Celebramos la asamblea un año más en Rocafort. Programamos el curso y reflexionamos sobre las tareas que nos esperan: los equipos de Revisión de Vida, el seminario de formación, Profesionales Cristianos, Novaterra… También elegimos el tema del seminario de formación de este curso. Trataremos sobre la historia del arte y la transmisión de la fe: fe, arte y evangelización. Cómo explica el arte y su simbología la fe cristiana, la doctrina de la iglesia; qué se acentúa en cada momento y cómo es la didáctica de la fe a través de los tiempos. Además de la finalidad propia de los seminarios, formarnos, queremos aproximarnos, desde el arte, a las formas que proponen evangelizar en la actualidad y tratar de entender cómo el arte puede facilitar una experiencia de Dios.
A continuación los textos de la oración, de la motivación para la reflexión de comienzo de curso y de la eucaristía.
Oración de inicio.
Canto: Spiritus Jesu Christi, Spiritus caritatis, confirmet cor tuum, confirmet cor tuum.
El Espíritu de Jesucristo, espíritu de amor, confirme tu corazón
Ser en la vida buena noticia,
ser gesto, palabra, imagen, silencio, canción.
Salir a la calle a diario, llegar hasta el último rincón.
Llevar sin tardar, para todos, bocados de aliento… de Dios.
Vivir de tal manera, que a algunos despierte curiosidad
nuestro vivir con menos, con otros, con riesgo, con gratuidad.
Dejar que los otros, los pobres, coman de nuestro tiempo,
hasta encontrar en ellos, nosotros, la extraviada identidad.
Y siempre, siempre, siempre, buscar el sitio entre la gente.
Pues toda ella es, sin dudarlo, la buena noticia de Dios.
Posar sus miedos, alzar sus sueños, andar sus pasos intermitentes,
hasta lograr que todos destapen el gran tesoro que son por dentro.
Padre Nuestro…
Reunión por equipos
SEMBRAR
Al terminar el relato de la parábola del sembrador, Jesús hace esta llamada: «El que tenga oídos para oír que oiga». Se nos pide que prestemos mucha atención a la parábola. Pero, ¿en qué hemos de reflexionar? ¿En el sembrador? ¿En la semilla? ¿En los diferentes terrenos?
Tradicionalmente, los cristianos nos hemos fijado casi exclusivamente en los terrenos en que cae la semilla, para revisar cuál es nuestra actitud al escuchar el Evangelio. Sin embargo es importante prestar también atención al sembrador y a su modo de sembrar.
Es lo primero que dice el relato: «Salió el sembrador a sembrar». Lo hace con una confianza sorprendente. Siembra de manera abundante. La semilla cae y cae por todas partes, incluso donde parece difícil que pueda germinar. Así lo hacían los campesinos de Galilea, que sembraban incluso al borde de los caminos y en terrenos pedregosos.
A la gente no le es difícil identificar al sembrador. Así siembra Jesús su mensaje. Lo ven salir todas las mañanas a anunciar la Buena Noticia de Dios. Siembra su Palabra entre la gente sencilla, que lo acoge, y también entre los escribas y fariseos, que lo rechazan. Nunca se desalienta. Su siembra no será estéril.
Desbordados por una fuerte crisis religiosa, podemos pensar que el Evangelio ha perdido su fuerza original y que el mensaje de Jesús ya no tiene garra para atraer la atención del hombre o la mujer de hoy. Ciertamente, no es el momento de «cosechar» éxitos llamativos, sino de aprender a sembrar sin desalentarnos, con más humildad y verdad.
No es el Evangelio el que ha perdido fuerza humanizadora; somos nosotros los que lo estamos anunciando con una fe débil y vacilante. No es Jesús el que ha perdido poder de atracción. Somos nosotros los que lo desvirtuamos con nuestras incoherencias y contradicciones.
El papa Francisco dice que, cuando un cristiano no vive una adhesión fuerte a Jesús, «pronto pierde el entusiasmo y deja de estar seguro de lo que transmite, le falta fuerza y pasión. Y una persona que no está convencida, entusiasmada, segura, enamorada, no convence a nadie».
Evangelizar no es propagar una doctrina, sino hacer presente en medio de la sociedad y en el corazón de las personas la fuerza humanizadora y salvadora de Jesús. Y esto no se puede hacer de cualquier manera. Lo más decisivo no es el número de predicadores, catequistas y enseñantes de religión, sino la calidad evangélica que podamos irradiar los cristianos. ¿Qué contagiamos? ¿Indiferencia o fe convencida? ¿Mediocridad o pasión por una vida más humana?
Sé que no participaré de la cosecha, pero me empeño en morir semilla.
(J.A. Pagola. Mt 13, 1-23)
Eucaristía
Canto de entrada: Cristo Jesús, oh fuego que abrasa, que las tinieblas en mí no tengan voz. Cristo Jesús, disipa mis sombras. Y que en mí solo hable tu amor.
Monición
Señor, venimos un año más a encontrarnos juntos contigo, trayendo en la mochila tantas vivencias, tantos nombres, tanta incertidumbre… Tenemos ante nosotros la página en blanco del próximo curso. Y necesitamos, para llenarla, no solo seguir los esquemas de siempre, sino también iluminar con nueva luz, y recobrar la pasión por lo que nos une: proclamar la buena noticia del Evangelio, anunciar el Reino que nos traes. Sabemos que rezando en comunidad es posible reconocerte y encontrarnos con tu gracia. Bendícenos y haznos descubrir la fuerza, la lucidez y la compasión que has sembrado en el corazón de todas las personas, para que podamos seguirte sin perdernos en todo aquello que nos aleja de Ti.
Preces
Un gramo de bondad pesará siempre más que un kilo de maldad: pues la bondad es inmortal y la maldad es perecedera por autodestructiva. Te pedimos Señor que estemos atentos a apreciar y extender las semillas de bondad que hay en nuestro mundo.
El perdón es la más alta manifestación del amor y está en conexión directa con el amor al enemigo. Entre los seres humanos es impensable un verdadero amor que no lleve implícito el perdón. Te pedimos Señor que seamos capaces de reconocer nuestros fallos y pedir y aceptar el perdón del otro.
El perdón tiene que ser, no un acto, sino una actitud que se mantiene durante toda la vida y ante cualquier ofensa. Te pedimos Señor que estemos dispuestos a perdonar las ofensas e incomprensiones de los otros.
No es fácil perdonar, como no es fácil amar. Va en contra de todos los instintos. Va en contra de lo razonable. Te pedimos Señor que el perdón no sea un acto de afirmación de la propia superioridad moral, sino la apertura humilde a la experiencia de humanidad compartida.
El pecado no es fruto nunca de una mala voluntad, sino de una ignorancia. Te pedimos Señor que tengamos presente esta realidad para ser capaces de perdonar.
Dios es amor y por lo tanto es también perdón; está siempre perdonando. Te pedimos Señor reconocer que la única manera de estar seguros de que te hemos descubierto y aceptado, es que perdonamos.
Canto de comunión: Ubi caritas et amor. Ubi caritas Deus ibi est. Donde hay caridad y amor, ahí está Dios.
Acción de Gracias
Te damos gracias, Señor por los conmovedores testimonios de perdón que hemos podido conocer estos días.
«Pastora Mira: Doy gracias a Dios en nombre propio y en el de las miles de víctimas que se han sobrepuesto a tener la capacidad de nombrar lo innombrable y perdonar lo imperdonable»
Te damos gracias, Señor
«Gracias Pastora por el gran bien nos haces hoy a todos con el testimonio de tu vida… Son muchos los que no pueden perdonar todavía, pero hoy recibimos una lección de teología, de alta teología: Dios perdona en mí. Basta dejar que Él haga. La reconciliación concreta con la verdad, la justicia y la misericordia sólo la puede hacer Él. Que la haga. Y nosotros aprenderemos, detrás de Él, a hacerla. Gracias por lo que hacen. Gracias. Y gracias por lo que me enseñaron esta noche. »
Te damos gracias, Señor
Y en esa noche de nuestra vulgaridad, brillan como estrellas bien nítidas las palabras del padre de Xavi (muerto en el atentado del día 17): «necesito abrazar a un musulmán», y el rostro lloroso del imán que le abrazaba. Esas palabras junto a la foto del abrazo con el musulmán que llora, rebosan tesoros de humanidad que necesitamos saborear. En esas reacciones, y sólo en ellas, late nuestro mejor futuro.
Te damos gracias, Señor.
Canto: En ti, Señor, reposa todo mi ser. He sido amado por ti. Sí, solo en ti se alumbra la esperanza. En ti sólo, Señor.