«EL MENSAJE JESUÁNICO DE LA MISERICORDIA»
(W. Kasper, La misericordia. Clave del Evangelio y de la vida
cristiana, Sal Terrae, Santander 2013, 65-85)
Presenta: Mariano Ruiz
I.
CUESTIONES INTRODUCTORIAS
1) El autor
- Nacido el 5 de marzo de 1933 en Heidenheim an der Brenz Alemania, es cardenal desde 2001. Presidente emérito del Pontificio Consejo para Promoción de la Unidad de los cristianos.
- Pertenece a la segunda gran generación de teólogos posterior a la de nombres de la talla de Guardini, Rahner, Von Balthasar, Congar, De Lubac…
- Su obra es abundantísima y variada. Se compone de trabajos de investigación histórica, ensayos sobre distintos problemas teológicos, metodológicos, dogmáticos y ecuménicos. Pero sobre todo son importantes sus obras de sistematización teológica, entre las que destacan especialmente dos, que son ya clásicos de la teología contemporánea: Jesús el Cristo (su cristología, de 1974) y su tratado sobre la Trinidad, El Dios de Jesucristo (1982).
2) La obra
a) Datos
- Publicada en 2012.
- Su origen es un ciclo de charlas para ejercicios, que Kasper decide profundizar, dándose cuenta de las implicaciones que el tema de la misericordia tiene para la reflexión sobre Dios y sobre la existencia cristiana. El fruto de esas investigaciones es este libro.
b) Objetivo
- El propósito de la obra parte de la constatación de la escasa importancia que se suele dar al tema de la misericordia en la teología sistemática, signo de la separación que se produce, ya desde la Edad Media, entre teología escolástica (donde las verdades se entienden) y teología mística (donde las verdades se conocen y se gustan por el amor)[1].
- Por eso «el presente texto se propone anudar la reflexión teológica con consideraciones espirituales, pastorales y sociales con vistas a propiciar una cultura de la misericordia» (p. 9).
c) Estructura
La obra se divide en nueve capítulos, cuya estructura interna nos descubre el propio Kasper al final del capítulo 5: «La experiencia de la misericordia de Dios nos alienta y compromete a convertirnos en testigos de la misericordia en nuestro mundo. A este tema volveremos por extenso en los siguientes capítulos en tanto en cuanto en ellos nos vamos a ocupar de la misericordia humana. Ella es la figura concreta de la misericordia de Dios en el mundo» (p. 130). La obra podría estructurarse, pues, en dos grandes partes:
I. La misericordia de Dios
- Aproximación a la problemática actual en torno a la misericordi (caps. 1-3)
- Fundamentos bíblicos del mensaje cristiano sobre la misericordia (caps. 3-4)
- Reflexión sistemática (cap. 5)
II. La misericordia humana, reflejo de la misericordia de Dios en el mundo
- Clave de la vida cristiana (cap. 6)
- La Iglesia, sacramento de misericordia (cap. 7)
- La misericordia en el mundo (cap. 8)
- Apéndice: María, Madre de misericordia (cap. 9)
II
EL MENSAJE JESUÁNICO DE LA MISERICORDIA
(Capítulo 4)
- El adjetivo “jesuánico” hace referencia a todo lo que tiene que ver con el ministerio terreno de Jesús, con su predicación y su actividad antes de su confesión explícita como “Señor” y “Cristo” a partir de su resurrección. Por eso el objetivo de este capítulo es profundizar en el tema de la misericordia en la enseñanza de Jesús tal como aparece en los evangelios, más que tratar sobre la posterior reflexión cristiana acerca de la misericordia (de lo que se ocupa sólo el último apartado, exponiendo la doctrina de san Pablo).
- Más que resumir, intento sistematizar el contenido del capítulo, aportando las que, para mí, han sido su principales claves de comprensión.
1) La misericordia como clave de comprensión del evangelio de Jesús
a) Continuidad con el AT (capítulo 3)
- La idea de que el Dios del AT es un ser vengativo e iracundo, mientras que el del NT sería un ser bueno y misericordioso, no hace justicia a la unidad de ambos testamentos ni a la progresiva transformación crítica de la imagen de Dios que se produce en el AT.
- Esa transformación crítica de la imagen de Dios se desarrolla sobre el trasfondo del concepto de alianza (pacto de amistad y de amor). Desde la fidelidad a su alianza con Israel, Dios se muestra como un Dios bueno y generoso (porque de él ha partido la iniciativa de la elección), además de compasivo (porque no rompe con Israel, a pesar de las infidelidades de éste). Es un Dios con entrañas de misericordia (rahamim), que no sólo resiste de este modo al mal y apacigua su ira, sino que también le lleva a hacer una opción decidia por la vida y por los pobres.
- Así, en el AT, la misericordia aparece como algo tan propio de Dios que se convierte en la expresión privilegiada de su santidad, o como dice Kasper glosando Os 11,8-9, de su «insondable y soberana alteridad» (cf. Os 11,8): lo que mejor pone de manifiesto la impenetrabilidad del misterio divino es su disponibilidad para la compasión y el perdón.
b) La novedad del mensaje de Jesús sobre la misericordia
- Misericordia como cumplimiento y no sólo como promesa. Ese es el sentido del llamado evangelio de la infancia (no entramos en la cuestión del género literario, sino de su contenido teológico, que es como un avance de todo el evangelio: predilección por los pobres, apertura a las naciones, sombra de la cruz…). El evangelio de la infancia trata sobre la venida de Dios entendida como manifestación de su misericordia por los hombres (cf. los cánticos de María y Zacarías en Lc 1,50.54.78).
- Misericordia como presencia del Dios salvador en la actividad pública de Jesús (ya en el nombre de Jesús [=Dios salva] está presente esa idea):
i. Kasper destaca tres textos programáticos de los sinópticos, donde la actividad de Jesús se presenta como actuación viva de la misericordia de Dios en el mundo: Mc 1,14 (anuncia el cumplimiento del reino a través de las curaciones y los exorcismos); Lc 4, 18.21 (la obra de Jesús es una obra a favor de los pobres); Mt 11,5 (las acciones sanadoras de Jesús son el signo de la llegada del reino).
ii. Por tanto, Jesús no sólo anuncia un mensaje de misericordia sino que lo vive, haciéndose cargo de los enfermos y de los atormentados por espíritus inmundos, y especialmente mostrándose cercano a los pecadores: Zaqueo, la mujer pecadora… Este comportamiento es signo de la presencia salvífica de un Dios que es Padre.
iii. Por eso, en consonancia con su vida, el centro del mensaje de Jesús lo ocupa el mensaje de Dios como Padre. Este es la razón de su escandalosa cercanía a él (Abbá) y la clave de interpretación de su mensaje acerca del reino. De ahí que Jesús se dedica a narrar la misericordia de este Padre a través de sus parábolas, entre las que destacan la del buen samaritano (Lc 10,25-37) y la del hijo pródigo (Lc 15,11-32). En la primera se pone de manifiesto el carácter universal de la misericordia (que tiene su medida en la persona sufriente y necesitada) y en la segunda se manifiesta cómo la misericordia de Dios, lejos de humillar al ser humano, lo lleva al redescubrimiento de su dignidad. Aunque, como advierte Kasper, el mensaje de esta parábola no se reduce a un simple humanismo universal, sino que sirve para aclarar la actividad de Jesús, en la que se hace presente la misericordia de Dios.
- Misericordia como entrega vicaria de la propia vida, que Jesús expresa tanto en los anuncios de la pasión como en las palabras de la última cena, donde encontramos una fórmula común: por vosotros, por muchos (cf. Mc 10,45; Lc 22,19). Mediante la cual se expresa cuál es el centro de la existencia de Jesús: ser-para-los-otros (lo que técnicamente se llama pro-existencia). En el caso de Jesús, esta entrega por los demás no se entiende solamente como solidaridad con los seres humanos, sino como expiación por los pecados de todos: Cristo murió por nuestros pecados (1 Cor 15,3). Aquí Kasper se detiene un poco a aclarar el concepto de representación. No se trata de una acción sustitutoria (chivo expiatorio para un Dios sediento de sangre). Al contrario «en la medida en que es su Hijo el que ocupa nuestro lugar, él mismo [Dios] carga con el efecto destructor del pecado, a fin de regalarnos nueva vida» (p. 78). Podríamos recordar aquí 2 Cor 5,15: Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo. Dios nos abre en Cristo la posibilidad de un nuevo comienzo, dejándonos la libertad de acogerla o rechazarla. Por eso la representación de Cristo no sustituye la responsabilidad personal del ser humano, sino que la vuelve a liberar, nos posibilita decir nuevamente sí a Dios en la fe.
2) La reflexión paulina sobre la misericordia: la justicia de Dios
- Pablo reflexiona en profundidad sobre lo que Jesús ha enseñado de forma gráfica y concreta en sus parábolas y en todo su ministerio.
- Para él, la misericordia de Dios se revela de una vez para todas en la cruz de Jesús, porque en ella la justicia de Dios aparece no como una justicia castigadora sino salvadora; ya que Cristo, cargando con nuestros pecados, satisface por nosotros, que merecíamos el juicio y la muerte, y nos hace justos (Cf. Misal Romano, Prefacio común II).
- Esta nueva justicia, que recibimos en Cristo, es además, para Pablo, el fundamento de la libertad cristiana, la cual no se confunde con la arbitrariedad (todo me está permitido), sino que se identifica con el amor, que consiste en ser para Dios y para los demás. Es una libertad activa y liberada, como dice Kasper: «El amor es tan libre que es libre incluso frente al propio yo y se revela capaz de superarse a sí mismo» (p. 82).
- Esta comprensión de la justicia de Dios como la máxima manifestación de su misericordia se expresa en Pablo en la imagen del intercambio: Al que no conocía pecado, [Dios] lo hizo pecado a favor nuestro, para que nosotros llegáramos a ser justicia de Dios en él (2 Cor 5,21) y en famoso himno de Flp 2,6-11, donde se habla del “autovaciamiento” de aquel que tenía la condición divina. Por medio de este autovacimiento, es como si Dios se replegase para dejar sitio a la misericordia y a la vida.
- Y así, la teología de la cruz y su comprensión del misterio pascual, tiene consecuencias en la auto comprensión que Pablo tiene de Dios, que para él será el «Padre de misericordia y Dios de todo consuelo» (2 Cor 1,3) y también el Dios «rico en misericordia» (Ef 2,4).
III
A MODO DE CONCLUSIÓN
- Kasper nos propone una interesante reflexión como conclusión de este capítulo 4: «Creer en el amor y hacer de él la quintaesencia y la suma de la comprensión de la existencia tiene consecuencias de gran alcance, más aún, revolucionarias para nuestra imagen de Dios, para nuestra auto comprensión y para nuestra praxis existencial, para la praxis eclesial y para nuestra forma de conducirnos en el mundo» (p. 85).
- Pienso que dos de esas consecuencias prácticas de nuestra fe en el amor misericordioso de Dios podrían ser la esperanza y el compromiso con nuestro mundo, con nuestra sociedad, sabiendo que Dios está hasta el final de nuestra parte. Dos textos, uno clásico y otro actual, me sugieren esta reflexión:
«No tenemos otro medio más claro que tus llagas para comprender, Señor, que tú eres bueno y clemente, rico en misericordia. Porque no hay amor más grande que dar la vida por los consagrados y por los condenados. Luego mi único mérito es la misericordia del Señor. No puedo ser pobre en méritos si él es rico en misericordia. Y si la misericordia del Señor es grande, muchos serán mis méritos…»[2]
«En Jesús hemos visto cómo Dios está atado a los hombres. No nos deja en la estacada. Su voluntad es salvarnos, rescatarnos, rehacernos, recrearnos, darnos segundas oportunidades, terceras, enésima oportunidad… Dios es la enésima oportunidad del hombre. Mientras tú digas: “Dios”, todo es posible. “Para los hombres, imposible, no para Dios. Para Dios todo es posible”»[3].