Nuestro amigo Joan Almela nos cuenta sobre su reciente viaje a Chile, lo que allí pasó y lo que podemos hacer.
Ocurrió lo siguiente:
Yo había vuelto después de treinta años a Diego de Almagro que está en el desierto de Atacama de Chile, el más árido del mundo. Lo había hecho para celebrar el 50 aniversario de la parroquia que pensaba realizar una semana de celebraciones. Quiero recordar que en los seis años que estuve allí no llovió mas que tres días y separados entre sí.
Al segundo día de la semana de celebraciones comenzó a lloviznar y todo el mundo salió a la calle encantado y por lo noche todo el pueblo estaba en el cauce del río Salado a contemplarlo lleno de agua porque siempre discurría un estrecho hilo de agua salada que provenía de una salar de la cordillera. Esa noche continuó lloviendo toda la noche y al día siguiente todo la parte del pueblo que estaba en el valle estaba completamente inundada, se había llevado la estación de tren , la gasolinera, las vías férreas, enorme camiones de las minas y vehículos flotaban en el inmenso mar que se había formado y eran arrastrados harta la costa que dista unos setenta km. Hubo varios muertos y el destroce material fue inmenso.
Lo que había ocurrido es que en la cordillera en esa zona con alturas de cinco a seis mil metros en lugar de nevar, como había ocurrido siempre, había llovido porque las isotermas no estaban a bajo cero, así que toda el agua cordillerana había bajado como una inmensa tromba por el valle arrasando lo que encontraba a su paso. Hay que decir que entre los picos más altos de la cordillera y el mar hay unos 180 km. y todas las numerosas quebradas que arrastraban agua iban a parar al valle donde estaban asentados los tres pueblos. Naturalmente al ser un terreno no acostumbrado al agua ni las ciudades ni empresas ni vías de comunicación estaban preparados para algo que jamás había ocurrido en la historia recordada.
El pueblo de unos 8.000 habitantes había mejorado mucho en instalaciones, en servicios, en casas y en vehículos porque el cobre se había estado pagando muy bien (mucho mejor que cuando yo estaba allí) pero todo ha quedado destrozado con el agravante de que las aguas traían el relave de las minas (barro tratado con ácido sulfúrico para sacar el cobre) que es malísimo para la piel. Yo estuve si poder salir de allí tres días sin luz, sin agua potable, sin teléfono, sin móvil, sin radio, sin televisión y al final puede salir con un guía cordillerano que me llevó por caminos alternativos para poder salir y llegar a Santiago a tiempo de coger el avión ya que Diego de Almagro está a 1.100 km de distancia del aeropuerto internacional. Como veis… una aventura desgraciada, y por eso me gustaría mandar algo, aunque fuera poco, que les diera la sensación de que no están solos.
Un abrazo.
Joan

