El desencanto y la decepción ante la política, el desprestigio de l@s polític@s, la percepción de que es imposible el cambio, la resignada pasividad de la ciudadanía amenazan las mismas raíces de la democracia.
¿Da igual todo? ¿Todas las personas que se dedican a la política son iguales? ¿Todos los medios de comunicación están al servicio de quien tiene el poder? ¿El mercado controla todo lo que ocurre en el mundo económico? ¿Todas las ONGs son, o ineficaces o poco transparentes? ¿De verdad es imposible hacer nada?
Es peligroso el lenguaje que simplifica la compleja realidad en un discurso que emplea estas palabras: todo, siempre, todos, imposible… porque reduce la posibilidad de respuesta.
Por eso hemos de atrevernos a cambiar las preguntas, a buscar voces y testimonios de personas que demuestran en el día a día que no todo, no todos, no siempre, no da igual.
Y ante estas elecciones… ¿qué hacer?
1.- Como tod@s son iguales y nada va a cambiar, me quedo en casa, en la calle, en el apartamento, en la rutina, en mí mismo….
¿A quién beneficia y a quién castiga la abstención? A mí me parece que castiga a la propia democracia, que refuerza la simplificación, que hiere hondamente la esperanza del cambio posible, que lesiona la posibilidad de recuperar el poder para la ciudadanía. Me parece que castiga a l@s héroes anónim@s que están sacrificando su vida, sus bienes, su estabilidad en los países del Magreb ahora, y en todo el mundo en tantas ocasiones, que ya hemos olvidado o ni siquiera hemos conocido. La abstención beneficia a quienes toman el poder como su casa, utilizan los recursos del país para su beneficio, consideran los medios de comunicación como el eco de su voz incontestable, les legitima en el dominio de un@s súbdit@s atemorizad@s y amordazad@s, mata en cada individuo el deseo y la voluntad de que las cosas cambien.
2.- No me parece bien la corrupción pero no voy a votar al contrari@…votaré “con la nariz tapada”, porque si no, vendrán “l@s otr@s” y será peor.
Este discurso del “voto útil” da por incontestable el bipartidismo. Un gobierno fuerte, pocas voces en el parlamento o en el consistorio, decisiones prepotentes e incuestionables, se borra la necesidad de rendir cuentas, se desprecia cualquier voz disonante…Cerrar de nuevo el círculo vicioso que permite instalarse en el poder a quien sólo debería estar de paso, a quien llega ahí para irse…Perder la oportunidad de que l@s polític@s aprendan a ejercitar la capacidad de negociación, básica para considerarse tales.
3.-Como ningún@ me gusta, votaré en blanco.
De este modo, ejerzo mi derecho y mi soberanía, aunque sólo sea para lamentar la mediocridad de las propuestas, la falsedad de los programas, la inconsistencia de las promesas. Pero no puedo olvidar que ser ciudadan@ me compromete a inventar modos de incidir en la política. Desde dentro de los partidos o desde las organizaciones ciudadanas. El voto en blanco es una advertencia para l@s polític@s y los partidos, pero también una llamada a la conciencia ciudadana, para intentar regenerar el espacio político, crear espacios de participación, compartir la responsabilidad por lo que ocurre, no dejar sólo en manos de otr@s esta tarea. Y así hacer posible que en la próxima ocasión renazca la confianza, el entusiasmo, que se haga oír la voz de la gente que no se resigna a que las cosas sigan como están porque no puede ser de otra manera.
4.- Votaré a un partido minoritario, aunque “tire” mi voto.
El discurso de que “no se puede hacer nada si no se tiene el poder”, refuerza el bipartidismo. Si siempre ganan los partidos mayoritarios, difícilmente se podrá cambiar la ley electoral que permita un parlamento o unos consistorios con más colores, más voces, más ideas. Incluso con más extremos. De algún modo se ha de lograr introducir en los foros de debate político y en los lugares donde se toman las decisiones políticas esas otras voces. Aunque sus programas sean ambiguos, o pobres o con aspectos con los que no estoy de acuerdo. Aprender a hacer oposición, a introducir cambios desde una posición más cercana a l@s ciudadan@s de a pie, es una tarea para es@s polític@s que todavía no se han aferrado a su sillón. Y la tarea de sus votantes, será vigilarl@s de cerca para que defiendan los intereses de la población por encima de la tentación de “llegar a la política para quedarse”.
¿Y el poder invisible de los medios de comunicación?
Ya no estamos en sus manos. Las agencias no controlan lo que se difunde. En los rincones más insospechados las gentes se conectan a la red. Esa palabra mágica que tan bien representa la interconexión que nos une, ese tejido visible que une hilos, que anuda cuerdas, que protege en las caídas vertiginosas, a la vez sólida y elástica, a la vez acogedora de experiencias e impulsora de retos. La creatividad es nuestra mejor arma; descubrámosla en cada un@ y pongámosla valientemente al servicio de la humanidad.
Julia N.