(Notas tomadas de la intervención de Ximo García Roca en la Jornada de formación Novaterra. 17/11/2013)
Nos encontramos para compartir sueños y cansancios, para reciclar nuestras fatigas y reconstruir la historia. Contarnos lo que nos pasa y proyectar juntos el futuro. Para luchar con palabras y hechos contra todo aquello que nos impide ser humanos.
Tratemos de entrar en los sótanos de nuestro compromiso, de lo que nos hace salir de nosotros mismos. Retomemos nuestra función de centinela ¿qué veis en la noche del colapso económico, de la desmoralización social…?
- Soportar que “presiento que tras la noche, vendrá otra noche más larga”
- Recuperar la conciencia que “toda noche precede al alba”
- Ver la noche como lugar de transgresión: necesitamos la innovación y la creatividad.
La imagen del naufragio colectivo nos muestra, por una parte la experiencia existencial del náufrago: la pérdida total del sentido de la orientación y la vivencia de una soledad infinita de la que no se espera salir. Pero también nos aporta los motivos para resistir: mirar al tiempo el reloj y el horizonte, el acompañamiento de los rostros de quienes me quieren y contar la verdad de los que perecieron. (García Márquez)
CORAJE CÍVICO (responsabilidad personal)
Es la energía misma de la vida, que precede ideologías y culturas. Está inscrito en la profundidad de las entrañas, por él nos reinventamos. Es el regenerador de la existencia que nos permite emprender caminos, atravesar desiertos. Se recarga en el ejercicio del civismo que nos hace salir de nosotros mismos y nos habilita para cuidar y dejarnos cuidar. Por eso los más afectados todavía pueden cuidarse mutuamente. Se basa en:
- Principio de incumbencia: “¡de aquí no se mueve nadie!!” Es la cultura empática: el estremecimiento ante lo que hace estremecerse, sintiéndose deudor de respuesta. Hay más verdad en el “podemos” de la gente indignada: porque expresa una fuente de coraje.
- Principio de realidad: cuando uno se estremece, deja de funcionar toda retórica, la queja estética, para lanzarnos a la arena.
- Principio de la injusticia evitable: la injusticia clamorosa que genera sufrimiento es evitable. Y hay una acción necesaria derivada de la conjunción de la incumbencia y la injusticia evitable.
DIGNIDAD CÍVICA (Responsabilidad pública)
(Más acá de la dignidad no hay vida humana)
Los corajes se juntan y construyen una red, un tapiz, un sistema público, un marco de derechos y obligaciones. De las cenizas de lo público no nace nada.
Todas las conquistas de derechos han sido convulsivas, pues ninguna ha sido concedida. Y no podemos dejar ir el nuevo derecho de inserción que incluye soporte económico, participación social e implicación personal. El problema de los excluidos no se resuelve sin que se mueva la sociedad. Es el derecho a la discriminación positiva, la conquista de la acción afirmativa, auténtico demonio del pensamiento neo-liberal.
Lo que molesta a la globalización económica es el ruido de los perdedores (porque la diversidad la convierten en mercado).
RESPONABILIDAD COMPARTIDA (Responsabilidad colectiva)
Es la energía renovable que hace identificar y decir los gritos, las caídas, las soledades de la gente. Son sus soportes:
- Potencialidad de lo cotidiano: el arte de vivir juntos, los dinamismos informales, los encuentros cotidianos vinculados a otros, ser portadores de la misma historia, hacer de la conectividad factor de progreso y avance.
- Trabajar en red: se trata de una nueva residencia mental y cordial que precede a la sola técnica. Se trata de mirar con la responsabilidad colectiva: viendo la trama que hay detrás de cada acontecimiento. Se trata de promover y fortalecer las capacidades personales en todos los excluidos, superando la humillación de la ayuda. No podemos enfocar la acción solo desde las carencias, sino desde las potencialidades. Hay que escuchar ese clamor.
- Comunidades de sentido: no basta tener instrumentos y habilidades. Hay un colapso de pensar en los fines y los porqués, y quizá un exceso de medios. Preguntarse los paraqués, cultivar nuestras utopías, porque sin ellas ningún pueblo puede caminar. Llevar nuestras utopías con crespones negros que reflejan los cansancios y caídas.
La única manera de que la juventud asuma su papel es dejarle espacio. Descubrir la falacia de la civilización que hemos construido, porque no es sostenible. Se ha caído el paradigma de que “cuanto más, mejor” todavía introyectado en nuestro interior. Y eso supone una transformación del poder. Asistimos a la revolución del poder. Ahora el poder es celular, disuelto, imposible de medir por la fuerza. Por eso nos corresponde aprender a trabajar no desde la “emergencia” sino en procesos sostenidos de movilizaciones y vigilancia.
EL CORAJE SE ALIMENTA DE LA INMERSIÓN EN LA REALIDAD. EL SUFRIMIENTO QUE HIERE Y DUELE ALIMENTA EL CORAJE.
Julia N.