PROPUESTAS ÉTICAS PARA ALGUNAS CUESTIONES ACTUALES
Sábado, 26 de enero 2019, Francisco Poveda y María Iborra
expondrán el segundo tema del seminario de este año:
ECONOMÍA Y FINANZAS
Como de costumbre, a las 17:00. celebramos la eucaristía
comenzamos la sesión a las 17:45h
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Eucaristía
Graduats ac, Seminario 26 enero 2019
3.er domingo del tiempo ordinario (c)
Canto de entrada
Cristo Jesús, oh fuego que abrasa, que las tinieblas en mí no tengan voz. Cristo Jesús, disipa mis sombras.
Y que en mí solo hable tu amor.
Monición de entrada
“Nos disponemos a entrar en el silencio que anuncia tu presencia. Como toda persona humana, somos vasija de barro, fragilidad máxima. La libertad a la que hemos sido llamados hace de este barro y esta fragilidad, una promesa que nos lleva siempre a una humanidad más fecunda.
Tomamos consciencia del bien y del mal que hay en nosotros. Vemos el bien reflejado en muchos pequeños detalles de cada día, que de no mirarlos quedarían enterados en el olvido.
Tarde o temprano, toda persona siente una llamada, algo interior que la hace dirigirse a una nueva manera de vivir, de pensar, de amar…
Repasar nuestra llamada y nuestra respuesta, puede ser una buena plegaria que brote del agradecimiento y renueve nuestro seguimiento de Jesús.”
Lectura del libro de Nehemías (8,2-4a.5-6.8-10):
En aquellos días, el día primero del mes séptimo, el sacerdote Esdras trajo el libro de la ley ante la comunidad: hombres, mujeres y cuantos tenían uso de razón. Leyó el libro en la plaza que está delante de la Puerta del Agua, desde la mañana hasta el mediodía, ante los hombres, las mujeres y los que tenían uso de razón. Todo el pueblo escuchaba con atención la lectura de la ley.
El escriba Esdras se puso en pie sobre una tribuna de madera levantada para la ocasión.
Esdras abrió el libro en presencia de todo el pueblo, de modo que toda la multitud podía verlo; al abrirlo, el pueblo entero se puso de pie. Esdras bendijo al Señor, el Dios grande, y todo el pueblo respondió con las manos levantadas:
«Amén, amén».
Luego se inclinaron y adoraron al Señor, rostro en tierra.
Los levitas leyeron el libro de la ley de Dios con claridad y explicando su sentido, de modo que entendieran la lectura.
Entonces, el gobernador Nehemias, el sacerdote y escriba Esdras, y los levitas que instruían al pueblo dijeron a toda la asamblea:
«Este día está consagrado al Señor, vuestro Dios: No estéis tristes ni lloréis» (y es que todo el pueblo lloraba al escuchar las palabras de la ley).
Y añadieron:
«Andad, comed buenas tajadas, bebed vino dulce y enviad porciones a quien no tiene, pues es un día consagrado a nuestro Dios. No estéis tristes, pues el gozo en el Señor es vuestra fortaleza».
Palabra de Dios.
Salmo 18,8.9.10.15
R/. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante.
R/. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos.
R/. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
La voluntad del Señor es pura y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.
R/. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
Que te agraden las palabras de mi boca, y llegue a tu presencia
el meditar de mi corazón, Señor, roca mía, redentor mío.
R/. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
Lectura de la 1.ª carta del apóstol san Pablo a los Corintios (12,12-30)
Hermanos:
Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.
Pues todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.
Pues el cuerpo no lo forma un solo miembro sino muchos.
Si el pie dijera: «No soy mano, luego no formo parte del cuerpo», ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo? Si el oído dijera: «No soy ojo, luego no formo parte del cuerpo», ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo? Si el cuerpo entero fuera ojo,
¿cómo oiría? Si el cuerpo entero fuera oído, ¿cómo olería? Pues bien, Dios distribuyó el cuerpo y cada uno de los miembros como él quiso.
Si todos fueran un mismo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? Los miembros son muchos, es verdad, pero el cuerpo es uno solo.
El ojo no puede decir a la mano: «No te necesito»; y la cabeza no puede decir a los pies: «No os necesito». Más aún, los miembros que parecen más débiles son más necesarios. Los que nos parecen despreciables, los apreciamos más. Los menos decentes, los tratamos con más decoro. Porque los miembros más decentes no lo necesitan.
Ahora bien, Dios organizó los miembros del cuerpo dando mayor honor a los que menos valían.
Así, no hay divisiones en el cuerpo, porque todos los miembros por igual se preocupan unos de otros.
Cuando un miembro sufre, todos sufren con él; cuando un miembro es honrado, todos se felicitan.
Pues bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro.
Y Dios os ha distribuido en la Iglesia: en el primer puesto los apóstoles, en el segundo los profetas, en el tercero los maestros, después vienen los milagros, luego el don de curar, la beneficencia, el gobierno, la diversidad de lenguas.
¿Acaso son todos apóstoles? ¿O todos son profetas? ¿O todos maestros? ¿O hacen todos milagros? ¿Tienen todos don para curar? ¿Hablan todos en lenguas o todos las interpretan?
Palabra de Dios.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,1-4;4,14-21)
Ilustre Teófilo:
Puesto que muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han cumplido entre nosotros, como nos los transmitieron los que fueron desde el principio testigos oculares y servidores de la palabra, también yo he resuelto escribírtelos por su orden, después de investigarlo todo diligentemente desde el principio, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.
En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan.
Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido.
Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad,
y a los ciegos, la vista;
a poner en libertad a los oprimidos;
a proclamar el año de gracia del Señor».
Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él.
Y él comenzó a decirles:
«Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír».
Oración de los Fieles
«Oremos a nuestro Señor Jesucristo, que nos está hablando a todos y cada uno de nosotros ahora en esta eucaristía. Pidámosle que su palabra se haga vida en nuestros corazones y en nuestras obras.
- Señor, da valor y fortaleza a todos nuestros líderes y maestros en la Iglesia, para que nos ayuden a comprender tu Palabra y proclamarla a todos como Buena Noticia de salvación.
- Señor, une en tu palabra y en tu persona a todos los que se llaman cristianos. Convócalos y reúnelos juntos como hermanos y hermanas para formar tu único cuerpo.
- Señor, inspira con tu palabra a todos los poderosos de esta tierra. Ayúdalos a unir fuerzas para llevar paz duradera, alimento necesario y dignidad humana para todos.
- Señor, abre nuestros ojos a las miserias de nuestros hermanos; haznos sensibles y preocupados por los que se encuentran como encarcelados en sus miedos o agarrotados por la injusticia. Haz que seamos luz para los que viven en oscuridad y tiniebla
- Señor, haznos receptivos a tu palabra. Líbranos de la mediocridad y del miedo; también de nuestras certezas y autocomplacencias. Danos una nueva comprensión de tu mensaje, para que podamos vivir conforme a lo que creemos.
Señor, aquí estamos reunidos en tu nombre. Permanece vivo entre nosotros; escucha nuestra oración y dirígenos tu palabra poderosa que cambie nuestras vidas, pues eres nuestro Dios y Señor por los siglos de los siglos.»
Canto comunión
Nada te turbe, nada te espante.
Quien a Dios tiene nada le falta. Solo Dios basta.
Acción de Gracias
Gracias porque Tú has hablado tu palabra, Señor, que se ha encarnado de nuevo aquí en medio de nosotros.
Gracias porque Tú nos has fortalecido con tu palabra y con tu cuerpo.
¿Podríamos acaso ofrecerte algo mejor que hacer posible que nuestra conducta y nuestra vida lleguen a ser también Buena Noticia de salvación para quien encontremos en nuestro camino?
Haznos libres con la libertad que nos trajo Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro.
Canto final
Magnificat anima mea dominum