sí pero sin que ese hecho suponga el
abandono de uno mismo. Por eso la espiritualidad cristiana es experiencia
dialógica del sujeto que se sitúa frente a un Tú (Jesús, el misterio del
Padre, la venida del Espíritu) que "da vida, y vida en abundancia".
Nunca la espiritualidad
cristiana elimina o funde el Yo personal con el Tú de Dios. Sigue más bien la
dinámica de la relación en la que ninguno de los dos términos palidece o
languidece en favor del otro. Por el contrario, desde el momento en que es
relación con quien ofrece "vida y vida en abundancia" el Yo
personal es reforzado en su autonomía. Es decir, es una espiritualidad que
hace crecer como persona.
Una espiritualidad así sólo es
posible entre "personas" consideradas ambas como sujetos y en la
que ninguna es objeto. El objeto -si cupiese hablar así- del encuentro de
Dios con el hombre o la mujer (el Yo personal) es precisamente una persona de
la que El espera una respuesta. La persona no se anula; precisamente
respondiendo adquiere conciencia de su dignidad y de su autonomía. Pero
inversamente, el objeto del encuentro del Yo personal no es en realidad un
Objeto - entidad abstracta sin rostro-, sino un Tú personal con el que cabe
una relación de amistad-caridad que en cristiano se llama "Amor".
Por eso la espiritualidad cristiana
es una espiritualidad del Amor-Caritas
que, sin embargo, no concluye en una unión fusión despersonalizadora, sino
que se mantiene en la dinámica de relación y de encuentro. Al final cada uno
es sí mismo, pero con este resultado: el Yo personal transformado, el Tú de
Dios enaltecido.
1.2.- Una
espiritualidad del conocimiento de sí mismo.
No es precisamente de
origen cristiano aquella inscripción que sobre un templo pagano avisaba, y
avisaría al mundo, de la tarea inaplazable que corresponde a todo ser humano:
conócete a ti mismo. Nosce teipsum,
Gnotí sautón... Esa verdad que toca las entrañas del hombre ha tenido a
lo largo de la historia demasiadas lecturas. Y ha sido apropiada,
lógicamente, por las grandes religiones y filosofías de la historia.
Conocerse a sí mismo ha
llevado a algunos a descubrir en lo más íntimo de sí lo divino, la huella
divina que Él dejó en cada criatura. San Agustín sabía que el Dios
trascendente es a la vez "lo más íntimo de
mi mismo". A otros ha llevado a conclusiones distintas, desde el
endiosamiento grosero (piénsese en los césares romanos como dioses) hasta la
repulsa y angustia de sí mismo, como "pasiones inútiles" y sin
sentido (toda una línea existencialista atea).
La espiritualidad
cristiana ha tomado el guante en este desafio y ha aceptado el reto de ese
conocimiento, y esto de manera tan radical que me he atrevido a calificarla
de espiritualidad del conocimiento de sí mismo. Necesita mi afirmación, sin
duda, ciertas explicaciones.
El conocimiento de sí,
desde la perspectiva cristiana, lleva al descubrimiento de la limitación
radical como criatura, a la conciencia de dependencia y debilidad, e incluso
del sentimiento de culpa. Aunque este último aspecto -el sentimiento de
pecado- en ciertas formas de espiritualidad ha adquirido tonos que
ciertamente distaban mucho de la visión cristiana, será necesario repetir que
siempre que la criatura se pone delante del Creador aparece el abismo
¿infinito? que separa a ambos. Este sentimiento de lejanía y culpabilidad es
matizado -pero nunca destruido- por la invitación de Jesús a llamar a Dios
"Padre", a sentirse hijos y no esclavos, herederos y no
desheredados...
La negación absoluta
del pecado no es la mejor solución para poder apelar al optimismo. El
optimismo de la espiritualidad cristiana no vendrá nunca de esa ingenua
negación de la limitación radical de la criatura, de la conciencia de
dependencia, o de la realidad de la culpa... sino de la firme confianza de
que Dios es, antes que nada, el Padre misericordioso de quien se siente
personalmente pequeño y limitado.
1.3.- Una
espiritualidad de la bendición y de la creación.
Una cierta tradición
teológica entendió la idea de redención desde los aspectos más negativos,
haciendo especial hincapié en la concepción de un Dios que necesita ser
saciado en la justicia conmutativa. Como la culpa es infinita, igualmente
infinita debe ser la satisfacción. Por eso la sangre y la muerte de su Hijo
es la sola posibilidad de "comprar" la deuda. Pero esta concepción
teológica ha tenido repercusiones indudables en la espiritualidad.
El hombre pecador,
incluso comprado ya con la sangre de Cristo, no es digno de una relación
limpia con el Dios santo. La creación está caída, el mundo ha dejado de ser Kosmos: lo ordenado, lo que se contradice
con el Kaos, el desorden, y ahora
el mundo es caos; el hombre radicalmente es pecado, la negatividad se ha
apoderado del ser humano manchado. Todo está en deuda -pagada sí, por la
muerte y resurrección del Hijo de Dios- pero necesitada de una continua tarea
de redención asumida una y otra vez. Una espiritualidad así está teñida de
tonos sombríos y soporta una cierta carga de pesimismo que impregna la vida
de muchos cristianos a través de una larga tradición espiritual.
Pero ¿es ésta la mejor
y más digna representante de la espiritualidad cristiana? Una pregunta que
tiene, ciertamente, diferentes respuestas. Sin temor a equivocarme adelanto
rasgos de la característica más tradicional -muy olvidada en un pasado
reciente- pero que está saliendo a flote a través de un autor espiritual
americano - Matthew Fox- y que coincide con tantos rasgos de la "Nueva
Espiritualidad" de la que habla entre otros Joseph Sudbrack.
"Bendición" y
"creación", he ahí dos términos que, paralelos a "caída"
y redención", vendrían a definir lo que realmente desea poner en énfasis
la espiritualidad cristiana leída en esta vieja y novedosa óptica.
Algunas de sus
características serían éstas:
- Un Dios que es tan Padre, como
Madre. En
contraposición a una visión del Dios Padre, raíz del monoteísmo motor del
patriarcado.
- La santidad es hospitalidad
cósmica, participación en la creación bondadosa de Dios. En contraposición a la idea de
santidad que es "búsqueda de perfección".
- Todo empieza con Dabhar (la Palabra), la energía
creadora de Dios, la bendición original. En contraposición con la doctrina
inicial del pecado original.
- El milagro básico es la maravilla
de la existencia, de la creación. En contraposición al milagro como intervención extraña
a las leyes de la naturaleza.
- Las ciencias
naturales son importantes, enseñando sobre la naturaleza, enseñan sobre Dios.
En contraposición a la idea de naturaleza como extraña a Dios.
- Es dialéctica en su concepción de
la persona: el cuerpo y el alma constitutivos de la persona. Visión positiva
del cuerpo como parte de la imagen de Dios. En contraposición del dualismo en
el que se contraponen, como opuestos, alma y cuerpo; con tantas sospechas
sobre el cuerpo.
- Es universal y para todos. En
contraposición a una espiritualidad elitista, sólo para algunos.
- Enfasis sobre Jesús
como Profeta, narrador de parábolas e Hijo de Dios que llama a todos a la
divinidad. En contraposición de Jesús como el Hijo de Dios, pero no un Jesús
profeta.
- Acentuación de la
salvación y sanación de todo el Pueblo de Dios y del cosmos. En
contraposición a una salvación meramente individual.
- Insiste en la lucha por hacer
justicia y balancear la injusticia expandida por el cosmos. En contraposición
de una lucha para limpiar la propia conciencia.
- El tiempo como categoría
espiritual es el "ahora" y la tarea para que empiece el futuro
(Cielo) ya ahora (escatología realizada). En contraposición al tiempo
considerado como mirada al "pasado" (perfección perdida) o al
"futuro" (Cielo por venir). Escatología no realizada.
- El énfasis de la vida
espiritual está puesto en la transformación. En contraposición al simple
anuncio del ¡arrepiéntete!
- La vida eterna ha empezado ya
aquí. En
contraposición a la concepción de la vida eterna como algo para después de la
muerte.
- El objetivo de la
espiritualidad es la compasión, la justicia y la celebración. En
contraposición al objetivo de ella que se centra en la pura contemplación.
- Constitutivamente es
trinitaria que celebra al Dios Creador, al Hyo de Dios como profeta, y al
Espíritu Santo como fuerza divina transformadora. En contraposición a la
espiritualidad de tipo cristológico-doceta con mínimos desarrollos de la
teología del Creador y del Espíritu Santo.
- Constitutivamente es sensible, y
pone énfasis en la acción de gracias y en la glorificación y alabanza. En
contraposición a la espiritualidad que tiende a la abstracción, a la
obligación y deber y a la redención como deuda pagada por la culpa.
- La categoría de la
nada es una experiencia metafísica. En contraposición a la nada como
categoría psicológica.
- La humanidad es
divina, pero con capacidad de elección del mal y de lo demoníaco. En
contraposición a la idea de una humanidad pecadora por esencia.
Matthew Fox, el
religioso norteamericano y autor espiritual, cree encontrar estas
características en la mejor tradición cristiana, refiriéndose
fundamentalmente a la tradición bíblica (Profetas y Sabios), Jesús histórico,
Ireneo, Benito, Hildegarda de Bingen, Francisco de Asís, Tomás de Aquino,
Maestro Eckart, Cusano, Theilhard de Chardin, Chenu, teologías y
espiritualidades de la liberación. En una de sus obras principales, Original Blessing (1983) propone las
cuatro vías de la espiritualidad haciendo un acercamiento a la Creación (Via
Positiva), a la Oscuridad (Via Negativa), a la Búsqueda de nuestra Divinidad
(Via Creativa), y a la Búsqueda de la Nueva Creación: (compasión,
celebración, erótica) (Via Transformativa).
Una espiritualidad de
la bendición y de la creación que cree profundamente en la huella que Dios ha
dejado en cada cosa, en el Kosmos
mismo como algo ordenado desde el principio, fuera del caos. Xosé Chao Rego
ha escrito en su artículo "Fuera del mundo no hay salvación" este
texto sintomático: "De modo que cuando nos convoquen a humillación
mediante el 'recuerda humano que eres polvo y en polvo te has de convertir',
podemos sacudir la ceniza reivindicando, con el sabio oriental Trin Suan
Thuan, que estamos hechos de polvo de estrellas. (Xosé Chao Rego, "Fuera
del mundo no hay salvación", en Exudo,
n. 35, sept-oct. 1996, p. 6.
1.4.- Una
espiritualidad, centrada en la persona de Jesucristo: verdadero Dios y
verdadero hombre.
Pero nos habríamos
quedado a mitad de camino -y desde luego lejos de la espiritualidad
cristiana- si no resaltáramos como núcleo de nuestra reflexión la persona de
Jesucristo. Los temas anteriores podrían encontrarse -de hecho se encuentran-
en algunas otras espiritualidades. El rasgo específicamente definitorio está
en la persona de Jesucristo.
La espiritualidad
cristiana sólo sigue siendo tal cuando se mantiene expresamente vinculada al
único Cristo. Pero Cristo no es, como ciertas "nuevas
espiritualidades" han querido hacer de él, un Cristo anónimo, un Cristo
abstracto, un Cristo principio cualquiera, o un Cristo final de una evolución
sin rostro y sin nombre propio. Su persona histórica y su glorificación desde
la fe, no se puede desdibujar o absorber en lo que se ha llamado el
cristianismo anónimo. Lo realmente distintivo de la espiritualidad cristiana
es Cristo mismo.
El Cristo hace
referencia a una persona histórica muy concreta: Jesús de Nazaret, que es
confesado como verdadero hombre, y como el Hijo de Dios, que
aporta la salvación y
liberación totales. Pero aquel Jesús no sólo debe ser confesado, sino
seguido. Llamó innumerables veces al seguimiento, a ser discípulos suyos. Y
ahí se fundamenta la espiritualidad cristiana.
Por tanto la espiritualidad
cristiana supone una espiritualidad del seguimiento. "Seguimiento"
que lejos de ser "elitista", reservada sólo a un grupo de perfectos
(religiosos/as) está abierta a todos. Es una llamada universal a seguirle
aquel o aquella que se han dejado seducir por su persona. Pero una llamada
universal en el sentido de que se dirige a cualquier persona en cualquier
estado en que uno se encuentre, siempre que se admita la conversión, el
cambio, la transformación... "Si quieres ser perfecto..."
Seguir a Jesús significa optar por
un modo de vida, de costumbres, de alegría y sufrimiento, de muerte y
resurrección que comporta la convicción de que así -de este modo- uno es más
plenamente humano, y por tanto abierto a la trascendencia de Dios que en
cristiano significa divinizarse.
Alguien dijo que
"seguir a Jesús es para proseguir su obra, hasta conseguir llevarla a
plenitud". Es el camino de la espiritualidad cristiana, camino teologal
basado en las Bienaventuranzas.
-1- Seguimiento de la
persona de Cristo (que descansa en la FE, fe en su persona);
-2- Centrándose en
torno a la misión y anuncio del Reino -objeto de la predicación de Jesús-,
para prosiguiendo, su tarea en este mundo y en esta historia y encontrando
sentido a la creación, al sufrimiento y a la alegría, a la vida ordinaria
(que descansa en la ESPERANZA, contra toda esperanza);
-3- Pero sabiendo que
su plenitud supera y trasciende la misma historia, y que sólo en el cara a
cara de Dios alcanzará su plena realización (donde sólo habrá ya AMOR, aunque
en la historia haya sido ya el motor de la espiritualidad cristiana).
II.- Otros rasgos
diferenciadores y propuestas prácticas.
Nuestro intento -a la hora de
buscar rasgos definitorios y diferenciadores de la espiritualidad cristiana-
ha encontrado su punto clave en la persona de Cristo. Ahí reside lo central.
Pero todavía es posible analizar otros aspectos en los que se encontrarían
rasgos también diferenciadores.
1.) En primer lugar hay espiritualidades que han buscado por encima de
todo fenómenos extraordinarios, parasicológicos, del saber oculto, métodos de
meditación, ocultismo, astrología, etc. Se habla de caminos místicos, de vías
purgativas, transformativas, unitivas... La pregunta será siempre si por ahí
-sin desprecio alguno hacia esas espiritualidades- va la línea de una
auténtica espiritualidad cristiana.
La experiencia de Dios,
el encuentro de Dios como un Tú, el Abbá
(=Padre) del que nos habló Jesús de Nazaret es, sin embargo, Misterio sólo
accesible a través de la vida humana, de la existencia -pequeña existencia de
la vida diaria-, de la vida cotidiana: el trabajo, el estudio, la
solidaridad, el sufrimiento, la alegría, el culto, la plegaria... En esas
realidades humanas es donde Dios sale al encuentro. Es ahí el lugar del
encuentro con el Misterio. No hay otro. Pero ahí precisamente es donde muchas
otras espiritualidades no buscarían jamás a Dios. ¿Podríamos hablar de la
espiritualidad de lo normal, de lo cotidiano, de la vida...?
Raimon Panikkar escribió un día:
"Esaú tuvo la audacia de decir: mi primogenitura, mi futuro, la
historia, la descendencia... todo esto me importa poco: prefiero el plato de
lentejas del presente, la alegría de comunicarme con la naturaleza a través
de este proceso de muerte y resurrección representado por el acto de comer...
Se comprende que los hijos de Jacob (el de la primogenitura y el de la
descendencia...) se pusieran nerviosos cuando un joven rabino les decía:
mirad los lirios del campo...; no acumuléis, no tengáis cuenta bancaria,
vivid, sed felices... y si os piden que deis mil pasos, dadlos... Los hijos
de Jacob sintiéronse molestos y con toda razón lo eliminaron. Hasta ahora
Occidente ha sido un hijo fiel de Jacob. Pues bien, sin despreciarlo -pues
nos es indispensable para la primogenitura-, la espiritualidad contemporánea
debería aprender de Esaú este querer vivir feliz, gustando la dicha a cada
instante; y como al fin y al cabo son hermanos gemelos, ambos podrían ser,
para Occidente, el símbolo y el estímulo de su espiritualidad; de una
espiritualidad para nuestro tiempo" (Raimon Panikkar, La nueva inocencia, Verbo Divino,
Estella 1993, p. 319).
Una vida realizada con espíritu.
Así habíamos comenzado nuestra reflexión. La espiritualidad cristiana es una
vida realizada con espíritu. Ahora añadimos: con el Espíritu de Jesús.
2.) En segundo y último lugar. Hay
espiritualidades -las nuevas y las que se originan tanto en ciertas raíces
orientales, como en la de la new age-
que buscan no la transformación de la persona, sino la fusión, la
desaparición, la entrada en un estado nuevo que podría llamarse de
des-personalización. La fusión en el Uno en el que todos los accidentes -pero
¿acaso la persona es un accidente?- dejarían su apariencia y su "ser
ilusión" para ser ya el Uno mismo.
No es esa la
espiritualidad cristiana. Hablamos previamente de la dinámica de relación que
se da entre el Yo de la persona y el Tú de Dios, predicado por Jesús. Nadie
languidece en ese encuentro íntimo y personal. El Yo queda reafirmado y
transformado. El Tú de Dios queda alabado y enaltecido. Y ese encuentro es de
vida, de vida en abundancia, de vida eterna.
"Este es un
misterio que no puede ser entendido, pero que puede ser amado. Un misterio
que a veces roza también mi experiencia cuando experiemento el amor humano,
cuando reflexiono sobre el sentido de la vida..., pero en medio de tal experiencia,
coexperimento también que Dios es aún más grande, aún diverso y supera esta
mi misma profunda experiencia... Pero uno, Jesucristo, nos ha dicho con su
vida, sus obras y su palabra aquello que el hombre sólo puede presagiar a
tientas. El no ha desvelado el misterio ni mediante un saber intelectual ni
mediante una seguridad "mística" cualquiera del sí, que constituye,
en cambio, la tentación fundamental de la nueva religiosidad; El ha vivido el
misterio en la donación de su vida y lo ha sellado con su muerte en
cruz..." (Joseph Sudbrack, La
nueva religiosidad, Paulinas, Madrid 1990, 230).
Y ahí está
la diferencia fundamental de la espiritualidad cristiana de todas las otras
espirítualidades. Todas quieren saber (gnosis),
entender, superarse, fundirse en el Otro. Sólo la espiritualidad cristiana
sabe que desde la vida -amando- entregada, cabe la resurrección. "Si el
grano de trigo no cae en tierra y muere, no produce fruto...". Y por eso
"fuera del mundo no hay salvación".
Pistas para reflexiones
en comunidad.
Además de la lectura de
los autores clásicos espirituales que podría ayudar a cada uno es esa
búsqueda nunca saciada del encuentro con el Dios de Jesucristo, que es un
Padre misericordioso, valdría la pena la lectura para reflexionar en común de
algunas obras que deben clasificarse en cuatro grupos distintos:
l: La espiritualidad de
las cosas terrenas y cotidianas. M.D. Chenu, El evangelio en el tiempo, Estella, Barcelona 1966. Un libro
clásico que recoge artículos desde 1948 del teólogo P. Chenu y que tratan de
las realidades temporales como expresiones de mediación hacia lo divino:
materialismo y espiritualismo, corporalidad y temporalidad, teología del
trabajo, espiritualidad de la materia etc.
Gustavo Gutiérrez, Beber
en su propio pozo (En el itinerario espiritual de un pueblo), Síguema,
Salamanca 1984. La espiritualidad del promotor de la "teología de la
liberación".
2: La espiritualidad
cristiana frente a la nueva espiritualidad de la new age. Josef Sudbrack, La
nueva religiosidad (Un desafio para los cristianos), Paulinas, Madrid
1990. Estudio comparativo -muy logrado, muy técnico, dialogante y no
polemista entre la espiritualidad cristiana (católica) y las tendencias de
la nueva era.
3: La espiritualidad
cristiana en diálogo con espiritualidades orientales. Anthony de Mello, Sadhana. Un camino de oración, Sal Terrae, Santander 1979; Anthony de
Mello, El canto del pájaro, Sal
Terrae, Santander 1982. Raimon Panikkar, La nueva inocencia,
Verbo Divino, Estella 1993. Raimon
Panikkar, Elogió de la sencillez (El
arquetipo universal del monje), Verbo Divino, Estella 1993. Bastaría
decir de Panikkar lo que él mismo ha escrito: "Sólo el místico puede
sobrevivir en la sociedad actual, sin volverse terrorista (violento) o cínico
(pasotista). Sólo el místico puede conservar la integridad de su ser, porque
se halla en comunión con toda la realidad".
4. La espiritualidad
cristiana en sí misma. Jesús Espeja, La
espiritualidad cristiana, Verbo Divino, Estella 1992. Una verdadera summa theologica de la espiritualidad
cristiana, pero desde una perspectiva muy actual y muy abierta. Es sugerente.
Algo repetitivo y demasiado extenso: 450 páginas.
Juan BOSCH,
O.P.